Cuando llegué al número doce de Grimmauld Place, era a penas media tarde, y casi todos los miembros de la orden ya se encontraban allí para la reunión. Me encontré con Tonks antes de entrar, poco a poco, nos íbamos haciendo amigas y eso me alegraba, porque nunca había tenido una amiga de verdad.
—¡Hola, Cass! —saludó al verme.
—¡Hola! —le dije.
Tuvimos que esperar un rato antes de iniciar la reunión, porque no había llegado Dumbledore. Aunque llevaba un tiempo con la orden, todavía no me acostumbraba a la desconfianza con la que algunos me miraban. Cuando se me ocurrió la idea de infiltrarme y espiarlos, no pensaba que fuera tan difícil. Cuidadosamente escogía la información sobre los mortífagos que les pasaba, pues tenía que asegurarme de que confiaran en mí, pero sin perjudicar los planes que tuviera Tom. Lo peor de todo era la simpatía que sentía hacia varios miembros de la orden, como Tonks, Sirius, Remus y los Weasley. Sabía que tarde o temprano tendría que traicionarlos, porque es imposible estar en dos bandos a la vez, y no me sentía capaz de traicionar a Tom.
—Disculpen la tardanza —se excusó Dumbledore tan pronto llegó—, ya podemos empezar.
Algunos intercambiaron miradas y hubo un momento de silencio.
—Cassiopeia —dijo Kingsley— ¿sabes si Quien Tú Sabes tiene a alguien infiltrado en el ministerio?
Aunque la respuesta era sí, me parecía que no era lo mejor decir que Adrian y Yaxley eran los infiltrados, eso podría causar problemas.
—No —respondí—, ha intentado infiltrar a alguien, pero no ha sido posible.
—¿Últimamente ha hablado acerca de una profecía? —preguntó Remus.
—Una vez lo escuché mencionar una profecía, pero no estaba hablando conmigo, y no ha vuelto a hablar de eso.
—¿Estará hablándonos con la verdad? —preguntó Moody— confiar en un mortífago es...
—Moody —interrumpió Tonks—, no es necesaria tanta desconfianza.
—Puede que no haya hablado de tomar la profecía ahora —intervino Dumbledore—, pero pensará en hacerlo, y es mejor que no llegue a sus manos.
—Entonces tendremos que evitar que la escuche —dijo Sirius—. No creo que vaya personalmente por ella.
—Eso puede suceder —intervine—, algunas veces ha dicho que hay cosas que prefiere hacer personalmente.
—Tenemos que vigilar la entrada del departamento de misterios —dijo Kingsley—, podemos hacerlo por turnos durante las noches.
Y le dedicaron el resto de la reunión a organizar los turnos de vigilancia. Intenté memorizar quién estaría cada noche, por si a Tom se le ocurría ir por la profecía, esa información podría ser de utilidad. Largo rato después, terminó la reunión, todos comenzamos a levantarnos y murmurar despedidas. Cuando llegué a casa, Tom iba bajando las escaleras. Al llegar a mi lado, se acercó para saludarme.
—Hola —dijo.
—Hola.
Le di un beso en la mejilla.
—Ven conmigo, estoy planeando algo y necesito una información que tú debes tener.
—Está bien.
Lo seguí hacia el estudio, donde esperaban Rookwood y Dolohov. Al vernos entrar se pusieron en pie e hicieron una reverencia.
—Mi señor —dijeron a modo de saludo—. Cassiopeia.
Nos sentamos y esperé a que Tom hablara mientras lo miraba con atención.
—Creo que ha llegado el momento de tomar la profecía —dijo—, y como Rookwood trabajó por mucho tiempo en el departamento de misterios, es el indicado para traérmela. Pero antes de planear muy bien esto, necesito saber si la orden sabe algo de la profecía.
—Lo saben, y justamente hoy estaban planeando cómo evitar que escuches esa profecía —le dije—, van a vigilar por turnos la entrada del departamento de misterios.
—¿Mi señor planea enviarme a mí solo? —preguntó Rookwood.
—No —respondió Tom—, creo que contigo y Dolohov será suficiente.
No le presté mucha atención al resto de la conversación, porque estaba ocupada preguntándome de qué hablaría la mentada profecía y por qué era tan importante. Regresé a la realidad cuando Tom mencionó la fecha en que Rookwood y Dolohov irían a ministerio. Ese día quien estaría de guardia era Arthur Weasley. De inmediato me asusté, esos dos no dudarían ni un segundo antes de matar al señor Weasley y eso era algo que yo no quería. Me caía bien y además de eso, era el padre de Fred y George, aunque no hubiera hablado con ellos en un tiempo, seguían siendo importantes para mí. Cuando todo estuvo planeado, Tom y yo fuimos a cenar, pero ni siquiera pude comerme toda la cena. No podía dejar de pensar en el peligro que corría el señor Weasley y en que yo no podía avisar a la orden de los planes de Tom, porque eso sería traicionarlo y él se enteraría. Por otro lado, los de la orden iban a desconfiar de mí si Tom lograba hacerse con la profecía, pero sin duda alguna, sería mucho más fácil hacerles creer a ellos que no sabía nada de ese plan, que hacerle creer a él que no lo había traicionado. Sentía que estaba entre la espada y la pared, e incluso lamenté haberme ofrecido para hacer de doble espía. Me acosté en la cama, tratando de encontrar una solución a eso, y Tom se acostó a mi lado.
—¿Qué te pasa? —preguntó en voz baja.
—Nada —me apresuré a responderme mientras me giraba para mirarlo. Me miró alzando las cejas y antes de que dijera nada más, me acerqué y le di un beso largo y suave, que sirvió para calmarme un poco.
—Hace tiempo que he querido preguntarte algo.
—Pues pregúntame.
—¿Me diste algún filtro de amor?
Su pregunta me hizo reír, no esperaba que me dijera eso.
—Por supuesto que no —respondí—. Además, nunca he sido buena preparando pociones, si lo hubiera intentado, seguramente te hubiera envenenado.
Mi respuesta lo hizo sonreír.
—No entiendo por qué me siento así.
Estiré mi mano y le acaricié la mejilla suavemente.
—Y por mucho que te esfuerces, no lo vas a entender, porque estas cosas no están hechas para ser entendidas.
—Es que... cuando estoy contigo, me siento como si yo fuera otra persona, alguien completamente distinto.
—No creo que seas otra persona, es solo que es una parte de ti que no sabías que existía y que hace cosas que no sabías que podías hacer.
—Es increíble cómo me entiendes mejor que yo mismo.
—No pienses tanto en eso, tú solo déjate querer.
Le sonreí y me acerqué para darle un beso más, sintiendo que no podía cansarme nunca de la hermosa sensación que me causaba el roce de sus labios. Intenté olvidarme de mis preocupaciones, todavía quedaban unos cuantos días antes de la fecha señalada para lo de la profecía, así que trataría de pensar en algo que pudiera hacer para que al señor Weasley no le pasara nada y no traicionar a Tom de ninguna manera.
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𝓔𝓵 𝓻𝓮𝓰𝓻𝓮𝓼𝓸 𝓭𝓮𝓵 𝓱𝓮𝓻𝓮𝓭𝓮𝓻𝓸 || 𝓣𝓸𝓶 𝓡𝓲𝓭𝓭𝓵𝓮
Fanfiction«Soy un recuerdo, guardado en un diario durante cincuenta años». Lucius Malfoy le entrega el diario de Tom Riddle a la pequeña Ginny Weasley, y encarga a su hija mayor, Cassiopeia Malfoy, la misión de vigilarla de cerca. ¿Qué pasaría si el gran Har...