CAPITULO 18 - SECRETO

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Secreto

Clarissa

Definitivamente cada día me sorprende ver mis arranques emocionales e insisto que actúo como si fuera dos personas completamente distintas. Una tiene el control la mayor parte del tiempo y en un segundo puede tenerlo la otra parte convirtiéndome en una desconocida.

No dude en desaparecer de la sala cuando la pelinegra le pregunto dónde lo esperaba y él le contestó que en su oficina. Sencillamente me enoje al punto que no inmute palabra hasta que entro otro hombre que me parece haberlo visto en algún lugar.

Al ver que no estaría sola con ella me relaje sintiéndome mejor al momento de irme. Sé que dijo que me mantuviera alejada de su espacio personal pero por lo visto estará ocupado y yo necesito quitarme los puntos para poder ejercitarme aunque no es lo recomendable.

Toco el pomo de su puerta no sin antes asegurarme que no venga. Me adentro jurando que será rápido pero me termino sorprendiendo cuando entro a su baño y es que no me lo puedo creer. Cuando yo llegue aquí me quede sin habla al ver mi enorme baño pero el de él se lleva el premio mayor.

¿Quien necesita un baño tan lujosamente grande? nadie y menos alguien que vive solo en esta mansión. Me obligo a ponerme en búsqueda rápido sin tocar nada revisando con los ojos hasta encontrar el botiquín. A simple vista no lo veo así que reviso los cajones y bingo doy con el.

Lo tomo rápidamente revisando rápidamente que sea el mismo y cuando estoy segura me salgo del cuarto en puntillas como si estuviera robando algo.

Entro a mi cuarto poniendo el pestillo por si llegara a venir que no creo y hasta la idea me parece absurda. Me meto al baño como si estuviera escondiéndome de hacer algo ilegal y en parte se siente así pero me apresurare devolviendo todo como si nunca lo hubiera tomado.

Preparo las cosas poniendo una toalla aunque no es lo más higiénico aunque admito que está casa jamás muestra rastro de polvo, las mucamas limpian todo a velocidad de luz que ni siquiera me percataba de sus presencias en ocasiones.

Limpio mi mano que reviso con detenimiento asombrada al notar lo rápido que cicatrizo una cortada de semejante magnitud que me hice. Hasta puedo decir que dejé los puntos más de lo que debería aunque sé que se quitan entre 5 o 10 días, pero en este caso al séptimo luce como si los hubiese dejado más tiempo.

Desenvuelvo las tijeras y pinzas que ocuparé antes de limpiarme la mano. Se me dificulta hacerlo con una sola ya que necesariamente ocupo de las dos porque no puedo tirar y cortar al mismo tiempo. Tomo el primero tratando de tirar lo más que pueda para cortar pero se regresa a la piel y me duele ya que el hilo está encarnado.

Insisto que sano demasiado rápido. Tiro de nuevo y duele horrible pero he aguantado cosas peores así que vuelvo a intentar despacio separándolo de mi piel para obtener acceso suficiente para cortar. Lo logro a la mala ya que me desprendo un pedazo de piel. Corto el primer punto y jalo los hilitos encarnados lentamente ya que duele.

Limpio la gota de sangre que me surge y me preparo mentalmente para el segundo de siete. Me cae un mechón en la cara y no se porque miro al espejo llevándome un susto cuando veo a Antonio observándome desde la puerta del baño. No sé qué tiene con lo de asechar sin hacer un solo ruido pero empiezo a acostumbrarme.

—¿Como has entrado?—pregunto mirándolo por el espejo actuando como si no me afectara su presencia.

—Volando a travez de las paredes—inquiere y yo ruedo los ojos—pues obviamente por la puerta.

LINAJEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora