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—El mismo — dijo él.

—Martina — dijo ella — Martina Hurley.

—¿Eres latina? — preguntó él. — Por tu pronunciación — se rió.

—No sabía que estabas en Los Ángeles — comenté.

—Bueno, ni yo sabía que tú también, amigo mío — se rió. — Pero me crucé con Connor esta tarde y...

—Yo lo invité, Shawn — se acercó Connor. — Yo lo hice.

—¿Ocurre algo malo, Shawn? — preguntó Nathen.

—No, para nada amigo — lo abracé — Solo... no sabía que estarías en Los Ángeles — él encogió los hombros.

—Hubo un torneo, y aquí estoy — se rió.

—¡Genial! — dijo él y fue hacia Connor.

— ¿Te sientes bien? — me preocupé al ver a Tina tambalearse.

—Sí, solo... fue un mareo — observó a Nathen — El alcohol está haciendo su efecto — murmuró.

—Ven, siéntate — la guié a un sofá.

—¿Chris? — murmuró buscando a su novio.

—Eh, lo vi irse con Jon — tragué saliva — ¿Quieres agua? — negó.

Me senté a su lado, y quedamos completamente callados.

—Él... es real — cuestionó.

— ¿Él? — pregunté.

—Sí, él, Nathen — noté que no sacaba su vista de él. — Él existe.

—Ah, sí. Y juega hockey — ella se removió en su lugar. — ¿Estás bien?

—Me dio escalofríos — suspiró y una lágrima rebelde escapó. — Se ve tan feliz — intentó tranquilizarse. — En el estúpido sueño, le hice tanto daño — murmura.

—Hey, tranquila. Solo fue un estúpido sueño — hablé. — Él ni siquiera sabe de aquel sueño.

—Da igual, fui una mala persona con él.

—Shh, ya no hables — la abracé — No dejes que eso te afecte.

—¿Por qué me buscaste? — preguntó ella. — ¿Qué te hacía pensar que yo existía? Ambos tuvimos el mismo sueño, pero yo sí sabía que existía — se rió — Porque eres mi ídolo. Pero tú... ¿Qué te hizo pensar que yo en verdad existía?

—No lo sé — admití — Solo... seguí a mi corazón — ella agachó la cabeza.

—Esto es irreal — desvió su mirada. — ¿Y si es otro sueño? — sus ojos se llenaron de lágrimas.

—Creo que el destino nos está dando una segunda oportunidad — contesté.

—Soy una mala persona, Shawn — me observó — No soy como en aquel sueño. No te ilusiones, porque no es así.

—No digas eso. Eres igual que la Tina de aquel sueño — intenté convencerla — No temas. Te prometo que no soy como el del sueño y no te haré daño.

—Yo... debo irme — susurró — Ya, son muchas emociones en un día — Suspiré. No quería que se vaya, pero tampoco la podía obligar a quedarse.

—Te acompaño — ella negó.

—No, no puedes dejar a tus amigos, y yo debo irme con los míos — me miró.

—No te preocupes, están en su mundo — reí viendo al grupo — Además, tus amigos se están divirtiendo. Deja que se diviertan. Vamos con mi chófer, que te lleve hasta tu hotel.

Recuérdame ~ Shawn MendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora