La noche estaba hermosa y sin una sola nube. Se podía ver las estrellas. Una tibia brisa mantenía la temperatura agradable. Layne estaba muy nerviosa, está sería su primera vez. Daniel y Dante, habían decidido tener un tiempo cada uno con ella.
Layne, no entendía como iba a desarrollarse está relación. Ella era muy insegura, casi no había conversado con ellos de nada personal, mucho menos sentimental. Sabía que su cuerpo le pedía, no más bien le exigía, tener sexo con ambos hermanos.
Ella sentía atracción por ambos, pero no iba más allá de eso. Se sentía frustrada, llevaba más de un mes con ellos. Pero también entendía, que ella no lo había permitido. Estaba asustada, temía tener un ataque de pánico ante cualquier contacto físico.
Estaba muy asustada por esta cita, Daniel sería el primero. Estaba en su habitación, mirando por millonésima vez todo su vestuario, sin poder encontrar nada con lo que se sintiera hermosa y cómoda. Al fin, se decidió por unos sencillos jeans y un top negro.
Mientras se arreglaba, no hacía más que pensar en la cita. ¿Y sí se quedaban sin tema para hablar? ¿sí descubrían que no tenían nada en común? Estaba muy ansiosa, ya había tenido que maquillarse tres veces. El sudor, seguía corriendo por su rostro. En algún punto, tuvo un ataque de ansiedad y comenzó a llorar.
Al final, cuando estuvo a punto de desistir, se dió cuenta que ella era una mujer Alfa, por definición alguien único. Significaba que ella era especial. Se miró frente al espejo, observando con atención su atuendo y decidió que se veía bien.
Se llenó de valor y salió de su habitación. Caminó dudosa, deseando poder dar la vuelta y esconderse debajo de sus sábanas. Bajó las escaleras, sentía sus piernas como si fuese gelatina.
Daniel estaba esperando en mitad de la sala, era un hombre realmente atractivo. Tenía unos jeans negros y una camisa a cuadros. Layne se le hizo agua la boca, se sintió hambrienta. Sus manos se movieron inquietas, deseaba recorrer su torso.
- Te ves hermosa- expresó emocionado Daniel.
- Gracias- Layne se sintió cohibida.
Daniel y Dante, querían que ambas citas fuesen muy especial para Layne. Era difícil para ellos no sentirse territoriales sobre ella, pero entendían que ambos no podían estar con ella la primera vez o quizás tardarían mucho más en estar los tres en la misma cama. Lo que más deseaban era verla sonreír y abrirse a ellos, por eso habían acordado salir cada uno con ella y ver hacia donde iban.
Daniel había alquilado un pequeño chalet, en un lugar muy especial. Quería privacidad, pero también quería que fuese una cita real.
Layne lo siguió fuera, donde él, como todo un caballero, le abrió la puerta del auto. Layne jugaba con sus manos, mientras Daniel daba la vuelta para entrar al auto. Los primeros minutos dentro del auto, el silencio denso fue protagonista. Layne no tenía idea de que hablar, así que se concentró en el camino.
- ¿Estás bien? - indicó preocupado Daniel.
- Sí... es sólo- se interrumpió sin saber como decirle sus temores.
- Layne, eres lo las importante para mí. Daría la vida por ti. Puedes decirme lo que quieras. No me ocultes nada- declaró.
- ¿Si no funciona?- preguntó ansiosa.
- Nena - Tomó su mano- vamos a ir un paso a la vez.
Ella asintió en silencio y regresó su atención al camino. Nuevamente todo quedó en silencio. Llegaron a un hermoso chalet, ella se sintió muy nerviosa.
Él le abrió la puerta, le ayudó a bajarse del auto. La guía gentilmente al interior del lugar. Al entrar el olor a madera daba la bienvenida. El lugar estaba hecho en su totalidad en madera, roble. Desde que se había convertido en lobo, los olores los percibía con facilidad e intensamente.
Algo que le agradaba del olor a madera, era que la relajaba. El chalet, tenía un sólo ambiente. Desde la entrada podía ver la mesa con rosas rojas, velas y platos servidos.
- Ven, ¿Te quieres sentar? - Daniel la tomó de la mano para ofrecerle la silla.
Ella se sentó, mientras él hacia lo mismo frente a ella. En ese momento miró con atención el ramo de rosas, eran hermosas y olían exquisito.
- ¿Qué opinas? ¿te gustan? - una lágrima cayó libre por su mejilla. Daniel se asustó- si no te gusta, las boto.
- ¡NO! - gritó- me encantan- inspiró profundamente, para lograr controlar sus emociones- Es sólo que nunca me habían hecho, un detalle tan hermoso. Gracias.
Daniel tomó una rosa y se la ofreció. Ella le agradeció con una hermosa sonrisa, que calentó su corazón. Layne acercó la rosa a su rostro y aspiro su dulce aroma. Nuevamente una agradable calma le invadió, relajando todo sus músculos.
- ¿Tienes hambre?- preguntó ansioso Daniel.
- Ahora que lo pienso sí - comenzó a reír sin control, había estado tan estresada que no había comido en todo el día- disculpa, es que he pasado todo el día comiéndome la cabeza y olvidé comer.
Daniel le miró, sus ojos le transmitieron compresión. Se acercó a la cocina y comenzó a servir la comida. Desde la mesa reconoció los olores, carne y papas al horno. Se le hizo agua la boca.
Daniel trajo los platos y sirvió vino rojo. Comenzaron a comer, en la sala sólo se escuchaba los cubiertos al chocar con los platos.
- ¿Te gusta ser beta? - A Daniel le sorprendió la pregunta.
- Supongo que sí, nací para serlo- respondió dudoso.
- ¿Nunca ha pasado por tu cabeza, liderar tu manada?
- La verdad que no, papá lo hace muy bien. Y cuando nos mandó a buscar un nuevo líder, lo vi muy natural. Supongo que es por la forma como he sido criado. Se espera de mi, ser beta.
Ella le observó, hasta esta altura no había notado sus hermosas facciones. Su rostro era angelical, tal como los dioses griegos en esos museos famosos. Suspiró y regresó su atención a su plato de comida.
- ¿Qué piensas tú, acerca de liderar a tu pueblo? - preguntó Daniel, está vez.
Hola!!! Estaba un poco seca, no lograba escribir ni una palabra. Además que estoy full aprovechando antes de que lleguen las festividades. Pero hoy me dí un chance y escribí este capítulo. Les confieso que me lo disfruté, me sentí Layne. Espero que lo disfruten igual que yo.
Nos leemos pronto...
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Nacida para Pertenecer (Borrador)
Hombres LoboEl mundo gira, todo sigue aún cuando yo muero lentamente. Siempre estuve sola. Me abandonaron al nacer, crecí en las calles acostumbrada a ser violenta para sobrevivir. Lo he hecho bien durante estos 15 años, nadie me ha tocado a parte de alguna gol...