CAPITULO 9 - DELIRIO

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Delirio

Antonio

Ahora entiendo el porque cuando dicen que si estas acostumbrado a una rutina, no debes cambiarla solo porque si. En ningún momento de mi vida me vi en una situación así de tediosa. Yo no tengo modos, no se como actuar o reaccionar ante algunas cosas, estoy acostumbrado a un estilo de vida. A mi nadie me ignora.

Admito que hubo algunas cosas que no le deje muy claro pero si lo primordial ¿cómo esperan que tenga tanta paciencia con una criatura que no entiende? y eso es solo el comienzo, aun no conozco del todo sus actitudes, pero basta con verla para saber que es necia.

Por un segundo pensé que había desquitado mi enojo enojo después de la llamada que tuve y que mi falta de dominio sobre mi fuerza al momento de tomarla del brazo la había lastimado. Claramente lo suyo ya estaba presente desde antes y no me di cuenta. Debió ser el mismo día en que la saque del club.

El cardenal se formó con rapidez desde que la repare semidesnuda aunque confieso que me pareció insignificante en ese momento. No estaba tan agravado como luce ahora y por cosas cómo está me fastidian los humanos, salen heridos con el mínimo esfuerzo y son tan patéticamente frágiles.

Esta situación me pone de malas porque siento que tengo ante mi un recipiente de cristal que en menos de nada se puede agrietar o romper y yo no voy a hacer el papel de cuidador de nadie. Puedo dejar que se retuerza del dolor o termine muriéndose de este, pero sería un desperdicio porque aún no he hecho nada de todo lo que me pasa por la mente y las ganas aumentaron desde que vi sus generosos atributos a pesar de tener un aspecto moribundo.

Me encamino a mis aposentos arriba y paso por el pasillo frente a su habitación. Al otro lado de la puerta se escuchan diminutos quejidos casi inaudibles. Me quedo parado unos segundos siguiendo con la atención y hago el intento de seguir mi camino. Sin embargo mis pies se detienen y no se porque carajo retrocedo en un impulso tomando la palanca de la puerta para entrar.

La encuentro hecha un ovillo en la cama temblando con el camisón y la frente sudada. Antes que pueda percatarme de lo que hago, ya estoy tocado su frente y está hirviendo (fiebre) la cual desencadena los temblores y si no disminuye empezará a convulsionar y entonces se va a joder esto.

Entro al baño llenando la tina con agua intermedia para regresar por ella. La cargo y no pesa en lo absoluto, está muchísimo más delgada de a cómo la recuerdo. Se queja cuando roso su hombro herido y cambio la posición para no lastimarla.

Ya en mis brazos el cabello se le pega a la frente cuando la voy introduciendo en el agua para sumergirla todo lo posible, sus párpados se mueven y debe estar delirando. No puedo soltarle la cabeza porque se ahogaría pero tampoco puedo recargarla en el borde ya que esta incapaz de sostenerse.

No se porque mierdas hago esto en primera «como si a mi me importara» y juro que esta me la va a pagar por tenerme aquí como un imbécil de niñero haciendo lo posible para que le baje la fiebre. Le mojo la frente y la cabeza, pero me resulta difícil mantenerla firme porque no aplica fuerza en lo absoluto, esta tan ida murmurando cosas por lo bajo que no se le entienden. «En verdad que me las va a pagar».

Me quito los zapatos con una mano al igual que me enrollo los pantalones para sentarme en el borde de la tina detrás de ella y poner su cabeza en medio de mis piernas. Sigo humedeciéndole el cuerpo y la temperatura va disminuyendo conforme pasan los minutos, hago control de mis impulsos al ver que el camisón blanco se le pega como una segunda piel y transparenta todo sin dejar nada a la imaginación. No lleva sostén y por lo tanto sus senos están descubiertos. Aún y en en este estado, sus pezones están erectos y las areolas rosadas.

LINAJEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora