SESENTA Y SEIS

4.7K 424 124
                                    

Estaba intentando desayunar cuando llegó un búho con una carta para mí. La dejó caer sobre mi regazo y yo la abrí con disimulo para leerla. Era de Remus, que me contaba que ya había nacido su hijo y me invitaba a ir a conocerlo. Guardé la carta en el bolsillo y tuve que hacer un esfuerzo enorme por comerme los huevos y el tocino, pues las náuseas seguían sin dejarme en paz.

—Tengo algo que hacer hoy —le informé a Tom en voz baja. Al escucharme dejó el tenedor sobre el plato y se quedó mirándome con el ceño fruncido—, no voy a acompañarte al ministerio.

Asintió lentamente y se acercó para darme un beso en la mejilla.

—Está bien, entonces nos vemos en la noche.

Se levantó y salió del comedor.

—¿Por qué no has comido nada, Cassiopeia? —preguntó mi padre, dejando a un lado el periódico que estaba leyendo.

—Es que... últimamente el olor de la comida me causa muchas náuseas —le contesté, mientras cortaba un trozo de tocino.

Mi madre y mi tía Bella intercambiaron una mirada.

—¿No será que estás embarazada, Cassiopeia? —intervino está última.

—No necesariamente tiene que ser eso, Bella —le dijo mi madre, muy seria.

Levanté la vista del plato y me quedé mirándolas. Mi tía Bella esbozó una sonrisa que me hizo saber que estaba casi convencida de que lo que había dicho era cierto. Yo no lo había pensado, en realidad no le prestaba mucha atención a lo mal que me estaba sintiendo, y aunque pasaban los días, seguía pensando que pasaría con el tiempo.

—Deberíamos aprovechar que está aquí y salir de dudas —sugirió.

—Bien —le dije—, aunque yo no pienso que sea eso.

—Es mejor comprobarlo, tú espera y verás.

Sonrió otra vez, se levantó para salir casi corriendo del comedor y yo terminé de comer, aunque me costaba mucho. Regresó después, con un frasco que contenía una poción que nunca había visto. Sin decir nada más, me tomó del brazo y subimos a mi habitación, seguidas de mis padres y de Draco.

—Tómate esto —me indicó.

Cuando le quitó la tapa, el olor que despidió me pareció muy desagradable, pero contuve la respiración y la bebí toda de un solo sorbo. No conseguí mantenerla en mi estómago por más de un par de minutos y salí corriendo al baño a devolverla. Pasé un buen rato vomitando y sentía que en cualquier momento me iba a desmayar.

—Y definitivamente sí —dijo mi tía Bella, con entusiasmo—. Felicidades, Cissy y Lucius, van a ser abuelos.

Ella parecía más que convencida, pero yo no lo podía creer. Ni siquiera entendía por qué se me hacía tan difícil de aceptar, yo ni siquiera había pensado seriamente en tener hijos, y resultaba que estaba embarazada. Entonces pensé en Tom. ¿Qué pensaría él? ¿Cómo iba a decirle? Mientras mi familia hacía comentarios de asombro, me lavé la cara con agua fría y me miré en el espejo. Estaba muy pálida y me temblaban un poco las manos. Salí del baño y me quedé mirando los rostros de mis padres con atención. Mi madre sonreía, pero una lágrima solitaria se deslizaba por su mejilla, mientras que mi padre parecía entre sorprendido y feliz. Draco se apresuró a darme un fuerte abrazo, pero yo no salía de mi asombro. No sabía qué hacer, o qué decir, nunca me había sentido tan extraña en mi vida.

—Felicidades, Cass —dijo mi hermano, con notorio entusiasmo—. Desde ahora te digo que me gustaría ser el padrino.

—Ya me estoy imaginando una versión en miniatura de mi señor —dijo mi tía Bella, visiblemente emocionada y después puso una enorme sonrisa.

𝓔𝓵 𝓻𝓮𝓰𝓻𝓮𝓼𝓸 𝓭𝓮𝓵 𝓱𝓮𝓻𝓮𝓭𝓮𝓻𝓸 || 𝓣𝓸𝓶 𝓡𝓲𝓭𝓭𝓵𝓮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora