CAPITULO - SIRE

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Cuando tienes el mundo en tus manos, difícilmente hay cosas imposibles para ti. Las más fáciles llegan en bandeja de plata. He tenido mis propias batallas y luche por las más difíciles, no soy conformista y la palabra "no" tienen que pensársela dos veces conmigo. Por ahora no existe nada en la fas de la tierra que no haya conseguido. Sin embargo, eso no quiere decir que vivo despreocupado. Trabajo día y noche, cada día sin parar. Tengo toda una estirpe que dirigir.

Soy autoridad, soy la realeza y soy su señor.

—¿Me permites darte un consejo? —Beniel camina con afán a mi lado.

—No, no te lo permito —me coloco los lentes oscuros mientras avanzo con mi guardia rodeándome.

—No debiste matarlo Antonio ¿Ahora que va a hacer Bucarest sin un presidente? —se escucha preocupado.

—Me tienen a mí —digo lo obvio— mi ciudad, mi país. Ya se las arreglaran de todos modos.

Rumania es como ese lunar en mi piel, un recordatorio de mis raíces y si mando en un lugar por completo a comparación de otros. Es este. Nueva york es mi hogar actualmente, pero eso no quita que tenga que ver primero por estos rumbos. El presidente se quiso pasar de listo metiendo las narices donde no debe y a mi cosa que me estorba, es cosa que quito de mi camino sin importar quien sea.

—Si como no —se quita el pañuelo que porta en el traje y me lo tiende— yo regreso ahora mismo a Nueva York ¿Por qué no te vienes conmigo?

—No puedo, tengo algunas cosas que dejar listas antes de retirarme— respondo limpiándome la sangre de mis guantes de cuero y se lo devuelvo cuando termino.

—Está bien —nos acercamos a la entrada— te veo allá.

Me adelanto mientras que él se queda atrás y comienzo a toparme con los medios que se empujan entre ellos con las cámaras enfocándome. Gabriel mi consejero ayuda a mantenerlos alejados de mí y dejo que hagan todas las fotos que quieran en el lapso que abordo la camioneta. No es un secreto que la sociedad tenga curiosidad en mí ya que, siendo tan joven, soy uno de los empresarios más importantes. Creen que toda mi fortuna se debe a mis negocios, pero mas no están enterados que casi todo es un patrimonio de milenios que pasa de generación en generación.

Gabriel rodea subiendo y no tardan en ponerse en camino. Mi celular vibra en repetidas veces y lo reviso ignorando los constantes mensajes de Daniela. Giro el cuello fatigado y me deshago de los guantes que yacen impregnaos de la sangre de aquella basura que no tardaran en encontrar muerto.

—Hazte cargo —le ordeno a Gabriel sin dejar de teclear en mi teléfono.

—Lo hice desde que entraste —su voz tiene cierto reproche— te dije que no era el momento. Habrá un día en que ya no pueda seguir ocultando tus actos que solo te ponen en riesgo de que todos se enteren de quien eres en realidad. El secreto de la familia.

—Me daría igual si lo supieran —aguardo el aparato— y ambos sabemos que no es un puto secreto y menos para esta ciudad.

—¿Que paso con mantener un perfil bajo?

—Eso hago —me encojo de hombros.

El suspira enojado tallándose el cabello, ciertas arrugas ya comienzan a acentuarse en el rostro del consejero que me conoce desde toda la vida.

—¿Como esta lo mio?

—Supongo bien —volteo a verlo— no eres el único que tiene trabajo —responde escudándose— tus caprichos pueden esperar.

LINAJEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora