Recuérdame ~ Shawn Mendes

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~Shawn~

El día de ayer fue uno de esos que se graban en la memoria con letras doradas. Austin y Tina finalmente se reconciliaron, y Austin no dejó de mostrarme su agradecimiento durante todo el camino de regreso a su casa. Parecía que no encontraba las palabras suficientes para expresar lo que sentía, pero cada gesto, cada sonrisa, era una pequeña muestra de lo agradecido que estaba. Yo no podía hacer más que sonreír, porque sabía lo importante que era para él que todo se hubiera resuelto.

De vuelta en su casa, pedimos comida, como si los tres necesitáramos un respiro tras todo lo sucedido. Cuando las pizzas llegaron, Austin sacó unas cervezas frías de la nevera y nos sentamos los tres juntos en el sofá de la sala. La luz suave de la lámpara le daba al ambiente un aire relajado, y pronto, la pantalla de la televisión empezó a brillar con la película que elegimos ver.

Austin se acomodó entre Amelie y yo. Era curioso observar cómo se sentía en ese espacio entre nosotros: su mirada se movía de un lado a otro, alternando entre los dos, como si quisiera asegurarse de que todo estaba bien, como si estuviera en paz viendo cómo nos entendíamos tan bien. De vez en cuando, lo pillaba mirándonos de reojo con una mezcla de admiración y cariño, algo que se notaba en su expresión.

—Tranquilamente podrían ser mis hijos —comentó, su tono jocoso, pero con una sinceridad que casi podía tocarse en el aire. Parecía que esas palabras salían de un lugar profundo dentro de él, como si realmente lo deseara.

Amelie, con su siempre afilado sentido del humor, no dudó en responder.

—¿Acaso no somos sus hijos adoptivos? —dijo, lanzando una mirada cómplice a Austin. Él soltó una carcajada y la conversación siguió su curso.

—Aunque Shawn... sería su yerno —agregó Amelie con una sonrisa traviesa, y, al escuchar sus palabras, sentí cómo el calor me subía por las mejillas. No pude evitar sonrojarme, y noté que Austin, al escuchar la última parte de la broma, me observaba fijamente. Su mirada tenía algo en ella, algo que no supe cómo interpretar al principio, pero me sentí un poco incómodo y al mismo tiempo, reconfortado.

Austin, al ver mi reacción, soltó una pequeña risa y me dio una palmada amistosa en el hombro, con un gesto de complicidad.

—Si así fuera, yo encantado de tenerlo como yerno —respondió con una sonrisa cálida. No pude evitar sentirme aún más aliviado, como si un peso se levantara de mis hombros. Austin no solo aceptaba nuestra relación, sino que parecía verdaderamente feliz por verla crecer.

La conversación continuó, pero mi mente seguía repasando sus palabras. Tenía la aprobación de Austin, y eso significaba mucho más de lo que imaginaba. Su aceptación era un paso importante para mí, no solo por el respeto que sentía por él, sino porque me daba la sensación de que finalmente podía formar parte de su familia de manera genuina.

—¿Qué piensan hacer cuando Martina ya esté en casa? —preguntó Austin, interrumpiendo mis pensamientos.

La pregunta era importante, y había estado dándole vueltas a las posibilidades durante días. Mi plan inicial era quedarme un tiempo más con Tina en Argentina, para apoyarla en su recuperación. Pero también tenía en mente que, si se sentía lista, me gustaría llevarla conmigo a Los Ángeles. Quería que me acompañara en los ensayos, en la gira que se avecinaba. Si no lo quería, si no estaba preparada, eso lo entendía perfectamente. En ese caso, mi plan sería visitarla antes de partir.

—Yo me quedaría un tiempo más con Tina, para que no esté sola y ayudarla en todo lo que pueda —respondí con sinceridad, mirando a Austin a los ojos.

Austin sonrió, su mirada reflejaba el alivio de saber que su hija no estaría sola en esos momentos tan difíciles.

—Luego volvería a Los Ángeles a prepararme para la gira —agregué, con un suspiro que dejaba claro cuán pesado podría ser ese cambio.