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Dejé mis cosas en la mesita de la entrada.

— Volviste. — Me sobresalté al ver a Chris reposado en el marco.

— Sí, salí un momento. — Tragué saliva. — ¿Te molestó? Lamento no haber avisado. — Él niega.

— Tranquila, cariño, tienes todo el derecho de salir. — Se acerca a mí. — Solo... te extrañé. — Lo abracé. — Solo quiero pedirte disculpas por mi comportamiento de anoche. Fui un gran idiota y estoy muy arrepentido. ¡No me reconozco! Y Mar, no te mereces ser tratada así. — Pude notar en sus ojos el verdadero arrepentimiento.

— Lo entiendo. No te preocupes, ya está. — Le acaricié la mejilla.

— Quiero que sepas que estoy muy feliz por ti, que tengas una hermosa amistad con tu ídolo. En verdad, cariño, eres muy afortunada. Sabes que conmigo puedes contar para lo que sea y que siempre te apoyaré. — Me agarra de la cintura. — Para compensar lo malo, salgamos a cenar, tú y yo. ¿Qué dices?

— ¿Y Sofi? — Reí.

— Un día que salgamos nosotros dos no le afectará. Además, mañana podríamos ir a la playa. ¿Te parece? — Asentí.

— Bien. ¿Dónde tienes pensado llevarme?

— A un hermoso restaurante y a pasear por el muelle de Santa Mónica. ¿Te parece?

— Me parece bien. — Le besé la mejilla. — Iré a darme una ducha. ¿Quieres que vayamos a recorrer un poco con Sofi?

— Buena idea.

(...)

— Hace mucho que no teníamos una cita. — Admití.

— Cierto, deberíamos hacerlas aún más seguidas. — Sonreí.

— Sabes que no se podrá, ambos siempre estamos ocupados.

— Da igual. En el mínimo tiempo libre que tengamos, debemos estar juntos. — Chris agarra mi mano. — Te amo mucho, Mar.

— Te amo aún más, Chris. — Besé la comisura de su labio. Él saca algo de su bolsillo. — ¿Qué es?

— Es un obsequio. Lo vi y me gustó. Se vería muy bonito en ti. — Era un collar muy bonito con la forma de una media luna.

— Es muy bonito. Ahora me siento mal porque yo no tengo nada para ti. — Hice un puchero.

— Con tu amor, es aún más que suficiente. — Nos miramos a los ojos y no dudé en abrazarlo.

— No te merezco. — Murmuré.

— El que no te merece, soy yo. — Coloca un mechón detrás de mi oreja.

Estaba tan concentrada en sus ojos que una risa me desconcertó. Observé de dónde provenía y tragué saliva.

Nathen se encontraba a lo lejos, con su grupo de amigos, disfrutando de una pizza al aire libre.

— ¿Hace frío, no? — Coloqué mis manos alrededor de mis brazos.

— ¿Vamos al hotel? — Preguntó Chris, y asentí sin dudarlo.

Volví a observar en la dirección donde se encontraba él, y al cruzar miradas, la desvié rápidamente.

Fue solo un estúpido sueño. La verdad, no entiendo por qué me siento así.



Recuérdame ~ Shawn MendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora