VEINTIUNO

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Me despertó el sonido de la puerta al cerrarse. Abrí los ojos lentamente y me encontré con un furioso Lucius Malfoy, que me miraba como si hubiera hecho algo realmente malo. Me senté en la cama y lo miré, a la espera de que me explicara qué le estaba pasando.

—Eran casi las tres de la madrugada cuando lo vi salir de tu habitación, Cassiopeia. ¡Te exijo que me expliques qué demonios está pasando entre tú y el señor oscuro! —gritó.

Me acomodé un mechón de cabello tras la oreja y lo miré, tratando de aparentar calma.

—Buenos días, padre —dije—. Nada estaba pasando entre él y yo, solo vino a decirme algo. ¿Cómo puedes pensar algo así de mí?

Levantó las cejas y se acercó un paso.

—¿Vino a decirte algo a esa hora?

Me encogí de hombros.

—Pregúntale a él, si no me crees.

Me miró con incredulidad y negó lentamente con la cabeza.

—No me creas tan imbécil, Cassiopeia. Yo me doy cuenta de todo lo que pasa en mi casa, y aunque finjas, sé que algo está pasando entre ustedes. Recuerda lo que te dije, no olvides cuál es tu lugar, él y tú no son iguales.

—Pero padre...

Levantó la mano para hacerme callar.

—Estás jugando con fuego, y te vas a quemar —dijo en tono de advertencia.

Me dedicó una última mirada llena de ira, salió y cerró de un portazo. Me levanté de la cama y fui a arreglarme para salir. Cuando bajé a desayunar, mi madre estaba sola en el comedor.

—¿Y mi padre? —pregunté mientras le daba un beso en la mejilla.

—No quiere desayunar —me respondió ella.

Después entró Tom. Parecía haber cambiado su extraña actitud de la noche anterior, pues al verme esbozó una pequeña sonrisa. ¿Quién era yo para él? Si bien, la manera en que me trataba era un poco diferente a como trataba a todo el mundo, me hubiera gustado saber de qué manera me veía. A veces me costaba un poco comprenderlo y me preocupaba cómo sería todo cuando nuestra extraña relación llegara a su fin. Pero prefería no pensar en eso, no quería atormentarme innecesariamente.

Cuando llegué a Hogsmeade, comenzaba a llover. Me puse la capucha, pues no quería que se me mojara el cabello, ni que todo el mundo se diera cuenta de que estaba ahí. Iba pasando frente a Zonko, cuando dos pelirrojos se me acercaron.

—Hola, chicos —saludé, alejándome un poco de la tienda.

—Hola, Cassiopeia —saludaron ellos.

Le di un abrazo fuerte a cada uno, pues me daba mucho gusto verlos.

—¿Cómo va todo con Quién Tú Sabes? —preguntó Fred en un susurro a penas audible.

—Bien, creo —respondí en un tono igual de bajo—. Aún no me ha enviado a hacer nada, pero ha estado enseñándome algunas cosas.

Ellos intercambiaron una mirada.

—¿Y crees que, sí tomaste la decisión correcta? —preguntó George.

—Puede que esto no haya sido lo mejor, pero es lo que debía hacer.

Fred me dio una palmada amistosa en el hombro.

—Es bueno verte, aunque sea de vez en cuando —dijo.

No pude evitar sonreír.

—También me alegra verlos. ¿Y cómo va todo en Hogwarts? —pregunté.

𝓔𝓵 𝓻𝓮𝓰𝓻𝓮𝓼𝓸 𝓭𝓮𝓵 𝓱𝓮𝓻𝓮𝓭𝓮𝓻𝓸 || 𝓣𝓸𝓶 𝓡𝓲𝓭𝓭𝓵𝓮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora