CATORCE

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Tal como lo había pensado, fue poco lo que conseguí dormir. Era temprano todavía cuando desperté, Draco seguía durmiendo a mi lado, completamente tranquilo y ajeno a mis preocupaciones. Esperé un largo rato antes de levantarme, hasta que Draco se despertó.

—¿Dormiste? —preguntó mientras se peinaba el alborotado cabello rubio, con los dedos.

—He pasado mejores noches —respondí.

Él me miró con pesar.

—Pronto vas a saber de qué quiere hablar él contigo.

—Si es que en verdad va a hablarme.

Resoplé y me levanté de la cama. Me di una ducha larga, luego abrí mi armario y pasé varios minutos tratando de elegir algo qué ponerme, hasta que me decidí por un sencillo vestido blanco de manga corta. Saqué una capa para ponérmela encima, me dejé el cabello suelto y elegí un par de accesorios no muy llamativos. Cuando bajé a desayunar, ya estaban todos en el comedor. Tom me dirigió una mirada indescifrable, pero no dijo nada.

—¿Vas a salir? —preguntó mi madre después de un rato.

Abrí la boca para responderle, pero Tom se me adelantó.

—Sí, va a venir conmigo.

Mi madre me miró con preocupación y mi padre con incredulidad, pero ninguno de los dos dijo nada. Terminamos de desayunar, yo subí a mi habitación, tomé lo que necesitaba y volví a bajar. Tom se estaba poniendo la capa, así que yo hice lo mismo.

—¿Lista? —preguntó.

Asentí y se acercó a mí. Me tomó de la mano y de nuevo una ingente cantidad de emociones agradables y desconocidas, se apoderó de mí. Nos desaparecimos y aparecimos en medio de un camino rural, cercado por setos muy bien podados. Era un día soleado y cerca de nosotros había un letrero que decía: Little Hagleton. Jamás había oído hablar de ese lugar, Tom comenzó a caminar y yo lo seguí, sin decir nada. Caminamos durante un rato, hasta que encontramos las ruinas de una casa.

—¿Qué hacemos aquí? —me aventuré a preguntar, por fin.

Él no parecía prestarme mucha atención, estaba ocupado buscando algo.

—Vinimos a recuperar una reliquia familiar —respondió mucho después.

Con un par de movimientos de varita, hizo un agujero en medio de las ruinas y sacó de allí un anillo con una piedra bastante grande, parecíamuy antiguo y seguramente sería valioso. Se lo guardó en el bolsillo y me miró. No estaba entendiendo nada, tenía muchas preguntas que hacer y traté de elegir una para empezar.

—Anoche dijiste que tenías que hablarme de algo...

—Sí —me interrumpió—, tengo una propuesta muy importante que hacerte.

Lo miré levantando las cejas y me quité un mechón de cabello de la cara.

—Yo siempre he podido ver cuáles son las personas que me conviene tener de mi lado, Cassiopeia. Te he estado observando muy atentamente durante estas semanas y creo que tú y yo podemos hacer grandes cosas juntos. No regreses a Hogwarts, únete a mí, yo te enseñaré todo lo que necesitas saber.

De todas las ideas locas que se me habían ocurrido, jamás se me había pasado por la mente que fuera a pedirme algo como eso. Yo, ¿una mortífaga? Si bien, todavía no sabía qué iba a hacer al terminar el colegio, tampoco había pensado en hacer parte de algo así.

—¿Tengo que responder ahora mismo? —pregunté.

Tom esbozó una pequeña sonrisa.

—No necesariamente. Necesito tu respuesta para el final del verano.

Asentí lentamente. Sabía que, seguramente lo mejor sería decirle que me dejara fuera de eso, pero algo en mí me decía que lo pensara mejor. Pensaba más que todo en mi familia, convirtiéndome en una mortífaga, podría hallar la manera de ganar mayor influencia sobre Tom, y así protegerlos de él, evitar que les hiciera daño, así como había evitado que castigara a mi padre unos días atrás. También pensaba en Draco, podría hallar la forma de mantenerlo fuera de eso y que no corriera ningún peligro. No iba a darle una respuesta hasta que estuviera del todo segura, pues sabía que elegir ese camino y después arrepentirme, arruinaría por completo mi futuro.

—En unos días, tendrás una respuesta —le dije.

—La estaré esperando.

Me concentré en mirarlo a los ojos, cada vez que lo miraba, lo encontraba todavía más atractivo. En ese momento, sus mejillas que casi siempre eran pálidas, tenían un tono rojizo suave y eso aumentaba mucho más su belleza. Hice un enorme esfuerzo por dejar de mirarlo, pues eso me impedía pensar correctamente, me alejé unos pasos y me dediqué a observar el paisaje que nos rodeaba. A nuestro alrededor había algunos árboles y los pájaros cantaban, era un lugar muy bonito.

—¿Te gusta aquí? —me preguntó Tom.

—Sí, es un lugar muy bonito —respondí.

—Mis padres vivían en este pueblo.

Detuve mi exploración del lugar y lo miré, sorprendida. Yo no sabía prácticamente nada sobre él, y que me hubiera dicho algo tan simple como eso, solo hacía que quisiera saber más, todo lo que se pudiera saber sobre quién era él, sus orígenes, los nombres de sus padres, sus abuelos, cualquier cosa.

—¿Puedo preguntar qué pasó con ellos? —pregunté muy suavemente.

Él dudó un poco, parecía como si estuviera haciendo un gran esfuerzo por no responderme.

—Mi madre murió cuando yo nací —respondió después de un rato—, mi padre la había abandonado unos meses antes, así que yo crecí en un orfanato, con muggles. Él se llamaba Tom Riddle, como yo, y ahora está muerto.

Había dicho solo unas cuantas frases, pero para mí esa era una información muy importante sobre él.

—Es interesante saber cosas sobre ti —dije.

—Si aceptas a mi propuesta, con el tiempo vas a saber muchas cosas más. No seremos unos desconocidos.

—Yo no siento que seamos unos desconocidos.

—No, es un poco extraño, pero a veces siento que nos conocemos desde hace mucho tiempo atrás.

—Tal vez es porque no hay mucho que saber sobre mí.

—Te considero una persona interesante.

No pude evitar sonreír, aunque seguía pareciéndome que no estaba del todo bien sentirme tan cómoda en su presencia. Esperaba que el conjunto se sensaciones que él me causaba, no influyeran en la decisión que tenía que tomar.

𝓔𝓵 𝓻𝓮𝓰𝓻𝓮𝓼𝓸 𝓭𝓮𝓵 𝓱𝓮𝓻𝓮𝓭𝓮𝓻𝓸 || 𝓣𝓸𝓶 𝓡𝓲𝓭𝓭𝓵𝓮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora