CAPITULO 29 - CONOCER EL TEMOR

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Conocer el temor.

Antonio

Mis pensamientos son una tormenta de advertencias incongruentes de las cuales no tengo ni la menor idea de cómo considerar ya que no se con precisión lo que me sucede. Por primera vez quisiera permanecer más ebrio que sobrio para aclararme la cabeza pero ni así logo quitarme su cara de los ojos, no veo nada más que no sea ella a cada maldito minuto. Cosa que me pone de mal humor porque no tengo idea de lo que le pasa por la cabeza. Se enoja, me grita o digo algo y se vuelve a enojar y aveces me gustaría entenderla ya que no es como todas las mujeres que he conocido.

Desde que me llegó el mensaje de los licántropos ando de un genio que nadie quiere atreverse a lidiar.
Por unos momentos me pregunté ¿porque me aferro tanto a una simple humana?.

Viéndolo desde ese punto caigo en cuenta de que perdí los estribos en cierta manera y a mi me gusta tener el control de todo. Mi gusto por ella es innegable porque me atrae sexualmente pero hasta ahí. Solo disfrute del sexo y es todo, no tengo porque estar recordándola a cada segundo del día.

Honestamente pensé en la posibilidad de arrepentirme ese día pero no puedo encontrar el sentimiento. Soy hostil y lo sé, pero ese momento que compartí con ella aunque fuera muy corto, jamás lo había hecho con nadie. Me hizo reír, me quito tantos problemas de la cabeza, me hizo sentir... ¿bien?.

Hasta que tuvo que venir Gabriel a despertarme de la ensoñación. No puedo ser amable con ella porque ni si quiera sé como serlo, pero no me gusta verla enojada porque extrañamente no lo soporto, no lo domino y me enfurece.

Cuando vi a Bastian besando su mano estaba apunto de arrancarle el brazo por su atrevimiento pero técnicamente no hizo nada malo pero el simple hecho de verlo tocándola me enloqueció. La vi perfectamente, lucia diferente, se había maquillado muy sutil y aunque no lo necesite, resaltó aún más su belleza.

Los jeans que traía abrazaban sus caderas y muslos trabajados, su abdomen plano me recordó la noche en que pase mis manos por él y las marcas que dejaron mis dedos cuando la tomaba de la cintura. Yo estoy con consiente de que la mujer no está nada mal pero odio alguien más sé de cuenta y me lo recalque.

Trate de mantenerme alejada de ella para no quitar mi actitud hostil y digamos que los problemas que estaban surgiendo me eran de ayuda. Beniel capturó a un vampiro que honestamente ni yo sé que es lo que tiene, su apariencia esta descompuesta como si de alguna manera fuera un mutante.

Conozco sus identidades y eran esclavos que yo tenía ubicados por la ciudad trabajando para mi hasta que desaparecieron sin dejar rastro y ahora ya veo él porque. Necesito al mejor para estudiarlos y ya tengo en mente quién. Es la mejor científica e historiadora de nuestra raza y es Eloísa Giambroni, la mujer que cuidó de mi después de la muerte de mis padres ya que nuestras familias siempre fueron demasiado apegadas.

No tengo tiempo para hacerla venir así que la telefoneo para informarla de lo que tengo en mente ya que necesito respuestas lo antes posible.

Señor—contesta al otro lado—¿a que se debe el motivo de su llamada?.

—Estoy solo.

¡Hola cariño!—me alejo el teléfono cuando alza la voz—¿como está mi joven grande y apuesto?, cielos no recuerdo cuando fue la ultima vez que escuché tu voz—se le quiebra la voz y yo cierro los ojos—ni siguiera te acuerdas ya de mi.

Eloísa es idéntica a Cecilia y Beniel con respecto al sentimentalismo cosa que me incomoda. No soy su verdadero hijo pero siempre me trato como uno, ha hecho tantas cosas por mi desde que tengo uso de razón y por ello es una de las pocas personas a las que les rindo respeto. Por eso dejo que sea ella misma conmigo aunque me enferme y empalague con su cariño ya que sigue viéndome como si fuera un crío aunque ante los demás se dirija hacia mí como su superior.

LINAJEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora