Ya nada será igual a lo que imaginaba, su pasado la torturara cada día intentando salir. El tomará todas sus primeras experiencias haciéndola caer en él abismo del deseo carnal. Pronto todas las preguntas sobre su pasado irán saliendo a frote junto...
El viento golpea las copas de los árboles y los más viejos caen. La lluvia no cesa e inunda las calles, los ríos se desbordan y arrasan con todo a su paso, el cielo oscuro es iluminado por los relámpagos tiñéndolo del color púrpura característico de la tormenta. Rayos caen por todas partes sembrando el miedo a los habitantes. Nadie tiene idea de lo que sucede pero temen a lo que se viene.
—¿Qué se supone que piense? ¿Cómo quieres que me sienta?
—No tienes que pensar nada, la realidad está ante ti aunque te cueste creerlo.
—No eres real, nada de esto lo es.
—Entonces tócame y convéncete de que soy real y estoy aquí. Hazme él amor.
—Tú no puedes estar aquí...no puedes.
—Lo estoy y jamás me iré otra vez.
Se frota la cabeza y tira de su cabello con el dolor reflejado en los ojos. Sus ganas se notan en cómo su cuerpo es atraído por el mío. Besa mis labios con necesidad y por un momento el tiempo se detiene cuando llega el contacto y se siente en cada partícula de nuestras pieles.
No hay brusquedad en su tacto, sus manos me tocan con miedo a que mi existencia desaparezca. Nos desnudamos el uno al otro sin prisas, sin prejuicios y solo somos dos almas que estaban destinadas a encontrarse otra vez. Porque esto es una muestra de lo poderoso que es el universo al ponernos de nuevo en el camino largo del que un día nos desviamos.
El mundo afuera es un caos mientras seres poderosos se hacen suyos el uno al otro en medio de la tempestad. Cada embestida es un trueno en el cielo, cada gemido aumenta la intensidad de los vientos y los orgasmos encienden el fuego que ni el agua puede apagar. No se percatan y solo se ocupan del placer carnal que surge al aparearse.
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