Dos meses habían pasado casi sin que me diera cuenta y Tom y yo, nos habíamos hecho realmente cercanos. Durante ese tiempo, se había ocupado de enseñarme muchas cosas, tanto así que ya tenía un amplio conocimiento sobre artes oscuras. Estaba en mi habitación, mirando por la ventana, cuando Tom entró. Me giré lentamente para mirarlo y vi que llevaba un paquete cuadrado bajo el brazo.
—¿Qué tiene de malo tu habitación? —le pregunté en un fingido tono de seriedad—. Pasas más tiempo aquí que allá.
Él levantó la mirada, su expresión se suavizó y sonrió.
—Allá no estás tú.
Sonreí también y me acerqué para besarlo. No nos habíamos molestado en ponerle algún nombre a nuestra relación, pero ninguno de los dos tenía inconvenientes con eso. Estábamos bien dándonos besos cuando nadie nos veía y fingiendo una relación no muy cercana en frente de mi familia o de los demás mortífagos.
—¿Y eso? —pregunté señalando el paquete que tenía en la mano.
Él me lo entregó.
—Es para ti.
Mi corazón saltó de alegría dentro de mi pecho y tuve que hacer grandes esfuerzos por no lanzarme sobre él y llenarlo de besos. En ese tiempo me había hecho una idea de cómo era. Demostrar sentimientos no era lo suyo, y tampoco era que le gustara mucho el contacto físico. No era alguien que diera regalos y eso se notaba, pero se había tomado la molestia de comprarme algo y eso me hacía sentirme feliz. Me apresuré a abrirlo y me encontré con un libro.
—Los secretos de las artes más oscuras —leí en voz baja, luego levanté la mirada y me encontré con sus ojos.
—Es un libro muy interesante, Cassiopeia.
—No lo dudo —comenté, observándolo con detenimiento, luego fui y lo dejé sobre mi escritorio—. Muchas gracias.
Regresé a su lado y sin pensarlo dos veces, lo abracé. Era la primera vez que lo hacía. Él se puso tenso y tardó un rato en rodearme muy lentamente con los brazos, parecía no saber qué hacer en ese caso, lo que me hizo preguntarme cuántas veces lo habían abrazado. Cuando me aparté, me fijé en lo incómodo que se veía, así que no hice ningún otro comentario. Me senté en la cama y él se sentó a mi lado.
—Cassiopeia —dijo con voz suave.
Me acerqué un poco y lo miré con atención.
—Dime.
—En este tiempo he podido conocer tus habilidades mágicas y he visto tu poder. Creo que ya estás lista para participar en algo que estoy planeando. Es una misión muy importante, pero sé que lo harás bien.
Sus palabras me causaron un poco de nerviosismo. Yo no me sentía tan lista para participar de algo importante. Él me había mostrado que tenía fe en mí y no quería decepcionarlo.
—¿Cuándo sabré de qué se trata? —pregunté.
—En unos días, cuando haya terminado de diseñar muy bien el plan.
Asentí e intenté no preocuparme, pero sabía que sería casi imposible. Me acerqué con la intención de darle un beso más, él puso su mano sobre mi rodilla, deslizó los dedos bajo la tela de la falda y comenzó a subir mientras me acariciaba muy suavemente. Nunca lo había hecho antes, pero lo que sentía cada vez que me tocaba no era nada desagradable, así que no le dije nada. En lugar de eso, puse mis manos sobre sus hombros y me acerqué un poco más. Poco a poco, los besos se hicieron mucho más apasionados, suavemente, me empujó sobre la cama y se acomodó sobre mí. Las cosas se estaban saliendo un poco de control, pero no me importaba, hasta ese momento, no sabía que lo deseaba tanto, pero en verdad lo hacía. Deslicé mis manos bajo la tela de su camisa y acaricié la piel suave y cálida de su abdomen. Había perdido la noción del tiempo, para mí no existía nada más que Tom, sus besos y las caricias que repartía por mi cuerpo. Me pareció que había pasado una eternidad, cuando se detuvo de repente y se alejó un poco para mirarme, sus ojos oscuros estaban llenos de confusión.
—¿Qué estás haciendo conmigo? —murmuró en un susurro.
Se puso de pie en segundos y me dio la espalda. Me senté y me acomodé el vestido que se me había subido casi hasta la cintura. Tom se pasó los dedos entre su cabello oscuro, parecía entre nervioso y frustrado.
—¿Qué... —Intenté preguntar.
—Eso no puede pasar esta noche —me interrumpió en voz baja.
Lentamente me levanté y me acerqué a él con cautela.
—Buenas noches, Cassiopeia —dijo, y salió precipitadamente de la habitación.
Cuando cerré la puerta, la confusión se apoderó de mí. ¿Qué le estaba pasando? Resoplé y me dirigí al armario a sacar una pijama. Poco después me acosté en la cama, todavía no lograba comprender qué le había sucedido, si todo estaba tan bien. Intenté dormir, pues al día siguiente iría a Hogsmeade a ver a Draco y a mis amigos, pero el sueño no llegaba. Tal vez estaba llegando muy lejos con Tom y eso no estaba bien, aunque se sintiera bien, él no era cualquier persona y yo siempre olvidaba eso.
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𝓔𝓵 𝓻𝓮𝓰𝓻𝓮𝓼𝓸 𝓭𝓮𝓵 𝓱𝓮𝓻𝓮𝓭𝓮𝓻𝓸 || 𝓣𝓸𝓶 𝓡𝓲𝓭𝓭𝓵𝓮
Fanfiction«Soy un recuerdo, guardado en un diario durante cincuenta años». Lucius Malfoy le entrega el diario de Tom Riddle a la pequeña Ginny Weasley, y encarga a su hija mayor, Cassiopeia Malfoy, la misión de vigilarla de cerca. ¿Qué pasaría si el gran Har...