CAPITULO 33 - MENTE PERVERSA

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Mente perversa.

Antonio.

Solo han pasado dos horas de vuelo y una desde que mi dolor de cabeza se desmayó. Tecleo en la MacBook que tengo enfrente revisando algunas cosas del trabajo y recibo una notificación de Daniela que parece haber enviado una imagen, la abro y muestra su esbelto cuerpo metido en un sexy conjunto frente al espejo. Si fuera como antes le habría respondido algo  excitante pero no me provoca eso en estos momentos.

Me la he follado tantas veces que el sexo que solía ser costumbre se acabó porque la mujer que tengo enfrente se me metió entre los ojos y ahora más cuando ya probé y me gusto ya jamás había experimentado algo igual.

Acomode su cabeza hacia atrás para que no se desnuque la tonta y sus largas pestañas la hacen ver tan inocente como si no diera pelea o actuara como histérica. Sus párpados se mueven y comienza a sollozar como si estuviera soñando feo, los dedos de sus manos tiemblan y se despierta de golpe agitada.

Hay terror en sus ojos como la última vez que la presencié teniendo una pesadilla y me pregunto desde cuando comenzó a tenerlas pero sobre todo, ¿Qué es lo que sueña para despertar tan asustada con los ojos llorosos?.

Su mirada se encuentra con la mía y recorre el lugar ubicándose, relaja las cejas y cierra los ojos respirando hondo en alivio. Se empieza a mover tratando de estirarse ya que debe estar entumida de estar en la misma posición pero las ataduras no le permiten hacer mucho.

Dejo de mirarla pero ella a mi no, así que vuelvo a lo mío en la computadora. Es un alivio que tenga la boca tapada y así no puedo escucharla renegar como siempre, permanece tranquila unos minutos pero intenta captar mi atención haciendo seña con su mano, indica que quiere hablar y me cuestiono si quitarle o no la cinta ya que estoy demasiado tranquilo en silencio.

Termino quitándosela cuando insiste y al hacerlo lo hago de manera lenta para no maltratarle los labios que quedan rojos y secos. Mueve la boca en alivio y los humecta con la lengua.

—¿Que?.

—Púdrete—es lo primero que dice y hago amago de volvérsela a poner pero se voltea—no no no quiero ir al baño.

—¿Por qué?—le pregunto esperando a que diga por favor.

—Porque quiero mear—da brinquitos—¿o también me vas a castigar quitándome el derecho a mis necesidades básicas?.

Suspiro con frustración y le indicó a Julián que la suelte. Le desenreda el cinturón seguido de las cuerdas pero la levanta dejándole aún las esposas en las muñecas.

—Necesito mis manos libres—se las tiende y él la mira dudoso—a menos que entres a limpiarme tu.

Termina quitándole las esposas y ella se masajea las muñecas mientras yo de reojo veo cómo se le forma el redondo trasero con esos jeans que parecen segunda piel. Se voltea buscando algo y cuando lo encuentra rebusca en su bolsa sacando algo a escondidas pero en el momento en que está por irse al baño, Julián le detiene la mano tratando de ver lo que lleva pero ella se niega a mostrarle aunque termina ganándole y alza un envoltorio verde que examina con detenimiento.

—Es un tampón—aclara ella y todos mis hombres voltean a ver con los ojos desorbitados—va en la vagina pero cuidado, podría matar a alguien con eso.

Se lo arrebata enojada y yo me limpio la cara mirando a Julián con una cara de "¿enserio?". Se marcha hacia el pasillo y veo cómo todos la miran atentamente y al verme la cara lo dejan de hacer rápidamente apenados volviendo a lo suyo.

LINAJEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora