CAPITULO 14 - PRESUNCIÓN

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Presunción

Antonio

Cuando naces en una cuna de oro no es difícil saber qué te espera una vida cargada de privilegios y rodeada de opulencia, sin embargo, el peso de poder sobrellevarla es enorme.

Desde joven siempre he obtenido lo que quiero incluso sin pedirlo aunque realmente eran pocas las cosas que captaban mi atención hasta cierta edad donde adquirí madurez y mis deseos despertaron.

Tuve que crecer demasiado rápido a comparación de cualquier otro crío , me criaron para pensar en la grandeza desde los cinco años, me prepararon para manejar un imperio desde los ocho y tomé el dominio completo desde los trece cuando nadie en mi larga línea lo había hecho jamás.

Así son las cosas en mi mundo, donde estudias en vez de jugar, donde te incorporan en asuntos de grandes y te enseñan a actuar como uno. Ser el siguiente cabecilla de la familia es toda una franquicia aunque para eso tenga que pasar un determinado tiempo y hechos que lo sostenga.

En mi lugar las cosas tomaron un rumbo distinto nunca antes visto. Desde los acontecimientos que llevaron a la extinción de mi linaje, los cimientos de la rama monarca se quebraron y tambalearon todo derribando muros que tarde mucho para volver a reconstruir.

Desde los ocho años quede inclusero siendo el último de mi sangre. Eran pocos los creyentes que confiaban en que lograría tomar el lugar de mis padres y seguir sus pasos siendo demasiado joven para asumir una responsabilidad de esa magnitud.

Me subestimaron y mis deseos por cerrar bocas nunca fueron tan grandes, cosa que me propongo lo logro, cosa que quiera lo tengo cueste lo que cueste.

Las mujeres vienen a mi sin buscarlas, todas desean un mínimo rose o que siquiera las miré. Nunca tuve que esforzarme por atraer al sexo opuesto y menos si naces con atractivo como el mío que al segundo las pone a sudar. Soy el sueño de todas ellas y la pesadilla de los hombres.

Ninguna se me resiste a excepción de una hasta ahora y me llena de insatisfacción saber que no puedo hundirla en el abismo como a cualquiera. Probó de mi dos veces y resultaron no ser suficientes para tenerla a mis pies, a estas alturas ya debería tenerla sometida, manejable.

Pero cederá y puedo asegurarlo que caerá, solo es cuestión de tiempo que entre en estado de "abstinencia" como le llama la gente, un término demasiado corriente para mi gusto, pero no hay otro que describa mejor la sensación.

Somos como una especie de máquinas atrayentes por diversos aspectos, el olor, la apariencia y entre muchos otros factores que a los humanos les llama la atención. Así, despertando la atracción por lo que deberían alejarse a toda costa.

Temen, aborrecen y todo lo demás a nuestra existencia, más no saben que las figuras que tanto adulan allá afuera son el propio enemigo bajo el disfraz de la belleza y perfección.

Vienen solos a la guarida del depredador cuando la necesidad los plaga por obtener una probada de muerte. Un ejemplo claro es como el pez abismal y el fotóforo que embelese a las presas y cuanto menos lo esperan caen en la trampa siendo devorados.

Sin embargo con ella ha resultado difícil, tanto hura odiarme, pero no puede evitar sentirse atraída por mi y lo demostró muy fácilmente con las ganas y fuerzas intensas con las que se prendía de mi boca al momento del contacto, es confuso e incluso extraña.

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