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Después de aquel increíble show, volví al hotel cansado.

Esta vez, no tenía ganas de salir a festejar, así que solo salió el equipo. Me encontraba solitario en mi habitación, el insomnio me ganaba de antemano.

Había hablado con mi familia y mi novia. En unos días viajarían a México para mi último show. En cambio, Camila, unos días antes, iría a Chile para vernos. Estaba contento, pero había otra cosa que ocupaba mi cabeza.

Me levanté de la cama bufando. No podía conciliar el sueño. Iba a dar una vuelta por el hotel hasta que el sueño viniera a mí.

Arriba del pijama me puse una sudadera con capucha, y en los pies, mis pantuflas. Salí con cuidado de la habitación y me dispuse a caminar por los pasillos.

Miré la hora en mi reloj, que marcaba la una de la madrugada. Seguí caminando hasta encontrar una gran balcón como terraza. Me asomé y apoyé mis brazos en el pretil. La suave brisa chocó con mi rostro. La noche estaba un poco fría, iluminada por la hermosa luna llena. Las calles de Buenos Aires estaban tranquilas; apenas se veía pasar a muy poca gente: grupos de amigos yendo a la discoteca o a cenar, otros yendo al bar o incluso parejas paseando a su perro. Estaba todo muy cálido.

Por lo visto, abajo del hotel, se encontraba un bar, y se oía un poco de música y algo de murmullos.

Me quedé contemplando la luna, pero algo me desconcertó: una risa. Una risa que oí con eco. Entrecerré los ojos en busca del dueño de aquella risa. En la acera, detrás de la valla del hotel, se encontraba un grupo de chicas riéndose.

Volví a oír aquella risa. Mi pulso empezó a acelerar con mayor velocidad. Saqué mi móvil y coloqué la cámara para hacer zoom. Ella estaba allí, en aquel grupo de chicas bebiendo algo.

—No me digas que se están emborrachando abajo del hotel —suspiré.

¡Maldición! No sé si bajar o no. Chisté la lengua. Da igual.

Me puse la capucha de la sudadera y mis manos en los bolsillos, con nerviosismo bajé al primer piso con el ascensor y caminé con lentitud hasta la entrada.

Asomé mi cabeza, y ellas aún seguían en lo suyo. Tragué saliva y salí caminando hacia ellas. Miraba el piso, pensándolo una y otra vez en marcharme y volver a mi habitación, pero lo único que se me vino a la cabeza es que estaba en pijama.

Bufé y alcé mi vista. Ya estaba cerca. Mis manos empezaron a sudar. Si se llegan a enterar Jake o Andrew, soy hombre muerto.

—Che, vean la facha de ese —dijo una de las chicas.

—Boluda, parece mi papá cuando se levanta por las mañanas a comprar el pan.

—Bueno, me gano con lo croto que está.

Pasé mi mano en toda la cara nervioso. Murmuraban cosas en español que no entendía nada.

Arrepentido, me di la vuelta para entrar de nuevo al hotel, pero ella estaba allí. No podía perderme esta oportunidad, no.

Solté una bocanada de aire y volví hacia ellas y las observé.

—¿Qué están haciendo? —intenté no sonar nervioso.

—¡La puta! ¡Si es Shawn! —una de las chicas se tapó la boca.

—Mi español no es muy bueno —dije incómodo.

—Shawn —volteé a verla. Martina sostenía una lata de cerveza—, ¿te escapaste?

—Algo así —alcé mis hombros—. Me preocupé al verlas aquí a estas horas —contesté—. Es súper tarde y les puede llegar a pasar algo.

—Shawn, ya somos grandes —contestó una chica pelirroja.

—No importa, no quiero ofenderlas, pero no quiero que les pase nada malo. Entiéndanlo.

—Lo entendemos —dijo Martina—. Chicas, tiene razón. Fue una mala idea venir.

—Además, están tomando —apunté a la lata—. Están en su derecho, pero puede venir un idiota y aprovecharse de ustedes —ninguna decía nada. En estos momentos, debía parecerles a sus padres regañándolas.

—No era nuestra intención preocuparte y hacerte bajar de tu habitación —habló una morena—. Lo lamentamos mucho, Shawn.

—Descuida. En parte fue una excusa para interactuar con ustedes —ellas rieron—. Bueno, por favor, vayan a sus casas ¿sí? —asintieron—. Vamos a tomarnos una foto antes de que me pillen aquí.

—Está bien.

Me dieron un móvil, y tomé la foto.

—No quiero verlas de nuevo aquí, ¿eh?

—No, Shawn. Tranquilo —Martina sonrió.

—Descansen —dije.

—Tú igual.

Sin más, me di la vuelta para volver a adentrarme al hotel.


Recuérdame ~ Shawn MendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora