Capítulo 16

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Sudaba profusamente, su piel ardía y sentía dolores en los huesos, aunque no se había ejercitado. Tenía un pálpito en el centro de su cuerpo, jamás se había sentido de esa manera.

Era media noche y desde el sueño con los dos lobos, que luego se convirtieron en chicos, se había mantenido en constante excitación. No lograba concentrarse, no coordinaba las ideas. Solo tenía deseos de sentir sus labios nuevamente. Podía sentir todavía su calor y su sabor.

Pensando que podía bajar un poco el calor, se había dado una ducha. Pero no había funcionado. De hecho su calor iba en aumento, necesitaba liberar tensión. Nunca había sentido pa necesidad de tocarse, pero el deseo la estaba consumiendo.

Se mantenía en constante mal humor. Incluso el pequeño Jayden había sido víctima de su malestar. No podía seguir así.

Lo mejor era acostarse, rogaba que esta noche no volviera a repetirse el sueño loco con los lobos. Necesitaba descansar.

Se durmió y de inmediato comenzó a soñar con el claro en el bosque.

Estaba sola, el frío calaba en los huesos. Podía ver su respiración. Intentó darse calor con sus brazos. Sintió el aroma de ambos, antes de verlos, pero está a vez, ellos eran humanos. Su cuerpo se calentó al sentir su presencia.

Ellos se acercaron sigilosamente, eran tan hermosos y distintos al mismo tiempo. No podía entender cómo le gustaban ambos. Quizás fuese porque estaba en un sueño, que se sentía libertina.

Les miro ansiosa, ambos eran tan distintos, pero tenían perfiles tan parecidos. El moreno, se le acercó y nuevamente sin mediar palabra le besó con intensidad. Ella se quedó quieta, no entendía que estaba pasando. Sus manos se posaron sobre su cuello, respondiendo al beso que tanto había ansiado.

Cuando terminó, suspiró cual colegiala. Recordó que no estaban solos, se sintió sucia. Porque tenía los mismos sentimientos por el otro. El chico con tez más clara, se le acercó, tomó su rostro entre sus manos y le sonrió dulcemente.

- Te he extrañado, pequeña- esa declaración, le aceleró el corazón. Acto seguido la besó, fue pausado y dulce. Recorrió sus labios con ternura, su cuerpo respondió ardientemente.

Sintió al otro chico a sus espaldas, ella se encontraba en medio de ellos y no podía sentirse más excitada. Ambos se miraron con cierta complicidad. Le comenzaron a desvestir, mientras se turnaban al besarla.

Ella quería detenerlos, pero no pudo. Las palabras no lograron salir de su boca. La recostaron sobre una piedra, mientras uno descubría el norte de su cuerpo. Él otro hacia expedición al sur. Las sensaciones eran tan nuevas y excitantes. Ella se sentía desbordada.

Le abrieron las piernas, mientras era besada con ternura. Sintió un camino de besos desde su muslo hasta su centro. Una lengua viajó para saciar su sed en su manantial de placer. Sus gemidos se perdían en la boca del otro chico, poco a poco fue perdiéndose en el placer, gimió y suplicó.

En pocos segundos su cuerpo se arqueó, explorando en un placer desconocido. Cayó sin energía. Ambos la observaban con ternura. Se sintió amaba y que este era su lugar a lado de ambos.

Despertó sudando, su mano entre sus piernas, llena de su húmedad. Aún le palpitaba su clitoris. Se sentía exultante y a la vez culpable. Nunca antes se había masturbado.

¿Cómo se podía uno sentir así por un sueño? Al menos su calor había desaparecido. Se sentía tranquila, se reacomodó en la cama y se durmió cómodamente, sin sueños esta vez.

Al día siguiente, se despertó descansada y de muy buen humor. Hoy regresaba al bar, tenía mucho trabajo.

- Hola, Layne- dijo Alan desde la barra.

Era muy buen muchacho, un poco tímido. Sus padres lo habían dañado, eran personas muy religiosas y al saber su inclinación homosexual, se volvieron contra él. Lo sacaron de casa y le quitaron su apoyo. Apenas tenía dieciséis años.

Ángel lo recibió en el local, le dió trabajo y la antigua habitación de Layne. Ella le tenía mucho cariño, entendía su ansiedad y timidez. Ambos estudiaban juntos la misma carrera, son los mejores amigos.

- ¿Me extrañaste? - dijo toda coqueta.

- Nena, sin ti mis días son oscuros y tristes- respondió sarcástico- tengo algo que contarte. Moría por verte, necesito tu consejo y tú visión.

Se sintió alarmada, nunca había visto a Alan tan alterado. Unos minutos más tarde, se había enterado a detalle de la situación. Su amigo estaba enamorado. Hace unos días conoció un chico, que vino a comer. Desde entonces se habían visto varias veces. Alan se sentía perdido. Tenía miedo de salir lastimado, pero este chico realmente le gustaba. Ella al verlo así sintió ternura. Sabía cómo se sentía, ella estaba igual. Solo que todo estaba en su mente.

- ¿Qué te pasa? - pregunto Alan, viéndola con detenimiento. Ellos tenían una conexión y se conocían muy bien. Nunca le escondía nada.

Así que decidió contarle su locura. Uno tiempo más tarde, él le miraba con la boca abierta y una expresión de asombro, en absoluto silencio.

- Y, ¿Qué opinas?- dijo Layne preocupada al ver su expresión.

- Nena. Es una locura, pero quitando eso del medio me parece genial- dijo emocionado.

- ¿Cómo que genial? - dijo alterada- sueño con dos hombres que me hacen cosas!!!

- Sí, lo entiendo- dijo él- pero mira el lado positivo.

- Sí, cuéntame- dijo toda sarcástica.

- Llevas dos años muerta, sin sentir nada. Y ahora comienzas a sentir, no importa que sea un sueño. ¿No lo entiendes?

Lo miró en silencio, no lograba ver lo maravilloso de la situación  que él veía.

- Tonta, ya has sanado. Por fin, puedes comenzar a vivir. Tu mente está libre, Layne.

Sus palabras fueron como si de pronto una luz se hubiese encendido en una habitación oscura. Él tenía razón, su mente comenzaba a sanar.

Los clientes comenzaron a llegar, eso finalizó su conversación. Se dedicó a trabajar en el inventario. Alan la interrumpió, quería presentarle a el chico que le estaba enamorando. Ella dejó todo, para salir al restaurante a conocer al prospecto. Era un chico menudo, pero con un hermoso rostro. Tenía una hermosa sonrisa.

- Vaya, la hermosa Layne. Por fin te conozco - dijo con mucha familiaridad, algo que hizo sentir incómoda a Layne- mi bebé, me ha hablado mucho de ti- indicó, mientras tomaba el rostro de Alan entre sus manos y le daba un tórrido beso.

- Hola, Harold ¿Verdad? - le miró curiosa. Era un chico muy extravagante y llamativo.

- Sí, ese soy yo. Estaba muy ansioso por conocerte. ¿Te gustaría almorzar conmigo?- le invito, caminado hacia una mesa- así podrás conocerme y dar tu aprobación, para seguir con mi bebé.

Layne aceptó, pues le daba mucha curiosidad la manera tan desenvuelta con la que hablaba. Parecía no poseer filtro. Le asustó que su personalidad pudiese opacar a su amigo y tarde o temprano lastimarlo.

Bueno ahora sí, este es el último capítulo del día de hoy

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Bueno ahora sí, este es el último capítulo del día de hoy. Espero que los hayan disfrutado.

Nos leemos pronto...

Nacida para Pertenecer (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora