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Shawn.

Decidí pasar unos días en Canadá en casa de mis padres con mi novia y estar con Aaliyah, quien regresó hace unos días de un viaje con su novio y la familia de él.

— ¿Y cómo está Martina, Shawn? —preguntó mi madre, y Camila alzó la mirada.

— Bien —contesté nervioso—. No he hablado con ella desde que volvió a Argentina —tragué saliva—. He estado ocupado —agarré la mano de mi novia.

— Hmm. Es una chica muy dulce —habló mi madre—. Tienes que volver a traerla, así ella vuelve a hacer ese postre tan rico —Camila me observó.

Madre, acabas de meter la pata.

— Por favor, así vuelvo a salir de paseo con ella —esta vez habló Aaliyah—. Aún nos quedó una salida pendiente.

— Oh, Aaliyah. Puedes salir conmigo —habló Camila —. Nosotras aún no tenemos una salida de chicas —sonrió.

— Ahm... Cam... Me encantaría, pero eres muy famosa y no dejarán de pedirte foto —hizo una mueca.

— Bueno… —hablé yo—. ¿Qué cenaremos? —pregunté, cambiando de tema.

— Vendrán unos amigos esta noche —comentó mi madre.

— ¿Los padres de Nathan? —pregunté.

— Y Nathan —contestó mi madre.

Camila me observaba, intentando descifrar qué pasaba por mi cabeza.

— Okey. Nos avisa —ella asintió, y salí de la cocina con Camila de la mano.

— Te…

— Sí, es sobre Martina, lamento no habértelo dicho. Me olvidé, creí que no te interesaría y… —ella me interrumpió.

— No, no era eso —sonrió—. No quería que me des una explicación —habíamos salido al patio trasero—. Quería hablar de algo contigo —me miró.

— ¿De qué se trata? —la observé.

— ¿Nunca pensaste en el matrimonio? —esa pregunta me tomó por sorpresa.

— Me parece algo hermoso. ¿Por qué? —ella alzó sus hombros.

— ¿Nos ves casados en un futuro? —ella miró al cielo— Hubo un cierto tiempo donde nos imaginábamos casados, en una casa hermosa, con muchos animales —nos reímos—. A mí me encantaría que eso suceda, donde estemos comprometidos —me sonrió—. Sería una ceremonia íntima, donde estén nuestros padres y amigos muy cercanos, en un lugar rústico con una decoración hermosa, y yo usando un vestido blanco de princesa —tomó mis manos—, y tú, hecho un príncipe.

Los primeros años de relación con Camila, no había un segundo donde no pensara en casarme con ella, imaginando vivir en una casa con un patio grande y tener muchas mascotas.

Pero ahora, mi cabeza no deja de dar vueltas, y en estos momentos estoy en crisis de emociones, que ni siquiera sé lo que quiero.

— Sé que sueno muy apresurada con el tema, y te entiendo —suspiró—. Pero quiero que sepas que estoy dispuesta a casarme contigo en un futuro —me observó.

— Lo sé, y suena maravilloso —contesté.

— Siento interrumpir —se acercó mi madre—. Cami, tu móvil estaba sonando, y puede ser importante —le dieron su móvil.

Mi madre se despidió, y yo le di un poco de privacidad a Camila y me senté en el césped.

Minutos más tarde, se acercó.

— Lo lamento —suspiró—. Debo ir mañana a Los Ángeles a terminar una canción.

— Está bien. Te acompaño —ella sonrió.

— Gracias.

Al día siguiente, me despedí de mis padres y de mi hermana antes de dirigirme al aeropuerto con Camila. Después de varias horas de vuelo, llegamos y Jake nos esperaba en el aeropuerto. Subimos a la camioneta y nos dirigimos a mi departamento.

— Shawn, cuando tengas tiempo hoy, ve a la oficina de Andrew. Quiere verte —asentí.

— Está bien.

Al llegar al departamento, dejamos nuestras cosas y ambos nos dimos una ducha por separado.

— Apenas termine de hablar con Andrew, iré al estudio a verte —le besé la frente.

— Está bien, cuídate —asintió Camila.

Camila se bajó del carro y yo conduje hasta la oficina de Andrew. Al llegar, estacioné y bajé del coche. Caminé hasta la entrada y, sin querer, choqué con una persona.

— Perdóname —me disculpé y miré si se encontraba bien. Me tensé al ver a Tina.

Ella al verme puso sus ojos en blanco e intentó seguir su camino, pero agarré su mano.

— ¿Cuándo llegaste? —pregunté, pero no respondió.

— ¿Me dejas ir? —sonaba enfadada.

— Si es porque no he hablado, he...

— ¡No me importa! —me interrumpió.

— ¿Qué hice? —reí, sorprendido por su reacción.

— No importa, ya está hecho, se terminó —murmuró, dándose la vuelta para irse.

La volví a frenar.

— Espera... ¿De qué estás hablando? —estaba confundido.

— ¿Te sentías mal por mí? ¿Fui tu caso de caridad? ¿Por eso me buscaste? —se cruzó de brazos, y fruncí el ceño.

— ¿Qué significa esto?

— ¿Pensaste que podías jugar conmigo? —se rió irónicamente—. ¿Sabes cuál es lo peor de enamorarme de un chico que no me corresponde? —me miró directamente a los ojos—. Te enamoras igualmente porque piensas que puedes cambiarlo. Te perdono, te acepto, me preocupo por ti, te doy todo lo que quieres y me haces sentir como una idiota.

— No te entiendo —contesté, confundido por su arrebato. ¿De qué hablaba? Si ella fue quien me rechazó aquella noche.

— ¿No me quieres? —preguntó.

— No... —mentí.

Ella agachó la mirada, sintiéndose humillada. Intenté que me mirara, pero sacó bruscamente su mano.

— ¡Eres un cobarde! ¿Lo sabes? No peleas por amor, ¡te aterra! —me empujó.

— Tina, vuelve a Argentina. Christian es el que te corresponde —intenté calmarla.

— Él y yo terminamos —colocó su mano en la frente y dejó caer lágrimas.

— Oh —esto sí me tomó por sorpresa.

Sin más, cruzó la calle dejándome con la boca abierta.



Recuérdame ~ Shawn MendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora