Epílogo

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—Deberías dejarlo sobre la cama —le dije a Tom, que tenía a nuestro hijo en brazos. Había cumplido seis meses, y tal como había dicho mi tía Bella, era una versión en miniatura de su padre. Tenía unos ojos cafés idénticos y el cabello oscuro.

—Está bien —aceptó Tom a regañadientes y lo dejó con mucho cuidado sobre la cama, rodeado por varias almohadas.

Llamaron a la puerta, y sin esperar respuesta, entró Draco. Se veía lo nervioso que estaba, y llevaba la corbata en la mano. Era el día de su boda, en un par de horas, se casaría con Astoria Greengrass. Aunque mis padres no estaban del todo contentos con su elección, yo los había convencido de no intervenir y dejar que mi hermano buscara su felicidad y eligiera sin presiones a su compañera de vida. Se acercó y le dio un beso en la frente a su sobrino.

—Buenos días, ahijado —lo saludó.

—¿A nosotros no nos saludas? —preguntó Tom, con fingida indignación.

Draco se acercó y me dio un beso en la mejilla.

—Hola, Cass —saludó y fue a darle una palmada en en hombro a Tom—. Hola, cuñado.

—Voy a ir a ayudarle a Astoria a arreglarse —informé.

Tom se acercó y me tomó de la cintura para darme un beso largo y suave. Después de que se apartó, Draco le entregó la corbata y Tom se dispuso a ayudarle a hacer el nudo. Me acerqué a mi hijo y le di un beso en la frente.

—Nos vemos luego, pequeño Tommy.

Me dirigí a la puerta y no pude evitar reír cuando escuché a Tom y Draco.

—Me vas a ahorcar —se quejaba mi hermano.

—No seas idiota, si quisiera matarte, usaría otros métodos —replicaba Tom.

—Recuerda que soy el hermano de tu esposa.

En la habitación de Draco, Astoria esperaba, paseándose de un lado a otro, visiblemente nerviosa.

—Hola —dije al entrar, y cerré la puerta tras de mí.

—Hola, Cass —me saludó—. ¿Tú estabas tan nerviosa el día de tu boda?

Asentí lentamente mientras recordaba ese día, que se sentía tan lejano, aunque solo habían pasado unos pocos años.

—Estaba tan nerviosa que mi madre tuvo que darme un tónico para los nervios y una poción para dormir —le respondí.

Ella resopló, y se sentó frente a la ventana. Ya se había puesto el vestido, que era un poco más sencillo que el que yo usé el día de mi boda, pero le quedaba bien. Me acerqué y tomé el cepillo para peinarle el largo cabello castaño.

—¿Suelto, o recogido? —pregunté.

—Recogido —me respondió ella.

Le hice un elegante moño con algunos mechones sueltos y le apliqué algo de maquillaje. Cuando estuvo lista, esbozó una radiante sonrisa.

—Gracias, Cass —dijo.

—De nada, te ves muy bien.

Ella se levantó y me dio un sorpresivo abrazo.

Poco después, estábamos en el jardín. Draco me entregó la caja que contenía los anillos, pues yo iba a ser la madrina. Mis padres no se veían muy felices, pero tampoco estaban siendo tan dramáticos como el día de mi boda. Mi madre tomó al pequeño Tommy en brazos y fue a sentarse en primera fila. Terminada la ceremonia, yo fui la primera en acercarme a abrazar a los recién casados.

—Felicidades —dije—. Bienvenida a la familia, Astoria.

Ella sonrió, y pude ver que estaba a punto de ponerse a llorar. Por largo rato, recibieron abrazos y felicitaciones de todos los invitados. Al final, todos se sentaron en varias mesas, yo ocupé una junto a mis padres, Draco, Astoria y Tom. Sirvieron la champaña y me puse en pie para hacer el brindis.

—Por los recién casados —dije, levantando la copa.

—¡Salud! —me respondieron, mientras chocaban las copas unas con otras.

La música comenzó a sonar y mi hermano y su esposa se levantaron a bailar.

—¿Bailamos? —preguntó Tom mientras estiraba su mano hacia mí.

Asentí y me puse en pie. Caminamos hacia donde todos estaban bailando, él envolvió sus brazos a mi alrededor y comenzamos a movernos despacio al ritmo de la música. Mientras bailábamos, me quedé mirándolo a los ojos. Llevaba tanto tiempo viéndolo todos los días y aún así seguía pareciéndome maravilloso. Mis sentimientos hacia él seguían aumentando, y lo amaba tanto como jamás hubiera pensado que podía amar a alguien.

—Te ves muy hermosa —dijo en un susurro y sonrió.

Mi vestido era dorado y con un poco se escote en la espalda. Además, me había recogido el cabello en una trenza que caía sobre mi hombro izquierdo.

—Gracias —le respondí.

Terminó la canción y regresamos a la mesa, aún tomados de la mano. La alegría parecía flotar en el aire y yo me puse a pensar en Tom y en mí. Cuando había comenzado aquella extraña relación entre nosotros, muchas personas me habían advertido que eso no terminaría bien. Qué feliz me hacía saber que se habían equivocado, pues lo que había entre nosotros, no había terminado. Seguíamos escribiendo día a día nuestra historia, y amándonos cada vez más.

—Te amo —le dije en un susurro, asegurándome de que solo él me escuchara. Sonrió y le dio un apretón a mi mano.

—Yo también te amo, Cassiopeia —respondió en un tono igual de bajo.

Parecía que a pesar de todo, incluso las personas como nosotros, podíamos tener nuestro final feliz.

FIN.

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Se acabó 😭😭😭

Quería darles las gracias otra vez, por todo el apoyo que le dieron a la historia. Me encantó escribirla y muchas gracias por sus votos, sus comentarios y por leerla. Los amo y les envío un abrazo 🤗💕 espero que les hayas gustado el final.

𝓔𝓵 𝓻𝓮𝓰𝓻𝓮𝓼𝓸 𝓭𝓮𝓵 𝓱𝓮𝓻𝓮𝓭𝓮𝓻𝓸 || 𝓣𝓸𝓶 𝓡𝓲𝓭𝓭𝓵𝓮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora