Parte III.

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Kakashi:
Tan pronto volví de Sunagakure, me dirigí a casa de Shizune, todo era silencioso, aunque vamos, ella suele ser callada y su presencia pasa desapercibida.

Una mujer anciana salió de la casa y me miró con extrañeza:

- ¿Buscabas a la médico? -

Asentí con mi cabeza.

- ¡Oh! Se fue de viaje... - me contestó con amabilidad, pero eso no evitaba que mi corazón se estrujada.

- ¿Dijo cuando volverá? -

La anciana negó, después de agradecerle tomé el camino de vuelta a casa, pasé por aquel puentecito en el que solíamos charlar, recordé su sonrisa, el roce de nuestras manos, la sensación de que me observaba.

Llegué a casa, me metí a la bañera y cerré los ojos.

- Con que este es nuestro final, eh Shizu-chan, supongo que me tomará un tiempo acostumbrarme nuevamente a la soledad -

Shizune:

Tsunade-sama indicó que me esperaría en la casa de té del camino a la tierra de los vegetales, esta vez tuve que tomar más descansos de los que me hubiese gustado, y seguramente comenzaría a sospechar, dado que usualmente soy rápida, sobre todo en viajes a solas.

Dos días después llegué al pueblo, había muchas personas vestidas con elegancia y entonces recordé que se acercaban los festivales de navidad, ¡Qué nostalgia!

Ahora debía encontrar a mi sensei, luego de pensarlo unos minutos, llegué a una conclusión, a decir verdad, cruzaba los dedos porque mi teoría resultara incorrecta, esta vez no podía cuidar de ella como antes.

Entré a la primer casa de apuestas que encontré en el pueblo y comencé a buscarla, me hice espacio entre la multitud cuando de pronto me topé con una criatura pequeña, redonda y rosada, llevaba un collar de perlas blanco y ropa color vino, me detuve en seco,

-¡¿Qué hace un crédito en una casa de apuestas?!-

- ¡Oink! - bufó como una presentación, una mueca se formó en mi rostro.

- ¡Oink, oink! - al parecer me pedía seguirle.

Caminamos juntas hasta llegar a una mesa donde algunos hombres discutían y en medio de ellos...

- ¡Tsunade-sama! ¿Qué hace aquí? - exclamé, haciendo que todos me miraran.

- ¡Shizune! - al parecer le alegraba verme - pide algo de comer, seguro estás exhausta, esto me llevará un par de minutos -

Sabía que mentía y terminaría pasando toda la tarde jugando, coloqué mis maletas cerca de una mesa y ordené lo primero que apareció en el menú.

- Oink, oink, oink - casi olvidé la presencia del cerdito.

- ¿También tienes hambre? -

- ¡Oink! -

- Bueno, no sé si puedas comer alguno de estos platillos, todos tienen... - me acerqué para susurrarle - carne de cerdo -

- ¡Oink! - se veía molesta - Oink, oink -

- ¿Ehhh? ¿Yo tampoco debería comer eso? -

Los ojitos llenos de furia me intimidaron y terminé obsequiando mi comida al comensal del lado.

- Bien, entonces buscaré algo de comer, necesito alimentar a mi bebé - le conté cómo si fuésemos grandes amigas. - Y supongo que Tsunade-sama estará aquí un buen rato -

𝙴𝚕 𝚟𝚒𝚊𝚓𝚎 𝚍𝚎 𝚂𝚑𝚒𝚣𝚞𝚗𝚎 | ᴋᴀᴋᴀꜱʜɪᴢᴜDonde viven las historias. Descúbrelo ahora