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Shawn ha crecido muchísimo en la industria en estos últimos meses. El videoclip tuvo un gran éxito, y ha dominado en varios premios. Las prensas están como locas acosándolo, y su canción, en la cual participé en el videoclip, está en el puesto número uno en los Billboards. Honestamente, estoy muy orgullosa de él.

Por mi parte, volví a Argentina hace dos semanas. Con mi padre compramos una casa nueva, y él empezó su nuevo emprendimiento. Desde que llegué, no he visto a Christian. Me ha estado mandando WhatsApp que ni siquiera he visto. Desde que volví de Los Ángeles, me encuentro muy confundida y necesito tiempo para mí, para pensar en mi futuro.

Por otro lado, Shawn no me contesta los WhatsApp, y siento que, por alguna extraña razón, me está evitando.

— ¿Te gusta? —dice mi padre, mostrándome su nuevo despacho.

— Es hermoso. —sonreí. Él me mira fijo.

— ¿Qué te sucede? —se cruza de brazos.

Sonreí para ocultar mis nervios.

— Nada. ¿Qué me podría pasar? —me levanté del sofá y lo abracé—. Solo te echaba de menos.

— Y yo a ti. —correspondió mi abrazo—. Estaba feliz de que hayas dejado de trabajar en esa cafetería. Te tenía doce horas allí encerrada, y solo por las noches te veía. Pero ahora, es diferente. —Me observa—. Ahora estás conmigo, pero mañana ya estás tomando un avión y no te veré por un tiempo. —Suspiré.

— Lo sé, y sé lo que debes sentir. Pero te prometo que por un tiempo no me iré. Las cosas ahora están muy calmadas.

— Está bien, hija. —Se separa de mí—. ¿Qué anda pasando con Christian? —Hice una mueca.

— Nada, con el tema de la mudanza he estado ocupada —mentí—. Debo hablar con él.

Él asiente y me deja sola.

Agarré mi móvil y busqué su conversación. Tenía seis mensajes sin abrir.

Hola... lo lamentó por no contestar, con el tema de la mudanza he estado ocupada. ¿podríamos quedar para hablar?.

Hola cariño. no te preocupes, te entiendo.
¿Quieres que vaya a tu casa, ó tú en la mía?

¿Puede ser en algún lugar público? no sé, ¿alguna cafetería?

Claro. en la de siempre.

te veo allí.

Fui hasta mi habitación y me arreglé un poco.

—¿Me puedo llevar tu auto? —le pregunté a mi padre.

— ¿Volverás? —Asentí.— Las llaves están en mi despacho. Ve con cuidado.

—Gracias. —Sonreí.

Llegué al punto de encuentro y me encontré con Christian.

Nos saludamos y pedimos algo para merendar. Él empezó a hablar de las cosas que hizo cuando yo no estaba, las noches desveladas que pasó estudiando, los parciales, las discusiones con su padre y lo mucho que me extrañaba.

Pero mi cabeza solo estaba en otro sitio, pensando en otra persona.

—¿Estás bien? —me preguntó preocupado.

—Sí, solo... —Suspiré—. No creo que pueda seguir con esto.

— ¿Qué? ¿Qué quieres decir? —Él estaba confundido.

—No somos solo nosotros dos, y eventualmente alguien terminará lastimado... y preferiría que sea yo. —Tragué saliva. Él cambió su expresión.— Sólo necesito ir a casa...

Agarré mi bolso dispuesta a salir.

—Martina, espera… —Lo observé.

—Por favor, solo vine a... decirte en qué te convertiste en una persona maravillosa. Y espero que no dejes que esto lo cambie. —Sentía una presión en mi pecho.

Estaba cortando con la persona que me hizo feliz durante mucho tiempo, a quien sigo amando con toda mi vida. Pero debía hacer esto antes de lastimarlo más.

—Bueno, no me dejes. —Se agarró la cabeza.

—No estoy haciendo esto para lastimarte. —Mis ojos se llenaron de lágrimas.

—En nuestra segunda cita oficial, te sentaste en el auto y dijiste que nunca te irías. Que pasaríamos el resto de nuestras vidas juntos. —Cerré los ojos y desvié la mirada, dejando caer mis lágrimas—. Y ahora ni siquiera puedes mirarme a los ojos, ni te importa decirme el porqué...

—Vi lo que era importante... y tomé la única decisión que pude. —Volví a secar mis lágrimas.

—Algo más te cambió. ¿Qué fue? Porque el amor no simplemente desaparece. —En sus ojos pude notar tanto dolor, y el verde de sus ojos estaba tapado en lágrimas.

—Nunca podremos estar juntos. Por favor, solo sigue adelante, sé feliz. —Acaricié su mejilla y él cerró sus ojos.

—No puedo. —Derramaba lágrimas de sus ojos.

—¡Perdóname! —Acomodé mi cabello—. Eres mi primer amor, pero ya no puedo seguir así. Por lo menos, no ahora. —Él asintió.

Tomó mis manos y me observó.

—Sabes, te podría haber sostenido por siempre, y no hubiera sido suficiente.

Besó los nudillos de mis manos.

—Siempre te amaré, Chris.

Me levanté de mi lugar, agarré mi bolso y salí de la cafetería, dejando a Christian deshecho en aquel lugar.

Quién iba a decir que en el lugar donde nos conocimos, también íbamos a terminar.




Recuérdame ~ Shawn MendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora