~Martina~
Ella está allí, en esa habitación de hospital, rodeada por una luz artificial que apenas disimula la frialdad del lugar. Desde su ingreso, ha decidido que no quiere ver a su padre. Le ha prohibido que la visite. El dolor que siente por lo que cree que fue su abandono es tan grande que ha cerrado las puertas de su corazón para él.
Los días se arrastran en una interminable soledad. La tristeza se ha convertido en su única compañía, y la ausencia de Shawn es como una herida abierta. Hace tiempo que no tiene noticias suyas ni ve su rostro reconfortante. Pregunta a las enfermeras una y otra vez si saben algo de él, aferrándose a la esperanza de recibir una noticia que pueda aliviar su angustia.
Pero cada respuesta negativa que recibe solo añade más peso a su tristeza. Se siente atrapada en una habitación que se hace cada vez más pequeña, con la soledad envolviéndola por completo. La espera interminable por noticias de Shawn y la distancia que ha impuesto con su padre se entrelazan, creando un doloroso tejido de desesperanza y melancolía.
— ¿En serio no saben nada de él? — preguntó Martina, impaciente y esperanzada. — Es alto, mide 1,85, casi noventa, y tiene una complexión atlética. Su cabello castaño oscuro, siempre un poco desordenado, contrasta con su piel clara. Sus ojos son grandes y marrones, con una mirada intensa y carismática. Tiene una mandíbula definida y pómulos marcados, todo en su rostro está perfectamente proporcionado. Además, su estilo es casual y moderno, con camisetas ajustadas y jeans que le dan un aire fresco y elegante. — Ella seguía entusiasta mientras la enfermera, que estaba ajustando la sonda, la miraba con una ceja alzada, claramente sorprendida y divertida.
— Vaya, parece que eres una experta en descripciones, ¿no? — comentó la enfermera con un tono burlón. — ¿Acaso llevas una guía de celebridades en la cabeza?
Martina se mostró visiblemente ofendida por la respuesta de la enfermera y, tras un breve momento de duda, le contestó:
— No, cariño, él no está aquí. — Aunque dudó en responder, finalmente continuó—. Hace tiempo que ese chico no te llama ni te visita.
— Quizás me llamó, pero no recibí su mensaje — replicó Martina, aferrándose a la esperanza de que Shawn regresaría.
— O tal vez no te llamó porque no le interesa verte de nuevo — respondió la enfermera con frialdad. Al ver la sorpresa y el dolor en el rostro de Martina, se arrepintió de inmediato. La enfermera se maldijo por sus palabras al ver cómo Martina comenzaba a llorar. — Mira, cielo, ¿no crees que es mejor olvidarlo? Él es una superestrella. Su mundo es muy diferente al nuestro.
Martina bajó la cabeza, tratando de contener el llanto, pero fue en vano. Las lágrimas comenzaron a brotar sin parar. La enfermera, conmovida, se sentó a su lado y le dijo con suavidad:
— ¿Por qué no dejas de pensar en esto y sigues a tu corazón?
— ¡Porque él rompió mi corazón! ¡Me duele tanto porque no quiero volver a sentirme así! No creo que pueda soportar esto de nuevo — dijo Martina entre sollozos, con la voz entrecortada y el alma desgarrada. Para ella, Shawn significaba todo, y el dolor que sentía ahora era tan profundo que se sentía como si estuviera ahogándose.
—¿Soy yo? ¿Soy la razón por la que todos se alejan? ¿Soy la causa de que estas cosas sigan sucediéndome? —Tal vez estoy destinada a la soledad... —¿Es realmente tan difícil amarme?
— Por supuesto que no.
— Entonces, ¿por qué todos me abandonan? —Martina guardó silencio por unos segundos y se limpió la nariz con la manga de su sudadera.
—Aún puedo ver su rostro y escuchar su voz con una claridad deslumbrante —murmuró Martina, cerrando los ojos y tratando de evocar cada detalle en su mente. — ¿Crees que alguna vez lo olvidaré? Porque temo que, algún día, lo haré...—dijo con una tristeza palpable. —Lo extraño tanto que me duele, me duele profundamente—agregó, colocando su mano en el pecho y reprimiendo un dolor inmenso. Las lágrimas fluían sin parar. —¿Este dolor alguna vez se irá? ¿Seré así para siempre? Intento no pensar en ello demasiado, pero...—Su voz se quebró y tragó saliva, luchando por recuperar la compostura. —No importa cuánto intente distraerme. Nada me hace sentir mejor. Él era mi persona.
La enfermera, conmocionada por las palabras de Martina, permaneció en silencio, incapaz de encontrar las palabras adecuadas. Aunque no estaba atravesando la misma experiencia, el dolor que emanaba de Martina la tocó profundamente. Sentía una mezcla de devastación y rabia por el sufrimiento de la mujer frente a ella.
—Siempre lo extrañarás, pero con el tiempo, el dolor se volverá más soportable, te lo prometo —dijo la enfermera, tomando la mano de Martina con ternura y mostrándole que no estaba sola. Martina, al sentir ese gesto de consuelo, no pudo evitar romper en llanto nuevamente.
La enfermera, conmovida, abrazó a Martina en un intento de tranquilizarla. Tras unos segundos, le prometió que le traería el almuerzo y salió de la habitación. Al cruzar la puerta, se encontró con el padre de Martina, quien se acercó inmediatamente al verla.
—¿Cómo está ella? —preguntó el padre, visiblemente preocupado e impaciente. La extrañaba profundamente; el hecho de que ella le hubiera prohibido la entrada le dolía enormemente.
—Está muy afectada emocionalmente. Extraña mucho a ese joven —respondió la enfermera, suspirando.
El padre soltó un suspiro cansado, agotado de ver a su hija vivir en una clínica en lugar de tener una vida normal. Estaba cansado de todo.
—Lo sé, hablé con él y vendrá lo antes posible —informó el padre. Al oír esto, la enfermera mostró una expresión de sorpresa, alegría y esperanza, ya que sabía que la visita de Shawn podría ser el impulso que Martina necesitaba para mejorar.
—Eso es excelente. Por favor, manténgame informada y haremos todo lo posible para que Martina salga de aquí lo antes posible.
—Muchas gracias —respondió el padre, agradecido por la dedicación de las enfermeras.
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Amelie se acercaba al aeropuerto con una mezcla de nervios y emoción. Shawn, fiel a su promesa, la había acompañado hasta allí. Había estacionado su coche cerca de la entrada y, con un gesto de amabilidad, se encargó de llevar las maletas de Amelie mientras ella llevaba solo un bolso de mano. A lo largo del camino, Shawn le compartía información sobre Argentina, el padre de Tina y cómo él ya estaba al tanto de su llegada. Incluso había alquilado un chofer para que la transportara directamente desde el aeropuerto a la casa del padre de Tina, asegurando así la máxima comodidad para Amelie.
Sin embargo, Amelie apenas escuchaba. Sumida en sus pensamientos, estaba aterrada. No se trataba del viaje en sí, sino de cómo Martina reaccionaría al verla. Aunque habían sido muy buenas amigas en el pasado, Amelie sabía que las cosas habían cambiado, y temía que Martina la odiara o que no quisiera verla en absoluto.
Percibiendo su inquietud, Shawn detuvo su andar y se volvió hacia ella.
— Hey, tranquila. Todo estará bien —le dijo con un tono reconfortante, dándole un abrazo que buscaba transmitirle calma—. En unos días estaré allí contigo, lo prometo.
— Ella quiere verte a ti, no a mí —respondió Amelie con voz triste. Sentía que su presencia no tenía mucho sentido.
— No importa. Verte también le hará bien. No se sentirá tan sola como cree. Necesita una amiga, y esa amiga eres tú —le respondió Shawn, tratando de consolarla con sus palabras.
Amelie se quedó en silencio, procesando las palabras de Shawn. Después de un momento de reflexión, asintió con la cabeza, lo que pareció tranquilizar a Shawn.
— Te mantendré informado de todo lo que pase —añadió Ella
— Está bien. Intenta no estresarte y descansa durante el viaje —respondió Shawn.
Ambos se abrazaron una última vez antes de que Amelie tomara sus maletas y su bolso de mano. Con una respiración profunda, se dirigió hacia la puerta de embarque, mientras Shawn la observaba partir, deseándole todo lo mejor.
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Recuérdame ~ Shawn Mendes
Fanfiction"recuérdame Tina, aunque sea en un rincón y a escondidas. no me dejes ir" 3ra parte de Conociéndote.