𝙴𝚕 𝚟𝚒𝚊𝚓𝚎 𝚍𝚎 𝚂𝚑𝚒𝚣𝚞𝚗𝚎 | ᴋᴀᴋᴀꜱʜɪᴢᴜ

LXXV. La confesión del sexto.

Shizune se deja a guiar por la cálida mano del hokage, que la llevaba directamente a su casa.

Sus tacones sonaban por las angostas calles, mientras se dejaba llenar por la bella imágen de la espalda de Kakashi y la brillante luna llena.

Una vez arribaron, el sexto se detuvo para sacar una pequeña llave dorada, abrió la puerta invitándola a entrar.

— Puedes ponerte cómoda... — le dijo mientras pegaba sus labios a los de ella. Shizune sólo asintió soltando un suspiro, los besos del hokage la hacían arder aunque no fuesen intensos.

— ¿No va a encender la luz?

— No quiero dar indicios de que he vuelto a casa, alguien puede aparecer de imprevisto y me volvería loco de furia si eso sucediera.

Su asistente dejó salir una sonrisa, seguramente recordó a Maito Gai.

— Así que deberás seguirme, conozco este sitio mejor que nadie, y puedo llevarte con seguridad hasta la recámara. A menos que quieras comenzar en la sala...

Ese comentario solo provocó que los nervios de Shizune regresaran, agradeció que todo estuviera en completa oscuridad, de otra manera, el hokage se daría cuenta de lo fácil que resultaba sonrojarle.

Una vez más se encontraba caminando tras el, sujeta a su mano. Escuchó el suave chirrido de una puerta abrirse y después cerrarse tras ella. Olía a la fragancia del sexto, seguro estaban en la habitación.

Kakashi tomó entre sus manos las mejillas de Shizune y la besó lentamente, luego bajó sus manos hasta el escote de la espalda.

Buscó el cierre del vestido y lo bajó con cierta habilidad, regó besos por los hombros de la pelinegra, ella sólo suspiraba mientras sentía como los labios de Kakashi recorrían su clavícula y la espalda.

Finalmente, decidido deshacerse del vestido, y la cargó hasta acostarla sobre la cama, quitó sus tacones y llevó sus manos a sus pechos aún cubiertos por el sujetador.

La ayudó a sentarse mientras intentaba deshacerse del sostén, pero no lograba hacerlo.

— Permítame ayudarle...

Shizune se deshizo de la prenda y antes de que el hokage pudiera hacer algo, ella estaba desabotonando su traje de gala hasta descubrir su pecho.

El peliplata le ayudo a deshacerse también de su ropa superior y posó sobre ella sintiendo lo terso y delicado de su piel, besaba su cuello inhalando el sutil aroma de su fragancia y entonces se percató de algo:

Shizune conservaba ese mismo olor de su adolescencia.

Recordó la primera vez que estuvieron así, esa sensación de emoción y nerviosismo.

El cuerpo de su novia era muy diferente, lucía como toda una mujer, ¿Sería capaz de satisfacerla?

¿Qué pasaría si no tenían la misma química en la cama como antes?

Sacudió su cabeza de lado a lado, ¿En qué estaba pensando? Había deseado ese momento desde que ella se marchó, volver a sentirle tan cerca, tan frágil, tan suya.