DIEZ

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Era casi media noche y yo daba vueltas en la cama sin poder dormir. Habían pasado unos días desde mi llegada a la mansión Malfoy y desde el primer día, no había intercambiado más que un par de frases con Tom. Él salía casi todos los días y regresaba hasta la noche. Me mataba la curiosidad por saber qué estaría planeando, a dónde iría y con quién se vería. Por más que trataba de ocupar mi mente en otras cosas y no prestarle atención, me costaba mucho. Me levanté y abrí la ventana. Me dediqué a mirar las formas lejanas de las montañas, que alcanzaba a distinguir en la oscuridad, hasta que pensé que mejor sería ir a la cocina por un vaso con agua. Me puse una bata sobre la pijama y salí descalza, intentando hacer el menor ruido posible. Bajé las escaleras y escuché voces que provenían del estudio. Intenté  seguir mi camino, pero la curiosidad ganó, así que me acerqué hasta que pude entender lo que decían.

—¿Qué noticias me traes, Severus? —preguntaba Tom, con voz calmada.

—Dumbledore ha reunido a la orden del fénix, y les ha puesto la tarea de vigilar a Potter por turnos —su interlocutor era Severus Snape, y hablaba con la misma voz que usaba en sus clases.

—Entonces acercarse a Potter no es una opción.

—Es casi imposible.

—Realmente me urge sacar a ese mocoso de mi camino.

—¿Aún piensa en la profecía?

—Sí, necesito escucharla completa.

—La única forma es entrando al departamento de misterios.

—Para eso necesito a Rookwood.

Consideré oportuno irme a la cocina antes de que notaran mi presencia. El plan original era beber algo de agua, pero al final, me serví una porción enorme de postre que había quedado de la cena. Me senté en la encimera junto al lavaplatos y comencé a comer mientras pensaba en lo que había oído. Estaba muy concentrada en terminarme el postre cuando apareció Tom. Lo vi tan de sorpresa, que me asusté un poco, pero intenté disimularlo lo mejor posible.

—Buenas noches —saludé.

—Cassiopeia —dijo él—, no esperaba que estuvieras aquí.

—No debería estar comiendo a esta hora, pero no podía dormir. Pensaba que estabas descansando.

—Estaba recibiendo una visita. 

—¿Quieres sentarte aquí a comer postre conmigo?

En cuanto lo dije, me arrepentí. Eso sonaba demasiado ridículo, qué iba a pensar él de mí. Se acercó unos pasos y cuando estuvo más cerca, pude ver su sonrisa.

—Esa es la invitación más extraña que me han hecho —dijo. Me pregunté qué clase de invitaciones le habrían hecho antes—. Pero acepto.

Esperaba cualquier cosa, menos que dijera que sí. Dejé mi plato a un lado y me levanté. Saqué la varita del bolsillo de la pijama y con un par de movimientos, le serví un poco de postre. Volví a sentarme donde estaba y contra todo pronóstico, él se sentó a mi lado.

—Tu padre me ha hablado algunas cosas de ti —comentó mientras tomaba una cucharada de postre.

—A mí en cambio no me había dicho nunca nada de ti —le dije—. Me imagino qué cosas habrá dicho.

—Dijo que te queda solo un año para terminar tus estudios en Hogwarts.

—Así es.

—¿Qué hacías fuera de los dormitorios la primera vez que nos vimos?

Ese repentino cambio de tema me tomó por sorpresa, así que me giré un poco para mirarlo. En el momento en que sus ojos se encontraron con los míos, supe que yo jamás podría mentirle. De nuevo tuve la sensación de que podía leer mi mente y observar mi alma.

—Ginny Weasley era algo así como una amiga —dije—, estaba viendo si podía encontrarla o averiguar algo sobre cómo estaba.

Él asintió despacio y se llevó a la boca otra cucharada de postre. Me quedé estudiando sus facciones con mucha atención. Su atractivo era innegable, pero había algo más que eso, que hacía que me costara apartar los ojos de él. Seguía pareciéndome increíble que alguien tan peligroso pudiera verse de esa manera. Me pregunté si seguiría siendo tan poderoso como decían que era antes de su caída. Algo me decía que sí, más que su cuerpo, había recuperado sus poderes.

—¿Puedo preguntar cómo saliste del castillo? —me aventuré a decir.

Se pasó los dedos entre el cabello oscuro y luego me respondió.

—No creo que nadie además de mí conozca ese castillo tan bien. Hay varias salidas secretas, así que salí por una de ellas, una vez estuve en Hogsmeade, esperé a que amaneciera y me aparecí aquí.

Me pregunté cuál sería la reacción de mi padre al verlo. ¿Creería de quién se trataba? Y si no, ¿cómo lo comprobaría? Asentí y me terminé el postre.

—Y nadie te vio, además de mí, claro —dije.

Asintió despacio.

—Cuando me dijiste tu nombre, se me ocurrió la idea de venir a buscar a tu padre. Era hora de que probara su lealtad.

—Me imagino que ya la ha probado en varias ocasiones.

—Sí, pero eso es algo que se prueba en muchas ocasiones, no solo en una.

Siguió mirándome a los ojos por lo que me pareció una eternidad. Resultaba tan intimidante, pero aun así yo no quería apartar la mirada.

—¿Te molesta que te llame Tom? —pregunté.

—Tú puedes llamarme como quieras —respondió con voz suave.

Asentí despacio y seguimos mirándonos por largo rato más.

—Buenas noches, Cassiopeia —se despidió.

—Buenas noches, Tom —dije.

Salió de la cocina y yo me quedé allí unos momentos más, sintiéndome un poco aturdida. Después subí a mi habitación, cerré la puerta y me acosté en la cama. Me había quedado la duda de cuál sería la profecía de la que había hablado Snape.

𝓔𝓵 𝓻𝓮𝓰𝓻𝓮𝓼𝓸 𝓭𝓮𝓵 𝓱𝓮𝓻𝓮𝓭𝓮𝓻𝓸 || 𝓣𝓸𝓶 𝓡𝓲𝓭𝓭𝓵𝓮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora