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Ya de día, Martina despertó con un fuerte dolor de cabeza. Miró el despertador que se encontraba a su derecha y marcaba pasado del mediodía. Bufó y sacó las mantas que la cubrían para levantarse e ir hasta la sala.

Vio a Amelie comiendo unos cereales mientras veía la televisión. Tenía aspecto de que ella también se había despertado recientemente.

- Buenos días -dijo Martina saludando con la mano. La rubia fijó su mirada en ella y solo movió su cabeza en forma de saludo, algo que Martina no estaba acostumbrada a ver en ella-. ¿Todo bien?

- Sí -contestó la rubia y puso la cuchara en sus labios.

- Okey... -Martina se sintió incómoda unos segundos, removió la cabeza y fue hasta la cocina a prepararse algo para desayunar.

- Debemos hablar -Amelie apareció a su lado, dejando su cuenco de cereal vacío en el fregadero.

- Soy todo oídos -Martina tomó un sorbo de su té.

- No me gustó para nada tu comportamiento de anoche -cruzó los brazos la rubia.

- ¿De qué estás hablando? -Martina se burló.

- Deja de comportarte como una estúpida niña -Amelie alzó la voz, haciendo retroceder a Martina un paso atrás-. Seguías con tus juegos, pero anoche te pasaste de la raya, avergonzándome a mí y a ti.

- Amelie...

- ¡Amelie, nada! Solo te he dicho una cosa, la cual te importó una mierda -Martina estaba quieta, observándola asustada, mientras Amelie, furiosa, fruncía el ceño-. ¿Hasta dónde quieres llegar, eh? ¿Piensas que drogándote los problemas se solucionan?

- ¿Pero qué dices? Tú también consumes esa mierda.

- Ah, claro, porque yo lo consumo, también tú lo debes hacer, ¿no? -se rió irónicamente.

- ¿Todo este escándalo es por una estúpida pastilla? -Martina rodó los ojos.

Amelie apoyó fuertemente sus manos sobre la isla, provocando un ruido fuerte y haciendo que Martina se sobresaltara.

- Esa "estúpida pastilla" pudo haberte dejado en un coma severo, esa "estúpida pastilla" pudo haber acabado con tu vida -Martina no dijo nada y bajó la cabeza-. Deja de ser un poco imbécil y comienza a tomar conciencia. Anoche estabas tan drogada que ni siquiera tenías noción del tiempo. Si no fuera porque Shawn estaba allí y llegué a tiempo, podrían haberse aprovechado de ti.

- Yo... lo lamento -murmuró avergonzada Martina.

- A mí no me vengas con lágrimas de cocodrilo -Martina rompió en llanto-. Ya pasé por esto una vez y no pienso volver a vivirlo.

- Amelie...

- No -la rubia caminó hasta el sofá, se sentó y prendió un cigarrillo-. Perdí a mi mejor amiga unos años atrás por la misma mierda. Murió de una sobredosis de la misma éxtasis que tomaste tú, y yo no pude hacer nada. Estaba borracha y no pude entrar en razón. La vi agonizando en el suelo de un baño público, la vi morirse y yo no hice nada -inhala el humo del cigarrillo y lo suelta a los segundos. El ambiente estaba tenso-. Así que si vuelves a hacerlo, no me busques.

- Amelie... -Martina sollozaba.

- Ya... olvídalo -Amelie se pone un suéter, unos zapatos, agarra su cartera y camina hasta la entrada-. Ah -se detiene en seco-, deja al pobre de Shawn, lo único que haces es preocuparlo y hacerle pasar un mal momento -sale del departamento dando un portazo.

- ¡Amelie! ¡Amelie! -lloraba desconsoladamente Martina.

Corrió hasta la habitación, agarró su móvil, buscó un número entre sus contactos y lo marcó.

- ¿Hola?

- ¡Te necesito! ¡Por favor, ayúdame!

- ¿Mar? ¿Qué pasa? ¿Por qué lloras?

- Por favor, ayúdame -cierra sus ojos mientras deja derramar sus lágrimas.

- ¿Dónde estás? Te paso a buscar.

- En Los Ángeles... Quiero irme de aquí... Por favor.

- Mierda... -murmura-. Agarra tus cosas, toma un taxi y ve hasta el aeropuerto... Te sacaré un pasaje.







Recuérdame ~ Shawn MendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora