CAPITULO 52 - NOCHE

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Noapte de impereche

Antonio

Las reuniones y fiestas siempre me habían parecido absolutamente aburridas, sobre todo cuando se trataba de vestirme de gala. Está en especial era una noche importante a la que sin duda me arrastrarían, tendría que soportar las pláticas de los adultos que iban más allá de sus intereses o fingían ser lo suficientemente ignorantes como para hacer preguntas constantes con el único fin de obtener cualquier información valiosa que les hiciera conocer una mínima debilidad.

El poder de las palabras era tan asombroso, unas podrían beneficiarte y otras hundirte bajo tu propia trampa si no las cuidabas. Me acostumbre en cierto modo y entendí que a veces era mejor permanecer en silencio, dejar a la expectativa sin que supieran que era exactamente lo que te pasaba por la mente, una mirada inexpresiva desencadenaba una temerosa en ellos, no había nada más aterrador que una tranquilidad filosa y peligrosa como el temperamento de los sangre pura, un don para solo aquellos que estaban destinados a gobernar de naturaleza.

—No quiero salir—me queje observando al hombre que acomodaba su traje frente al espejo—y yo se que tú tampoco.

—Tienes razón—sonrió con gracia volviéndose a mi—no quiero hacerlo.

—¿Entonces por que debemos?—pregunte dejando que sus grandes manos a comparación de las mías, arreglaran mi pequeño saco —no me gusta caminar entre la falsedad.

—Por que a tú madre si le gustan estas veladas y más la de hoy que es significativa, además sabes que es nuestro deber—responde poniéndose de cuclillas—no podemos dejar que vaya sola ¿no crees?

—¿A pesar de que detestes tanto ese ambiente?

—A pesar de que lo destete—asiente acomodando mis gemelos en la mangas,  iguales a los que trae el.

—¿Por que?

—Así existan cosas que no disfrute al igual que ella, estoy dispuesto a soportarlas si con eso la puedo ver sonreír, su felicidad es la mía—enarca una ceja—aunque eso signifique soportar los chirriantes violines y bailar hasta que me ardan los pies.

Lo observo sonreír de esa manera que solo le dedica a madre o a mi, la mayor parte del tiempo mi padre no lo hace y menos ante la sociedad de los vampiros. Destila miedo a donde quiera que vaya y su rostro siempre parece un glacial para mantener en lo alto su poder y mando como todo un líder.

—El amor hace hacer a la gente cosas raras—arrugo la nariz y él se detiene para verme a los ojos, los mismos que poseo yo.

—Concuerdo contigo—apoya las manos en mis pequeños hombros que no son ni la mitad de fuertes que los suyos—pero es parte de amar, cuando es así no te importa hacer lo que sea con tal de hacer feliz a esa persona, de protegerla incluso si eso significa dejar de ser tu mismo.

—Yo nunca dejaría de ser yo mismo por alguien—suelta una risa ahogada y acaricia mis mofletes—sería perder y yo no pierdo.

—Tienes temple de acero Antonio—se pone de pie con esa elegancia que lo caracteriza—y te será muy útil en un futuro para ser un líder, sin embargo aun no entiendes lo que quiero decir.

—¿Y cuando lo entenderé?—levantó el mentón con su altura superior a la mía.

—Lo sentirás, no se trata de tiempo, ni de crecer, solo lo sientes y eso es todo—arrugo las cejas—ahora vamos o tu madre nos matará a ambos.

LINAJEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora