SESENTA Y OCHO

4.3K 376 74
                                    

Los árboles del bosque crecían a muy poca distancia unos de otros, y todo estaba sumido en un silencio sepulcral. Me aseguré de atarle muy bien las manos a Potter, y me quedé esperando con él, fuera de la tienda, mientras los demás revisaban el interior, en busca de la capa invisible.

—Fred y George siempre dijeron que eres una buena persona —dijo en voz baja—, pero creo que estaban muy equivocados.

Lo miré con indiferencia y saqué mi varita del bolsillo para tenerla en la mano, por si acaso.

—Lo que tú creas no me importa en lo más mínimo —le dije—. Todo lo que yo quiero es terminar con esta guerra de una vez, y para poder terminar la guerra, tenemos que matarte a ti.

—Esto es entre él y yo. Tú no tienes nada que ver.

—De nuevo te equivocas. Todo lo que sea con él, tiene que ver también conmigo.

—Parece que no se equivocan cuando dices que eres su aliada más fuerte.

—Yo simplemente he tratado de estar a la altura del gran hombre que tengo por esposo.

Me miró con escepticismo, aunque el miedo seguía viéndose muy claramente en sus ojos verdes.

—¿Por qué has hecho todas esas cosas? —preguntó con voz suave—, has puesto tu vida en peligro, has matado, has torturado y hecho daño, todo para que él pudiera tener el poder.

—No hay nada que no sea capaz de hacer por él —le respondí, con toda convicción—, yo no sé si tú tengas alguna idea de cómo es estar enamorado, pero a veces el amor que sientes es tan grande, que desconoce límites, y todo lo que te importa es esa persona —hice una breve pausa mientras recordaba la primera vez que había visto a Tom—. No puedo creer que estemos teniendo esta conversación, Potter.

El chico negó con la cabeza.

—Yo tampoco, pero esto hace que lo que creo que son mis últimos momentos en este mundo, sean menos angustiosos.

En ese momento, mis padres salieron de la tienda, seguidos por mi hermano y por Tom, que llevaba la capa invisible perfectamente doblada bajo el brazo. Al verme esbozó una sonrisa radiante que me hizo sonreír también. Podía sentir lo feliz que estaba.

—Bien —dijo con entusiasmo—. Tus últimas palabras, Potter.

Parecía que había estado esperando durante mucho tiempo por ese momento, y la sonrisa no desaparecía de sus labios, aumentando aún más, si es que era posible, la belleza de sus facciones. De repente, comenzaron a aparecerse algunas personas demasiado conocidas. Fred, George, Arthur y Molly Weasley, además de Kingsley, Remus y algunos otros miembros de la orden del fénix. Sin perder tiempo, me situé detrás de Potter, y le puse la punta de la varita en el cuello.

—¡Ustedes no tienen nada que estar haciendo aquí! —les dije, en voz muy alta—, si hacen un solo movimiento, mataré a Potter ahora mismo.

Ellos intercambiaron miradas incrédulas, y algunos murmuraron cosas que no alcancé a oír, porque estaban a varios metros de distancia de mí. Potter estaba tenso y cada vez más asustado. Pasaron unos instantes en completo silencio, hasta que los mortífagos comenzaron también a aparecerse, y se situaron entre nosotros y los miembros de la orden. Ni siquiera esperaron a que les dijeran nada, comenzaron a atacarlos, y pronto todo se convirtió en un completo caos de hechizos y maldiciones que volaban por el bosque y chocaban contra los árboles.

—Suéltalo, Cassiopeia —me dijo Tom, suavemente.

Hice lo que me dijo, y lo solté lentamente, sin dejar de apuntarle con la varita por si acaso. El chico dio unos pasos hacia atrás, sin dejar de mirar a Tom, que le apuntó con la varita de saúco y esbozó una sonrisa enigmática.

—Adiós, Potter —dijo— ¡Avada kedavra!

Cuando pronunció la maldición asesina, el enfrentamiento entre los mortífagos y la orden del fénix se detuvo abruptamente. Todos se quedaron muy quietos, observando cómo Potter voló por los aires un par de metros y aterrizó sobre el suelo cubierto de hojas secas y maleza. Nadie dijo nada, no hicieron ni la más mínima exclamación, y se quedaron esperando a que sucediera algo más. Tom parecía bastante aliviado y seguía sonriendo, se acercó y me tomó de la mano.

—Hay que comprobar que esté realmente muerto —me dijo en voz baja, de manera que solo yo lo escuché.

Nos acercamos a Potter y nos dejamos caer en el suelo junto a él. No movía ni un músculo y aparentemente no respiraba. Le toqué el cuello con las yemas de los dedos, esperando sentir el pulso, pero no logré sentir nada. Introduje la mano por el cuello de la camiseta y dejé la palma sobre el lado izquierdo de su pecho, donde su corazón ya no latía. Me quedé muy quieta unos segundos, hasta que se me ocurrió levantarle con cuidado el párpado del ojo derecho. Unos pocos minutos atrás, esos ojos me habían mirado con miedo y con incredulidad, pero ya jamás volverían a mirarme, ni a mí, ni a nadie. Levanté la vista del chico, para mirar a Tom, que ya no sonreía. Entonces, pude ver el alivio y la alegría reflejados en aquellos ojos cafés que tanto amaba. Los dos estábamos pensando lo mismo:

Harry Potter por fin estaba muerto, habíamos ganado.

(Les dejo este fanart que me encanta 💖)

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

(Les dejo este fanart que me encanta 💖)

𝓔𝓵 𝓻𝓮𝓰𝓻𝓮𝓼𝓸 𝓭𝓮𝓵 𝓱𝓮𝓻𝓮𝓭𝓮𝓻𝓸 || 𝓣𝓸𝓶 𝓡𝓲𝓭𝓭𝓵𝓮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora