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— ¿Ya tienen todas las maletas hechas? No se olviden de nada en el hotel —contesté frustrada.

— Amor, tranquila. Relájate —intentó calmarme Christian.

— Perdóname —suspiré—. Es que no quiero irme —confesé.

— Tranquila, mi niña. Volveremos pronto, volverás a ver a Shawn —me acarició la mejilla—. Y también viajaremos a Canadá, te lo prometí, y sabes que yo no rompo las promesas.

— Lo sé —murmuré—. Gracias —ambos sonreímos.

— Descuida, iré a la recepción para hacer el check-out, y tú termina de empacar —asentí—. Nos vemos luego abajo —me dio un beso en la comisura de los labios y se marchó.

Suspiré y seguí empacando. Estoy feliz porque han pasado cosas maravillosas, pero me entristece dejar este lugar tan hermoso y partir.

Agarré una chaqueta y un aroma particular entró en mis fosas nasales. Sentí un cosquilleo en el estómago.

— Shawn —murmuré, quitando una lágrima rebelde.

No sé por qué siento que aquí termina todo, que no lo volveré a ver.

Bufé y metí la chaqueta en mi maleta. La cerré y dejé las cosas en el pasillo.

— Toc, toc — Sofía entra con sus maletas.

— Ven, pasa —sonreí y le hice lugar en la cama para que se siente.

— ¿Por qué te noto triste? —me miró preocupada— ¿Discutieron? —negué.

— No, solo... me entró nostalgia irme, eso es todo —sonreí.

— Oh, ya veo. Pero ¡hey! Te vas de Los Ángeles siendo amiga de Shawn Mendes. ¡Ponte feliz, nena! —intentó animarme. Lo más triste es que Shawn ni siquiera sabe que me voy.

— Debería —contesté. Christian tocó la puerta y entró.

— Miren quién vino —habló animado. Confundida, lo observé y detrás de él apareció Shawn. Me levanté de un salto y me emocioné al verlo.

— Un día este pibe me dará un infarto —habló Sofía.

— ¡Shawn! —sonreí al verlo.

— Tina —sonrió tímido—. ¿Cómo están? —preguntó en plural.

— Bien —contestó Christian—. Yo terminaré de hacer el check-out —sonrió y abandonó la habitación.

— ¿Check-out? —preguntó Shawn. Miró a su alrededor y vio las maletas hechas—. ¿Ya se van? —Asentí avergonzada.

— Si quieres, puedes venirte y quedarte en mi casa —habló embobada Sofía.

— Sofía, ¡cállate! —murmuré— Olvidé por completo decírtelo, es que tampoco te iba a importar —relamí mis labios nerviosa.

— Sí me importa, tonta —se rió y miró a Sofía un poco incómodo.

— Sofía, ¿me esperas en el pasillo? —hablé. Ella me miró con piedad—. Por favor.

— Sí, tranquila —y me regaló una mirada fulminante.

— Y bien —hablé—, ¿cómo estás?

— Yo bien, bueno, un poco triste ahora —se rió y observé con admiración su sonrisa—. Pero ¿te volveré a ver? —desvió la mirada.

— Bueno... no lo sé, es que yo vivo en Argentina y tú vives en un avión prácticamente —ambos reímos—, pero puede ser. Además, con Chris estábamos planeando viajar a Canadá.

— ¿Canadá? —habló con ilusión. Asentí— ¡Qué bien! Espero verte.

— ¡Obvio! Quién mejor que tú para enseñarme las calles de Toronto —y sonrió con orgullo.

— Me divertí mucho estos días, Tina —confesó.

— Al igual que yo, y también te echaré de menos —respiré hondo.

— Antes de irte, quiero que conserves esto —y sacó una pulsera, un hilo rojo con un infinito en el medio—. Yo conservo el otro —y me enseñó su muñeca con la misma pulsera.

Él agarró mi muñeca y me colocó la pulsera.

— No tengo palabras —seguía anonadada—. Gracias, Shawn. Aunque yo no tengo nada para obsequiarte —hice una mueca triste.

— Con un abrazo me conformo —sin dudarlo, me balanceé hacia él y lo abracé con todas mis fuerzas—. Te quiero hasta el infinito, y más allá, Tina —susurró Shawn.

¿Cómo puede ser que en tan poco tiempo me haya agarrado tanto cariño?

— Prométeme que no te alejarás —hablé con la voz quebrada—. No quiero que de un día para otro, todo se vaya al traste. Me dolerá irme de tu vida —cerré los ojos y dejé que las lágrimas cayeran.

— Te busqué por cielo y tierra, Tina, ten por seguro que eso no pasará —besó mi cabeza—. Si supieras lo importante que eres para mí... —me observó—. Quiero volver a lo que era en el sueño, tú, Mila y mi hermana siendo inseparables, nosotros más unidos. Quiero eso —noté que estaba triste.

— Te lo prometo, Shawn —lo dije con sinceridad—. Y también, ninguno de los dos se lastimará.

— Tenlo por seguro —murmuró.

Sequé mis lágrimas y lo abracé de nuevo.

— Te acompaño al lobby —asentí.

Agarré mis maletas con su ayuda, y Sofi estaba en el pasillo sentada con su móvil. Al vernos, sonrió y se acercó con sus maletas.

Los tres, en silencio, bajamos hasta donde estaba Christian.

— Y Christian, ¿sabes de tu obsesión con las donas? —pregunté mientras nos acercábamos.

— Es como tú, en el sueño y en la vida real —reí.

— Entonces, déjame decirte que lo apruebo —ambos reímos.

Chris, al vernos, se acercó.

— Hey, Shawn, fue un placer conocerte —se abrazaron.

— El placer fue mío. Lástima que no pudimos conocernos mejor, pero para la próxima será.

— No te preocupes, así será —Chris agarró mi mano—. También agradezco lo feliz que le haces a mi novia con tu música —me miró y sonrió.

— Me alegra saber eso. Pronto nos volveremos a ver. Tengamos una cita doble —mi sonrisa se esfumó, aún no estoy preparada para ver a Camila, después de lo horrible que fui con ella en el sueño.

— ¡Claro! Así será —se dieron la mano.

— Bueno, en fin, tengan un buen viaje —dijo Shawn, y asentí.

— Cuídate, Shawn —lo abracé por última vez con la esperanza de volver a hacerlo.

— Tú también, Tina —me sonrió.

— Ya sabes, si algún día vas a Buenos Aires de vacaciones, serás muy bienvenido en nuestro hogar —comentó Chris, y Shawn asintió.

— Lo tendré en cuenta —rió y saludó a Sofía.

Shawn nos acompañó afuera del hotel, y al final se despidió. Lo vi subir a su carro y desaparecer segundos después.

Suspiré triste y me subí al Uber con Sofía en la parte de atrás. El auto arrancó yendo al aeropuerto.

Mi móvil vibró y lo saqué, esperanzada, sabiendo que era Shawn. Me había dado su número de teléfono. Mordí mi labio inferior emocionada.

No podía creerlo. Entré a las notificaciones de Instagram, y mi sonrisa se desvaneció al ver aquel nombre.

@Nathenbrown comenzó a seguirte.


Recuérdame ~ Shawn MendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora