CINCUENTA Y OCHO

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No pude evitar sonreír cuando me enteré de que el funeral de Dumbledore iba a ser en Hogwarts y que allí mismo sería su tumba. Eso me daba una oportunidad invaluable de recuperar los horrocruxes de Tom y no la iba a desperdiciar. Ya me había explicado bien cómo eran y yo estaba lista para ir por ellos mientras él recuperaba los demás. Le pedí a Adrian que me acompañara y aprovechamos la gran cantidad de personas que asistieron a la ceremonia para pasar inadvertidos. Nos ubicamos en donde llamáramos menos la atención y esperamos a que la ceremonia iniciara. Me asusté un poco cuando sentí que alguien me tocaba el hombro. Lentamente me volví para ver de quién se trataba y mi sorpresa fue muy grande cuando me encontré con los rostros sonrientes de Tonks y Remus.

—¡Hola, Cass! —saludaron.

—¡Hola! —dije, y esbocé una sonrisa amable—, no esperaba que me reconocieran.

Me oculté mejor el cabello debajo de la capucha de la capa y me fijé en que estaban tomados de la mano.

—No nos íbamos a quedar sin decirte al menos hola —dijo Tonks, y se acomodó un mechón de su llamativo cabello rosa detrás de la oreja.

—Me alegra saludarlos —dije, con toda sinceridad.

Los dos sonrieron e intercambiaron una mirada cariñosa.

—Ahora estamos en una relación —me contó Remus.

—¡Felicidades! —exclamé— hacen una muy bonita pareja.

—Gracias —dijo Tonks.

Los dos se veían muy felices juntos y yo estaba feliz por ellos, ambos eran buenas personas y se lo merecían. La llegada de algunos funcionarios del ministerio nos avisó que pronto iniciaría la ceremonia, así que llegó el momento de poner fin a nuestra breve conversación.

—Nos vemos luego, Cass —dijo Remus.

—Adiós —dije, y sonreí.

—¿Tendrás problemas si te escribo cartas? —preguntó Tonks mientras ponía su mano sobre mi hombro.

—Claro que no, escríbeme cuando quieras —le respondí.

Nos dimos un breve abrazo y fueron a sentarse en un lugar alejado. Esperamos un rato más, hasta que supe que era el momento adecuado para llevar a cabo mi misión.

—Vamos —susurré en el oído de Adrian y lo tomé del brazo.

Caminamos a paso rápido hasta la oficina del director. Draco nos esperaba, recostado en la pared y yo me acerqué para darle un abrazo rápido.

—Hermanito —dije.

—Hola, Cass —saludó.

Entramos en la oficina y cada uno de nosotros comenzó a buscar en un lugar diferente. Traté de no hacer mucho desorden, y de encontrar rápido lo que estaba buscando, pero después de un rato, comencé a perder la paciencia.

—Cass —me llamó Adrian, que estaba buscando en los cajones del escritorio.

Dejé el libro que tenía en la mano en su sitio y fui hasta donde estaba.

—¿Lo encontraste? —pregunté.

—No — respondió—, pero mira esto.

Me entregó un trozo de pergamino escrito a mano con la perfecta caligrafía de Dumbledore, lo tomé y me dispuse a leerlo.

De las tres reliquias de la muerte:
La varita de saúco: En mi poder desde el duelo con Gellert Grindelwald en 1945.
La piedra de la resurrección: en un anillo que perteneció al abuelo de Tom Riddle, y que este convirtió en uno de sus horrocruxes. (Por encontrar)
La capa invisible: Pertenece a Harry Potter.

𝓔𝓵 𝓻𝓮𝓰𝓻𝓮𝓼𝓸 𝓭𝓮𝓵 𝓱𝓮𝓻𝓮𝓭𝓮𝓻𝓸 || 𝓣𝓸𝓶 𝓡𝓲𝓭𝓭𝓵𝓮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora