Hacía tanto frío que a pesar de tener un abrigo y la capa, temblaba ligeramente. Sostenía con fuerza la varita y esperaba a que Potter y los miembros de la orden aparecieran pronto. Sentía una gran urgencia de acabar con él, porque sabía que era el único que podría vencer a Tom, y eso era algo que yo no quería. Él era demasiado importante para mí, y nuestras vidas estaban unidas, de manera que sus objetivos eran también lo míos. Potter no me había hecho nada, pero yo también quería acabar con él. Traté de respirar profundamente y calmar los nervios que por momentos se apoderaban de mí. Yo nunca me había permitido ser una cobarde, y ese momento no era la excepción. Cuando la orden apareció, hubo una gran confusión, pues había siete Harry Potter.
—¿Ahora cómo sabemos cuál es? —preguntó Rodolphus, que estaba junto a mí.
—Vamos a tener que matarlos a todos —le respondió mi tía Bella, bastante emocionada ante la perspectiva de acabar con toda la orden del fénix.
—¡Ataquen! —ordenó Tom, y comenzaron a volar maldiciones y otra gran cantidad de hechizos, por los aires.
Mientras esquivaba los hechizos y lanzaba maldiciones, me pregunté si Mundungus sabría que iban a usar la poción multijugos para trasladar a Potter. De repente, me sentí estúpida, era muy seguro que lo supiera, pero que hubiera decidido no contármelo. Pensé en que lo mejor era prolongar el enfrentamiento, después de una hora desaparecería el efecto de la poción y los que estuvieran suplantando a Potter, regresarían a su forma original, entonces sabríamos cuál era el verdadero. A pesar de la gran confusión que había, reconocí la voz de Mundungus, que al parecer estaba con Alastor Moody. No pensaba perdonarle que me hubiera ocultado una parte tan importante del plan, si al final Potter lograba salir con vida de ahí, sería por su culpa. Lo ataqué, pero se desapareció antes de que el hechizo pudiera golpearlo, quien lo recibió fue Moody, y cayó.
—¡Maldita sea! —exclamé en voz baja—, no pensaba matarlo.
Aunque Moody nunca hubiera confiado en mí, tampoco tenía suficientes razones para matarlo, pero ya estaba hecho. Me esforcé por que ninguno de los hechizos que volaban por todas partes, me alcanzara. El enfrentamiento se hacía cada vez peor y no lográbamos localizar al verdadero Potter.
—Es ese —dijo Tom, que estaba bastante cerca de mí y yo no me había dado cuenta.
—¿Cuál? —pregunté.
Me señaló una motocicleta grande, que conducía Hagrid, el guardabosques de Hogwarts. Se alejaba a toda velocidad y pronto se perdería en la distancia, así que Tom fue tras ellos. Me aparté a tiempo para esquivar un hechizo, e intenté no herir a Remus, ni a Tonks, que estaban bastante cerca de mí. Me pareció que pasaba un siglo cuando todo terminó por fin. Pero Tom no regresaba y comencé a preocuparme por él. Por estúpido que fuera, porque era demasiado poderoso como para que lograran hacerle daño, no podía evitar preocuparme por que estuviera bien. Cuando regresó, supe que no había conseguido matar a Potter, una vez más.
—¿Alguna idea de a dónde podría haber ido? —me preguntó en voz baja y me di cuenta de que estaba tratando por todos los medios de controlar su ira.
Pasé unos momentos pensando hasta que recordé la casa de Sirius, el número doce de Grimmauld Place. Al morir Dumbledore, que era el guardián de los secretos de la orden, el encantamiento fidelio había terminado y cualquiera podía revelar la ubicación del cuartel general.
—No estoy segura, pero pueden haberlo llevado al número doce de Grimmauld Place —dije.
—Entonces vamos allá —dijo.
Nos dirigimos a la casa de Sirius y cuando llegué, esperaba que Potter estuviera ahí. Entramos en silencio, y parecía que no había nadie.
—Busquen en cada rincón, tenemos que asegurarnos de que no esté aquí —ordenó Tom, y todos se dispusieron a hacer lo que decía.
Me quedé con él en la cocina y lo tomé de la mano.
—Sé que querías terminar con esto hoy —le dije con voz suave—, pero tarde o temprano lo vas a lograr.
—Sabes que es algo muy urgente —replicó—, la profecía...
—Tom —le interrumpí—, la profecía puede cumplirse o no, pero lo cierto es que Potter no puede esconderse para siempre. Lo vas a encontrar y podrás acabar con él de una vez por todas.
Me miró a los ojos y puso un mechón de mi cabello tras mi oreja. Parecía un poco más tranquilo que antes.
—¿Por qué siempre tienes razón? —preguntó casi en un susurro y yo esbocé una pequeña sonrisa.
—Una vez dijiste que te parecía que yo podía ver cosas que tú no veías. Pues puede que eso sea así.
Se acercó despacio y me dio un beso lento y muy tierno. Los mortífagos no tardaron mucho en registrar toda la casa, llegando a la conclusión de que Potter no estaba ahí.
—¿Y ahora? —preguntó mi tía Bella, decepcionada.
—Puede que después, cuando caiga el ministerio, sea más fácil encontrarlo —dije.
—El mundo no es lo suficientemente grande para que Potter se esconda y no podamos encontrarlo —dijo Tom, en tono amenazador—, ya aparecerá, y terminaremos lo que empezamos.
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𝓔𝓵 𝓻𝓮𝓰𝓻𝓮𝓼𝓸 𝓭𝓮𝓵 𝓱𝓮𝓻𝓮𝓭𝓮𝓻𝓸 || 𝓣𝓸𝓶 𝓡𝓲𝓭𝓭𝓵𝓮
Fanfiction«Soy un recuerdo, guardado en un diario durante cincuenta años». Lucius Malfoy le entrega el diario de Tom Riddle a la pequeña Ginny Weasley, y encarga a su hija mayor, Cassiopeia Malfoy, la misión de vigilarla de cerca. ¿Qué pasaría si el gran Har...