Tom y yo pasamos muchos días sin dirigirnos la palabra, sin tener ni el más mínimo contacto físico y evitando mirarnos. A pesar de estar a escasos metros, yo sentía que la distancia entre nosotros era insalvable. No recordaba haberme sentido tan ofendida antes, y cada vez que lo veía, recordaba cómo había cuestionado mi lealtad y volvía a sentirme furiosa. Pero yo no iba a ceder, porque el error no había sido mío. Lo extrañaba y lo necesitaba, pero no iba a hablarle, ni a intentar arreglar las cosas. Tendría que ser él quien diera el primer paso, o preferiría que no volviéramos a hablarnos nunca más. Pero me dolía esa situación, y tenía que hacer enormes esfuerzos para no hablarle, o tocarlo, o besarlo, pero mi orgullo siempre sería demasiado grande. Quedé en verme con Adrian en un bar muggle, porque sentía que necesitaba desahogarme con alguien. Salí de una reunión de la orden del fénix y me dirigí al lugar. Estaba ubicado en una concurrida calle de Londres, era un establecimiento no muy grande, con varias mesas pequeñas con sillas, una barra y luces de neón que brillaban en las paredes de ladrillo. Adrian me esperaba sentado en una de las mesas, mientras bebía un líquido transparente de una copa. Me acerqué y lo envolví en un abrazo.
—¡Hola! —saludé.
—Cass, no sabes cuánto me alegra verte —dijo, y sonrió.
Me senté junto a él y en ese momento llegó el mesero. No tenía ni idea de qué pedir en un lugar de esos, así que miré a Adrian.
—Dos vodkas más —pidió, sacándome del apuro.
El mesero asintió y se retiró.
—¿Frecuentas estos lugares? —pregunté mientras miraba a mi alrededor.
—No mucho, pero debo admitir que el vodka es muy bueno, sirve para calmar un poco el dolor del corazón.
Entrelacé las manos sobre la mesa y lo miré a los ojos.
—Entonces es lo que necesito ahora.
Adrian frunció un poco el ceño, en ese momento regresó el mesero con lo que habíamos pedido.
—Pruébalo —dijo, mientras se llevaba la copa a los labios y bebía un sorbo.
Me encogí de hombros y lo probé. Tuve una sensación parecida a la que causaba el whisky de fuego, solo que ardía un poco menos.
—No está mal —opiné.
—Ahora me vas a contar qué pasa entre tú y el señor oscuro.
Respiré profundo y me preparé para sacar todo eso que había estado guardando por tantos días.
—Él cree que lo estoy traicionando. Dijo que me estoy cambiando de bando y eso me ofendió tanto. ¿Cómo demonios quiere que le demuestre mi lealtad? Nada de lo que me ha enviado a hacer me ha salido mal, y se atreve a dudar de mí.
Adrian negó lentamente con la cabeza y bebió otro sorbo.
—¿Cómo se atreve a dudar de tu lealtad? La única que le es real y sinceramente leal eres tú, además de eso, eres la única persona sobre la tierra que puede sentir amor por él. Estoy seguro de que nunca, en su maldita vida, nadie, además de ti, lo ha querido.
—Lo sé, por eso me duele su desconfianza. Cómo quisiera poder mandarlo al infierno.
—Eso está un poco difícil porque estás casada con él.
Resoplé y bebí otro sorbo de vodka.
—Si algún día te casas, elige bien.
—La única persona con la que he pensado en casarme, eres tú, y eso no podrá ser, así que para mí no es una posibilidad.
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𝓔𝓵 𝓻𝓮𝓰𝓻𝓮𝓼𝓸 𝓭𝓮𝓵 𝓱𝓮𝓻𝓮𝓭𝓮𝓻𝓸 || 𝓣𝓸𝓶 𝓡𝓲𝓭𝓭𝓵𝓮
Fanfiction«Soy un recuerdo, guardado en un diario durante cincuenta años». Lucius Malfoy le entrega el diario de Tom Riddle a la pequeña Ginny Weasley, y encarga a su hija mayor, Cassiopeia Malfoy, la misión de vigilarla de cerca. ¿Qué pasaría si el gran Har...