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Gracias por tu pedido.
-- Y-yo... Me gustas mucho y espero que puedas aceptar al menos este regalo que te hice.
Extendía la delgada caja temblando frente a mi, mis regordetas mejillas estaban rojas al igual que toda mi cara.
Lo escuché reír un poco y me asusté. Me iba a destrozar la autoestima.
-- ¿Tu? ¿Estaría contigo? No seas ridícula, tienes tus buenos kilos demás y no te hacen bonita. Tal vez cuando estés a la altura de estar con este galán -mencionó señalándose- hablamos, pero creo que primero ruedas de regreso.
De su grupo de amigos fue el único que empezó a reír y me fuí corriendo.
-- Estúpido Yeonjun.
-- Esos honoríficos, Beomgyu.
-- Nada de honoríficos para quien es tan mierda, si no te gustaba es porque no le habías puesto atención.
-- Hyung tiene razón, sólo un idiota no se da cuenta de que la belleza está en el interior y Jagi es una belleza.
-- Sisisi, ok ahora Huening Kai también me insulta ¿Algo más?
-- Que tus palabras hacen milagros -llegó un chico desconocido aplaudiendo un poco y los 5 chicos lo vieron confundidos- Jagi no vendrá de nuevo.
Ahí es dónde Yeonjun cayó en peso de lo que había dicho, está bien que no le guste pero la había lastimado, había criticado su físico cuando evidentemente es una de las mayores grietas en su corazón.
-- Debo irme.
Agarró su mochila y fue en busca de Jagi, quería al menos que lo perdonara.
No la encontró, deslizaba cartas por su buzón, ventana y puerta esperando a que las lea; mientras que en otros lugares era todo lo que invadía su mente: su sonrisa, su optimismo, su linda personalidad, lo tierna que se ve siempre, la gran inteligencia que se carga pero ya había hecho que ni eso fuera de confianza para ella.
Después de varios meses al Instituto entró una chica nueva, pero se veía conocida.
Llegando se sentó en el lugar de Jagi el cuál nunca tenía compañero hasta que ella se fué y Yeonjun se sentaba ahí.
