Primero de septiembre.
—¿Listo? —pregunté, mientras miraba atentamente a Tommy, mi pequeño Tommy, que ya no era tan pequeño en realidad, ya tenía once años. Era la viva imagen de su padre, y en esos momentos recordé el recuerdo que había visto en él pensadero de la oficina de Dumbledore, tantos años atrás. Tommy asintió, y se sentó en la cama con expresión preocupada—. ¿Qué te sucede, mi amor?
Me miró, con los ojos brillantes de lágrimas.
—¿Qué pasará si no soy tan poderoso como mi padre y como tú? —preguntó en voz baja.
Lo tomé de la mano y esbocé una sonrisa tranquilizadora.
—Estoy segura de que vas a ser tan poderoso como tu padre, o incluso más. No te preocupes por eso, Tommy, tu padre y yo te queremos y te vamos a seguir queriendo igual, sin importar qué tan poderoso seas.
Pareció un poco más tranquilo, así que me acerqué para abrazarlo y darle un beso en la mejilla. Yo también estaba muy preocupada por él y por lo que le esperaría en Hogwarts. A pesar de que el poder llevara tantos años en manos de Tom, y también mías, los enemigos seguían existiendo, y no terminarían nunca, muy seguramente. Sabía que a Tommy no le esperaba una vida fácil, sufriría inevitablemente solo por ser nuestro hijo. Por eso, desde que era pequeño me había esforzado por enseñarle a ser fuerte y no preocuparse de las opiniones ajenas, esperaba que hubiera aprendido algo de todo eso.
En ese momento, mi sobrino Scorpius, entró corriendo a la habitación.
—¡Tía Cass! —exclamó— ¡Tía Cass!
—¿Qué pasa, cariño? —le pregunté, y me agaché un poco para mirar aquellos ojos grises idénticos a los de mi hermano, mi padre y los míos. Cuánto se parecía a Draco cuando tenía su edad.
—¿Por qué no puedo ir a Hogwarts con mi primo? —preguntó.
Sonreí y le acaricié el cabello.
—Porque todavía no tienes once —le respondí.
Él pareció decepcionado, y dio media vuelta para salir de la habitación. En la puerta se encontró con Tom.
—Hola, tío —lo saludó, con la misma emoción de siempre.
—Hola, Scorpius —le dijo él, y le revolvió el cabello con los dedos como solía hacer siempre que lo veía.
Mi sobrino salió corriendo, Tom entró en la habitación y se acercó para saludarme con un beso.
—¿Tienes todo listo, Tommy? —preguntó, volviéndose para mirar a nuestro hijo.
—Sí, padre —respondió Tommy.
Tom notó que estaba preocupado, así que se sentó en la cama junto a él.
—Hay algo que tengo que decirte antes de que nos vayamos —le dijo—. Es importante que me escuches con mucha atención.
Tommy asintió y miró a su padre con la misma admiración de siempre.
—Muchas de las personas que vas a conocer cuando estés en Hogwarts, te van a odiar por el simple hecho de llevar mi sangre —continuó Tom, mirando a nuestro hijo a los ojos—. Ellos no se van a tomar la molestia de averiguar si eres igual a mí o no. Hagas lo que hagas, van a seguir hablando de ti, y repitiendo una y otra vez todo lo que tu madre y yo hemos hecho. No tienes que prestarles atención, porque solo tú sabes en realidad quién eres, además, tú sabes muy bien quiénes somos tu madre y yo. Tienes que ser muy fuerte, hijo, porque lo que te espera no es fácil.
Después de decir aquellas palabras, le dio un fuerte abrazo.
—Voy a despedirme de todos —anunció Tommy, y salió de la habitación.
ESTÁS LEYENDO
𝓔𝓵 𝓻𝓮𝓰𝓻𝓮𝓼𝓸 𝓭𝓮𝓵 𝓱𝓮𝓻𝓮𝓭𝓮𝓻𝓸 || 𝓣𝓸𝓶 𝓡𝓲𝓭𝓭𝓵𝓮
Fanfiction«Soy un recuerdo, guardado en un diario durante cincuenta años». Lucius Malfoy le entrega el diario de Tom Riddle a la pequeña Ginny Weasley, y encarga a su hija mayor, Cassiopeia Malfoy, la misión de vigilarla de cerca. ¿Qué pasaría si el gran Har...