CAPITULO 10 - ESMERALDAS

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Esmeraldas

Clarissa

Ya pasaron 4 días sin la presencia de Antonio y estoy un poco extrañada de su ausencia. Porque de cierta manera quiero verlo y no se porque si es un imbécil.

Un imbécil que me socorrió. Estos días me he dedicado con tanta motivación a recuperar mi estado y puedo afirmar que me va de maravilla. Retome el ritmo de alimentación y la sensación de cansancio y debilidad se han ido, aunque aún me falta recuperar fuerzas a comparación de antes.

Encontré una habitación equipada con aparatos de ejercicio y era bastante obvio que este hombre tendría un gimnasio en su propia casa para mantener ese cuerpo de pecado.

Me levanto de la cama y siento pequeños punzones en el vientre y se lo que significa, mi momento más temido está por llegar y no tengo nada para eso. Me apena tanto tener que pedirlo, mientras estaba en las celdas nos daban pastillas que nos impedían menstruar y aunque sabía lo dañino que era, entendía cual era el punto. Me temo que ya me desintoxiqué y vuelvo a la normalidad.

Bajo como todas las mañanas a desayunar fruta picada con granola, yogurt y miel. Suena asqueroso la parte de la miel, pero a mi me encanta y lo saboreo gustosa. No me quejo de lo que encuentro, eso a no tener nada. Además de que me hace bien comer sanamente para poder facilitar mi recuperación.

Pico los pedacitos llevándolos directo a mi boca y mastico disfrutando de su sabor hasta que el sonido de unos tacones en el umbral acercándose y voces discutiendo me distraen.

—Señorita ya le he dicho que el Sire no se encuentra por el momento —reconozco la voz de Alex explicando con cierta urgencia.

—Lo esperaré como quiera —responde la segunda voz proveniente de una mujer.

—A él no le gusta que lo esperen —insiste.

—¿No tienes nada que hacer? —se exaspera — solo vete y ya. He dicho que no voy a irme de aquí hasta hablar con él.

Se acercan y la mujer se queda quieta cuando entran en mi campo visión. No se que decir exactamente o si opto por levantarme e irme, pero trato de articular palabras en este momento tan incomodo en el que Alex se peina el cabello recogido en una coleta.

—Hola —medio levantó la mano

Se quita las enormes gafas negras y enderezo en la silla para detallarla al mismo tiempo que lo hace conmigo pero de una manera despectiva como si yo fuera un perro más.

Es pelirroja artificial y lo sé porque tiene las cejas oscuras. Luce un vestido tan ceñido que el escote pareciera que está apunto de reventar y si se inclina un poco estoy segura que mostraría la ropa interior.

Me doy cuenta que todo lo que porta es de etiqueta, el gran bolso Channel, las zapatillas LV, las joyas y no me extrañaría que hasta el labial rojo fuera tan costoso.

Todo eso no es lo que me sorprende, si no, los círculos verdes como las esmeraldas que carga en los ojos. Son un color sobre natural que nadie normalmente poseería. Es realmente impresionante e intimidante. «Una noble de nacimiento».

—¿Quien es esta? —me apunta con la uña perfectamente limada— explícate Alex.

No puedo evitar sentirme ofendida y levanto las cejas acomodando mi cabello. Alex no dice nada y ella rueda los ojos dándole la espalda.

LINAJEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora