CAPITULO 23 - EXTASIS Y PLACER

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Extasis y placer.

Clarissa

Me encuentro acostada frente a la chimenea y el calor provoca quedarme dormida. Por extraño que parezca el frío ha disminuido y yo sueño con los ojos carmesí que me acompañan en cada fantasía. Me molesta despertarme con mi intimidad empapada y palpitante, se está llevando demasiado crédito por parte de mi pero ¿a quien engaño? ese hombre es la fantasía erotica de toda mujer.

No dejo de sentir la sensación de la punta de su pene paseándose entre mis labios, recuerdo bien la necesidad y el desespero que sentí por que entrara en mi. Honestamente lo deseo con intensidad pero temo probar de la fruta prohibida y caiga en un abismo del que me cueste salir.

Aslan permanece como buen perro a mi lado y yo inhalo la bufanda disfrutando del perfume de Antonio que aún permanece en ella y me reconforta en cierta manera.

No se la hora que es, pero al escuchar ruidos provenientes de afuera me percato de la orden de Antonio. Distingo voces diferentes a lo cual deduzco son más de tres personas. Me levanto velozmente escondiéndome en la biblioteca cuando entran varias personas a la sala.

Se diferencian voces masculinas y femeninas. Hablan de posiblemente un evento que merece festejarse y alguien enciende la música iniciando los aullidos. Estoy en cuatro patas y Aslan viene hasta mi con la manta que deje frente a la chimenea.

—¿Ahora como me salgo de aquí?—le pregunto al perro.

Visualizo a mujeres desnudándose y a los hombres aplaudiéndoles. No tengo idea de quiénes sean pero no escucho ninguna voz familiar y temo que sean vampiros malos como Erik y me terminen haciendo algo cuando me descubran. «A esto se refería con que me quería en la habitación»

Para llegar a las escaleras puedo utilizar el pasillo que da hacia la cocina sin que me vean. Me pongo en de pie asomando la cabeza y cómo deduje. Hay 4 hombres y 5 mujeres que se sientan en los regazos de ellos mientras se alimentan mutuamente. Unas permanecen aún con ropa y otras beben bailando desnudas, la música está alta, las luces se tornaron rojas y no tengo idea de como lo hicieron.

Están a metros de mi y solo es un pequeño tramo que tengo que cruzar para escabullirme. Me preparo mientras todos están absortos en sus pensamientos y rezo para que no me vean, corro de puntillas con el corazón al mil y cuando estoy en la cocina me recargo sobre la pared controlando mi respiración.

Me encamino hacia las escaleras pero la botella de vino qué hay en la encimera y los cigarrillos, me distraen por el antojo que me surge. He tenido mucha abstinencia desde que fumé mi último cigarrillo. Reviso que no venga nadie y tomo la botella y los cigarrillos escondiéndolos en mi suéter.
«Que se jodan, yo los necesito más»

LINAJEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora