Estaban cansados, exhaustos de viajar buscando al próximo lider de la manada. Tenían casi tres semanas sin dormir completo. Todas las noches, tenían el mismo sueño. Ella, hermosa y exuberante.
Cada sueño les daba más detalles de la que sería su pareja. Porque ambos lo sabían, ella sería su pareja. La última noche, su aroma había llegado a ellos. Era una mezcla de madre selva con jazmines. Sólo volver a pensar en el aroma los excitaba.
Desde que iniciaron los sueños, estaban en constante excitación, estar con otras chicas nos los divertía ni los hacia llegar. Eso los tenía de muy mal humor.
Para colmo Harold, disfrutaba viendo su tortura. Y le añadía leña al fuego, dándoles acertijos. Ya sabían que la compartirían. Pero no entendían, porque ella era tan importante para necesitar dos betas.
Su padre tampoco ayudaba, cuando iniciaron los sueños ambos se los comunicaron. Arthur era un muy buen padre, siempre había sido muy unido a sus hijos. Ellos lo hablaban todo. Incluso cuando metían la pata. Se enorgullecían de la honestidad que había en su relación.
Pero últimamente, Arthur estaba igual de críptico que Harold. Éste había hablado por teléfono con Arthur. Ellos desconocían de que habían hablado, pero desde que conversaron su padre se había vuelto muy específico en su solicitud sobre el viaje.
Era de vital importancia encontrar su pareja, ellos estaban confundidos. Se suponía que la prioridad del viaje era encontrar el futuro líder de su manada.
Hoy por ejemplo, Harold propuso cambiar la dirección del viaje. Ellos se negaron, habían estado viajando al norte, en línea recta. Harold les propuso viajar al noreste, debido a su fracaso hasta ahora. Daniel, quien era el más dominante, le dijo sin ni siquiera tomar en cuenta la propuesta. Un no, de lleno.
Para su sorpresa, Harold tomó el teléfono y llamó a su padre. Quien, no sólo aprobó la propuesta, sino que, les dio la orden de obedecer a Harold. Ambos explotaron, jamás un beta había estado a la disposición de un omega de esa forma.
Les caía bien Harold, pero de allí a estar á sus órdenes era demasiado. Su padre por primera vez en su vida, fue intransigente. Les dio la orden y sin ninguna explicación les colgó.
Ambos se miraron, entre los dos Dante era el diplomático. Quien siempre veía el vaso medio lleno. Pero en esta oportunidad, estaba igual de enojado que Daniel. Si algo le disgustaba, era sentirse como un títere.
- Entonces- dijo Harold con soberbia- nos vamos al noreste.
Se levantó y tomo su maleta. Sin mirarlos dejó la habitación. Ambos compartieron una mirada de odio. Si las cosas seguían así, era probable que el Omega no llegara vivo a su manada. Ambos sonrieron, al parecer pensaban lo mismo.
Al salir, el Omega los esperaba ya en el auto. Caminaron resignados a ir a un destino incierto.
- Tengo hambre- dijo Harold en tono infantil. Apenas llevaban dos horas de viaje, habían desayunado antes de salir.
- pareces un barril sin fondo- dijo Dante molesto- si nos detenemos nos vas a retrasar más de nuestro destino.
Harold, se colocó en medio del sillón trasero coloco las manos en los puestos de ambos hermanos, se quitó los lentes de sol.
- Llegaremos en el momento adecuado- dijo- vamos a detenernos a comer, muero por una hamburguesa con papas y una merengada de chocolate - finalizó, recostandose.
- ¡Por la Luna!¡Que desesperante te has vuelto!- dijo Daniel- si hubiese sabido esto, no te habría salvado.
- Y estarías muy arrepentido de ello- dijo con soberbia Harold.
-¿Ah, sí? Y eso ¿Porqué? - pregunto Dante fuera de sí.
- Fácil, solo yo puedo llevarlos a su mate- les dijo mirando por la ventana- Allí- indico con el dedo- vamos a comer allí.
Ambos miraron, no parecía un restaurante, parecía un bar. Pero en la puerta tenía una pizarra que indicaba el menú del día. En perfecta caligrafía decía el platillo del Omega.
Buscaron estacionamiento, el Omega salió sin mirarlos. Ambos se quedaron quietos y en silencio. Habían descubierto que su Omega, era un niño malcriado, necesitado de atención.
Al bajar del auto, prestaron atención a su entorno. Era una ciudad grande, nada parecido a los pueblos que habían visitado. Lo cual era normal, dado que esta era una ciudad de humanos. Por lo general, no les gustaba estar en ciudades humanas. Se sentía incómodos y alertas, el mundo paranormal era un secreto para la mayoría de los humanos.
Hace unos siglos atrás, no era así. Humanos y paranormales vivían en armonía. Sin embargo, el hombre envidioso de los poderes que tenían los paranormales, comenzó una persecución llamada la inquisición.
Todo aquel que mostrará algún signo distinto al humano, era torturado y quemado. Por ser un engendro del mal. De ese tiempo, los paranormales hicieron creer a los humanos, que habían sido extintos.
Sería una gran sorpresa para los humanos descubrir, que el mundo tenía tanto o más paranormales que humanos. Llegaron a la entrada del local, era efectivamente más un bar que un restaurante. Supusieron que estaban diversificandose.
Desde la entrada, podías ver todo el local. Estaba decorado en su totalidad de madera, lo que le daba un aire oscuro. Las mesas eran de madera rústica. Al fondo del local, estaba la barra donde se servía alcohol. Justo al lado de una pista de baile, un pequeño escenario y los baños. Olía a madera, cerveza rancia y comida. En el fondo de esos olores, estaba una pequeña estela de un aroma que los había estado enloqueciendo. Dante se detuvo y miro a Daniel, quien estaba igual de impactado. Buscaron por todo el local, intentado reconocer de donde venía el olor, aunque era muy tenue. Lo que solo podía significar que ella había estado aquí.
Escucharon a lo lejos la voz escandalosa de Harold. Quien estaba coqueteando con un empleado del local. Un chico alto y moreno. Y por lo que pudieron notar, respondía a los coqueteos del Omega. Llegaron a él, este les miro con menosprecio.
- Chicos, este es Alan- dijo todo espléndido- es muy mono, ¿no les parece?- mientras el chico se sonrojaba y él se reía con picardía- ellos son Dante y Daniel, son amigos míos. Estamos muy hambrientos, ¿Crees que puedas alimentarnos?
El pobre chico estaba muy avergonzado, algo que el Omega estaba disfrutando. Dante y Daniel, les dio lástima el pobre muchacho. Habían descubierto que el Omega era todo un cazador cuando de chicos se trataba. Y debían aceptar que era muy bueno en ello.
Alan los guió a su mesa, donde un muy emocionado Harold miraba por derredor, como quien busca a alguien. Cosa que no entendían, hasta que lo rescataron, nunca había salido de su manada. ¿Qué estaría tramando?
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Bueno como no había podido publicar, aquí les dejo otro capítulo de regalo 🥰🥰🥰Nos leemos pronto...
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Nacida para Pertenecer (Borrador)
Loup-garouEl mundo gira, todo sigue aún cuando yo muero lentamente. Siempre estuve sola. Me abandonaron al nacer, crecí en las calles acostumbrada a ser violenta para sobrevivir. Lo he hecho bien durante estos 15 años, nadie me ha tocado a parte de alguna gol...