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— Hey, Shawn. — Me volteé para ver a Amelie en la fila del café.

— Amelie. — saludé con amabilidad. Ella sonrió.

Se notaba diferente, una chica "normal" sin una pizca de maquillaje, natural. Con otra clase de energía.

— Estás... diferente — intenté no sonar mal con mis palabras.

— ¿Diferente a bien o a mal? — bromeó.

— Diferente... — carraspeé —, diferente a bien. — ella rió.

Cuando fue mi turno, pedí un café y una porción de pastel.

— ¿Y qué tal tu vida? — me preguntó.

— Excelente. — contesté. — ¿Y la tuya?

— Igual. — metió sus manos en los bolsillos de su jean.

— ¿Andas ocupada? — pregunté.

— No, solo vine por mi café de todas las mañanas.

— ¿Te apetece sentarnos y charlar? — dije tímidamente.

— Sí, por supuesto. — ella sonrió.

— Ok, déjame invitarte el café y tú ve por un lugar desocupado.

— No hace falta, Shawn.

— No es problema. ¿Café o...?

— Un latte está bien. — Asentí y ella salió de la fila en busca de algún lugar para sentarnos a charlar.

Luego de pedir y pagar, fui hasta donde ella estaba.

— Ya estoy aquí. — dejé la bandeja sobre la mesa y le entregué su café. — También te traje una porción de pastel.

— Gracias, Shawn. — tomó un sorbo de su café. — Y cuéntame, ¿cómo te está yendo en la industria?

— Bien, no me quejo. Pronto grabaré mi próximo disco. — comí una porción de pastel. — ¿Y tú qué me cuentas?

— Genial, por mi parte, empecé con un proyecto que por ahora me está yendo muy bien. No me puedo quejar.

— Suena bien. Felicidades.

— Gracias. Por cierto, me enteré sobre Camila y tú, por mi parte me siento responsable y te pido mil disculpas. — hizo una mueca. — Lo lamento mucho, Shawn.

Negué.

— No debes sentirte responsable, la relación se desgastó y ya, no pidas disculpas chica, no tuviste la culpa.

— Por parte sí, y lo sabes. Si no hubiera...

— En serio, Amelie, olvídate del pasado y como he dicho, no tienes que sentirte culpable.

— Está bien. — desvió su mirada.

— ¿Sabes algo de Tina? — ella me volvió a mirar.

— No. ¿Y tú? — negué. — Es como si hubiera desaparecido de la faz de la tierra. — mi corazón se estrujó.

— Espero que no. — murmuré.

— Por muy loco que suene, la echo de menos.

— Ni te imaginas yo. — volví a tomar otro sorbo de mi café. — Como un idiota la volví a perder. Por ser un cobarde, lo arrojé todo a la basura.

— No es eso, ambos estaban muy confundidos. — negué.

— Yo no, yo sabía perfectamente que la amaba. Desde que soñé con ella y la reconocí, sabía que lo que sentía no solo era atracción, yo la amo. — Amelie cambió su expresión a asombro.

— Pero... ¿Por qué no...? — suspiré.

— Ella tenía novio, y no quería arruinar su relación. También estaba Camila y tampoco quería romper su corazón y que se sintiera como un reemplazo.

— Pero eso es lo que básicamente pasó, no solo salieron lastimados ellos, sino ustedes. Los cuatro.

— Es que tampoco fue sencillo, ¿sabes? Yo me resigné y me obligué a no entrometerme. Si la única manera de tenerla cerca era siendo su mejor amigo, lo aceptaba.

— ¿En serio ibas a pasar toda tu vida estando con una persona a la que ya no sentías el mismo amor que recibías, y ver a la persona que amas siendo feliz con otro? — quedé callado.— Shawn, la vida es corta, y hay que vivirla cada maldito segundo. Si no arriesgas, no hay nada que perder. Sí, tropiezas y caes, pero te vuelves a levantar y afrontas la vida.

— No es tan sencillo...

— Si piensas así, claro que no. Tienes que ser positivo y dar una segunda oportunidad. Piensa y di lo que quieres y el universo te escuchará y te dará lo que quieres.

— ¿Desde cuándo te volviste astróloga? — bromeé.

— Cállate. — dio una carcajada. Quedamos unos segundos en silencio. — ¿Lo harás?

Mordí mi labio inferior.

— Sí, me ayudas. — ella chilló.

— Con gusto.



Recuérdame ~ Shawn MendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora