TREINTA Y CUATRO

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El vestido de novia estaba junto a la ventana, y yo estaba sentada en la cama, mirándolo fijamente. Faltaba un día para la boda y a medida que el tiempo pasaba, me costaba más controlar mis nervios. Había estado en San Mungo, visitando a Adrian, que todavía no se recuperaba del todo. El sanador me había dicho que tardaría por lo menos dos meses más en estar bien, pues lo que fuera que le había hecho Tom, le había dejado secuelas graves. La tarde avanzaba y casi era hora de ir a King's Cross a recoger a Draco, que ya había terminado su año escolar. Estaba feliz de ver de nuevo a mi hermano, y también aprovecharía para hablar con Fred y George, pues en su última carta, habían dicho que tenían algo importante que decirme. Abrí el primer cajón de la mesa de noche y saqué de allí una caja de terciopelo, que contenía los dos anillos de boda. Llamaron a la puerta y me levanté rápidamente a abrir.

—¿Qué es lo que estás escondiendo ahí? —me preguntó Tom, pues no lo dejé pasar.

—No quiero que veas el vestido antes de mañana —le dije.

Él me miró con impaciencia y luego sonrió.

—Tengo que salir —me informó—, regresaré para la cena.

Me acerqué y le di un beso largo y suave.

—Yo tengo que ir a traer a Draco.

—Nos vemos más tarde.

Le di otro beso más corto y consulté el reloj, se me estaba haciendo tarde. Al llegar a King's Cross, algunos de los alumnos de Hogwarts ya habían empezado a bajar del tren. Intenté localizar a mi hermano, pero primero aparecieron Fred y George. Se acercaron a mí, sonrientes y yo los saludé con un abrazo.

—Hola, chicos —dije.

—Hola, Cassiopeia —saludaron.

—¿Puedo saber qué era lo que querían decirme?

Ellos intercambiaron una mirada y finalmente, fue Fred quien habló.

—¿Es verdad que mañana te casas con Quien Tú Sabes? —preguntó, en voz baja.

—Así es —respondí.

—Escucha... toda la orden del fénix lo sabe. Dumbledore intentó convencer a Fudge de que envíe a toda la oficina de aurores  a la mansión Malfoy mañana. Pero como sabes, Fudge sigue sin creer que Quien Tú Sabes haya regresado, así que le dijo que no piensa aparecerse en una boda a la que no ha sido invitado, e insistió en que tu prometido es cualquier otro mago, no Quien Tú Sabes. Sigue diciendo que no puede ser él, que es imposible que se vea así.

Me quedé pensando en las palabras de Fred, y pensé en algo que podía pasar.

—¿Qué tan probable es que toda la orden del fénix se aparezca en mi boda? —pregunté.

Intercambiaron otra mirada y tardaron un poco en responder.

—No creo que mucho —respondió George— ¿Qué ganarían con interrumpir una boda? Aunque sea la boda de Quien Tú Sabes.

—Tal vez acabar con algunos mortífagos —dije—, tal vez Dumbledore crea que puede acabar con Tom ahí.

Al mencionarlo, los dos me miraron con confusión.

—Perdón, decía que Dumbledore creerá que puede acabar con Quien Ustedes Saben en la boda —me apresuré a corregir.

—¿Por qué te refieres a él con ese nombre? —preguntó Fred, y frunció el ceño.

—Es que ese es su nombre, pero creo que solo yo lo llamo de esa manera.

Por la expresión que ambos tenían, supe que no comprendían muy bien por qué él dejaría que yo lo llamara de una manera diferente a como lo hacía todo el mundo.

𝓔𝓵 𝓻𝓮𝓰𝓻𝓮𝓼𝓸 𝓭𝓮𝓵 𝓱𝓮𝓻𝓮𝓭𝓮𝓻𝓸 || 𝓣𝓸𝓶 𝓡𝓲𝓭𝓭𝓵𝓮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora