CAPITULO 22 - CONFESIÓN

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Confesión

Clarissa

El tiempo perdido me está costando y mucho, lo primero es que la herida me quito varios días de avance y aunque pueda agarrar el ritmo con facilidad, no puedo permitirme más obstáculos como esos. Aunque me dé en mi orgullo tengo que mantener las cosas tranquilas con Antonio.

Anoche lo pensé bien ¿porqué calentarme la cabeza con asuntos ajenos?. Si lo pienso bien es demasiado estupido y nada digno de mi, yo no soy una mujer celosa. Con Henrry nunca lo fui a pesar de ver como le coqueteaban las chicas ¿porqué este tipo seria excepción?.

Esa es la parte razonable de mi comportamiento pero la vengativa exige recuperar mi orgullo. Como bien dije en un principio, tengo un pasado manchado por actos que no me enorgullecen y la venganza es el tema principal de la historia. Pero esta vez lo amerita y no la emplearé como tal, usaré el punto débil de la persona.

Me coloco un disco entre las piernas, sujetado con una cadena al rededor de mis caderas. La barra se encuentra más alta de lo normal y tengo que saltar para prenderme de ella.

Escucho la puerta de abajo cerrarse y deduzco que ya llego. Me sujeto con fuerza y comienzo a hacer dominadas, cuando estoy por la numero 13 escucho como entra a la habitación e intento calmar el nerviosismo. No dice nada pero lo siento parado detrás mío.

Los brazos me tiemblan pero aún así no dejo de subir. Llego a las 30 dominadas y los músculos me arden.

—¿Me ayudas a bajar?—le preguntó sabiendo que no necesito ayuda—me duele la muñeca—miento.

No dice nada pero sube sus manos hasta mi cintura sujetándome para que me suelte. Me baja y me carcomen las ganas por tocarlo.

—No deberías estar haciendo eso—me contesta ayudando a quitarme la cadena con el disco.

—Tengo que—me volteo a verlo—¿o como crees que mantengo mi cuerpo? tengo que recuperaría figura.

Lo observó encaminarse hasta el ducto donde avienta el gorro de lana que traía en la cabeza y se quita la sudadera quedándose en jeans deportivos. Actuó con naturalidad evitando recorrer su cuerpo y mantener la mirada fija en su cara.

—Suerte con eso y no me pidas ayuda cuando la mano se te lastime otra vez—me contesta—no soy tu curandero personal y esta vez te dejaré morir.

—¿En serio fuiste a correr?—cambio el tema y el asiente—hace un frío de porquería afuera, está nevando y tú saliste aún así.

Me coloco en posición para volver con las dominadas pero esta vez sin peso extra.

—El frío no me afecta—responde en tono frío como acostumbra.

—Se nota—le respondo en el mismo tono—pero aquí dentro hace calor, uff—exclamó limpiándome el sudor que me escurre a causa de la calefacción que encendí.

Me volteo dándole la espalda y deslizo el cierre del suéter que traigo puesto. Puedo sentir sus ojos clavados en mi espalda y lo escucho respirar hondo cuando dejo ver mi sujetador deportivo diminuto que me puse esta mañana para este propósito. Me tapa de la parte delantera solo lo necesario, el escote es pronunciado pero es bastante pegado como para evitar que una teta se me salga, dos tiras diminutas cruzadas son lo único que me lo sujeta y deja casi toda mi espalda descubierta.

Es demasiado sexi y provocador, cosa que yo nunca me hubiera puesto antes pero me propuse a regresarle todo lo que me ha hecho y mi cuerpo es algo a lo que le cuesta resistirse. El short ceñido de licra también es un arma más. Continuó con las dominadas hasta que un calambre en la muñeca hace que me resbale aunque aún me sujete con la otra mano.

LINAJEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora