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— ¿Qué te gustaría hacer hoy? Cuéntame. —dice Shawn—. Mañana, las cosas se pondrán un poco... estresantes. Andrew hablará con nosotros.

— Entiendo. —contesté—. Podemos hacer lo que quieras.

— ¿Como lo que yo quiera? —dice—. Vamos, también puedes opinar. O sino, te haré cosquillas hasta que se te ocurra algo.

— No, ni siquiera lo pienses. —le apunté con el dedo. Él entre cerró los ojos y en un abrir y cerrar, yo me encontraba retorciéndome de risa a carcajadas—. Basta, Shawn. —respiré—. Shawn, en serio. —Él seguía. — Okey, okey, pod... —Y el timbre de su departamento llamó nuestra atención.

— Seguro es Andrew. —dijo él—. Iré a ponerme una camiseta decente. Por favor, abre tú. —Lo miré aterrada—. No tardo. —Dijo y corrió hacia su cuarto.

Con temor y los pies temblando, fui hacia la puerta de entrada y suspiré varias veces. Arreglé mi pelo, relamí los labios y tragué una bocanada de aire. Sin pensarlo, abrí la puerta con una sonrisa, que se esfumó en cuestión de segundos.

— ¿Quién eres?

— Yo... —no sabía qué palabras articular. Se me hizo un nudo en la garganta.

— ¡Aquí estoy! —dijo Shawn apareciendo mientras se acomodaba la camisa, sorprendido por quien veía en la entrada—. Mila. —dijo él.

— ¿Tenías visita, Shawn? —dijo ella.

— Es Tina, es la chica de quien te conté. —Agaché mi cabeza, este momento es muy incómodo, y más por lo que debió pensar ella—. Vaya sorpresa, cariño —sonrió él.

— Un placer, Tina. Camila, un gusto. —dijo ella.

— El placer es mío. —dije apenas con un hilo de voz, lo suficiente para que me oyera.

Ella entró en la casa y yo cerré la puerta detrás de ella. Los tres nos sentamos en el sofá. Obviamente, mi humor cambió. No es que no me gustara su presencia, al contrario, me intimidaba.

— Llegué hace unas horas. Andrew me dijo que estabas en Los Ángeles, así que decidí visitarte. —sonríe—. El hotel no queda muy lejos de aquí. —Toma un sorbo de agua—. Y cuéntenme, ¿cómo han estado ustedes? —sonríe, aunque sé que por dentro me odia.

— Bien, Tina llegó hace unos días y no hemos estado haciendo mucho. Mañana tenemos una reunión con Andrew.

— ¿Una reunión? —contesta Camila—. ¿Por qué?

— Por trabajo —dice él—. ¿Vamos a almorzar? —Shawn me observa a ella y a mí.

— Si quieren salir ustedes dos, no hay problema. Hace tiempo que no se ven.

— Ay, no chica, ¿qué dices? Vayamos los tres. Así te podré conocer mejor. —Ella me sonríe.

Observo a Shawn y él asiente con la cabeza.

— Okey —contesto, sonriendo falsamente.

Los tres nos levantamos del sillón y esperamos a que Shawn esté listo. Luego, fuimos hasta el garaje del penthouse y los tres nos subimos al carro de Shawn.

Obviamente, Camila iba de copiloto mientras ambos hablaban animadamente, e incluso me incluían en la conversación de vez en cuando.

Notaba que Shawn me veía por el retrovisor, pero no le di mucha importancia y opté por mirar por la ventanilla. Luego de unos minutos, se estacionó y caminamos hasta el lugar acordado.

Entramos y pedimos una mesa. La mesera nos guió hasta una y nos sentamos. Revisamos el menú y ordenamos, luego esperamos a que trajeran la comida.

— Cuéntame de ti, Tina —me sonríe Camila.

— ¿De mí? —miré a Shawn, que estaba atento a la conversación—. No hay mucho que contar —tomé un trago de agua.

— Yo creo que sí —rió.

— ¿Qué quieres saber? —sonreí, y ella observó a Shawn y luego a mí.

— No sé, ¿estudias algo o trabajas? —se recargó en la mesa y posicionó una mano en su mentón.

— Antes estudiaba algo, pero por cuestiones personales dejé la universidad, ahora trabajo —mordí mi labio inferior—. Soy mesera en una cafetería en Buenos Aires. Es algo temporal, lo hago para ayudar a mi padre a pagar las cuentas.

— Igualmente, su novio la ayuda —dice Shawn.

— ¿Tienes pareja? —sonrió ella, y asentí.

— Sí, se llama Christian. Lo conocí en la cafetería donde trabajo —tomé otro sorbo de agua, empezaba a sudar.

— ¿Trabaja contigo? —pregunta ella, y negué.

— No, él estudia para ser contador público.

— ¡Wow, qué bien! —dice ella.

— Sí, además, él se habla con tu novio. Su padre es licenciado en administración de empresas y su madre trabaja en bienes raíces —la miré sorprendida. ¿Shawn se habla con él?

— Sí, así es —contesté. Camila desvió la mirada y no preguntó más. Justo a tiempo, la mesera trajo nuestro almuerzo y Shawn cambió de tema, esta vez hablando también yo.






Recuérdame ~ Shawn MendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora