SESENTA Y NUEVE

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—Está muerto —dijo Tom, en voz muy alta, para que todos lo escucharan claramente, y se levantó despacio del suelo, mientras miraba el cadáver de Harry Potter.

Los mortífagos hicieron exclamaciones de alegría, mientras que los miembros de la orden del fénix, expresaron su tristeza de muchas maneras. La que peor lo estaba llevando, fue Molly Weasley, que rompió en llanto tan pronto lo escuchó, su esposo tuvo que abrazarla y desaparecerse con ella. Allí tendido sobre la hierba de aquel bosque, Harry se veía mucho más joven, no parecía más que un niño, entonces recordé que tenía la misma edad que Draco. Aunque sentía un alivio inmenso, pues el único que podía hacerle daño a Tom era Harry, también sentía un poco su muerte. Entonces pensaba en el bebé que estaba esperando, después de todo, parecía que sí crecería al lado de su padre, y eso era lo único que realmente debía importarme.

—Vamos a casa —me dijo Tom en voz baja, y me tendió la mano para que me levantara.

Asentí, me levanté y nos desaparecimos para aparecer en la mansión Malfoy. Mis padres y mi hermano llegaron poco después también, y como ya era hora de cenar, nos dirigimos al comedor. Una vez allí, mi padre sirvió varias copas de vino para brindar.

—Por el triunfo de mi señor sobre Harry Potter —dijo y sonrió.

—¡Salud! —respondimos, todos al mismo tiempo, y chocamos las copas.

Después de que terminamos de cenar, Tom y yo subimos a nuestra habitación, y él guardó la capa invisible en el armario. Ya tenía las tres reliquias de la muerte en su poder.

—Ahora eres el señor de la muerte —le dije, mientras me sentaba sobre la cama. Comenzaba a cansarme con mucha facilidad y eso no me gustaba para nada.

—Eso parece —respondió y fue a sentarse junto a mí—. No sabes el alivio que siento por haber acabado con Potter, después de tantos intentos.

Lo miré a los ojos y le acaricié la mejilla.

—Yo también estoy muy aliviada por eso, sabes que... con Potter vivo, tú corrías peligro, y no quiero que nuestro hijo crezca sin su padre.

Tomó mi mano y entrelazó nuestros dedos.

—Eso no va a pasar —dijo, completamente convencido—, ahora estamos a salvo.

En verdad esperaba que eso fuera así, que en realidad estuviéramos a salvo.

Nunca hubiera pensado que tanta gente fuera al funeral de Harry, aunque sabía que la gran mayoría solo querían comprobar que en realidad estuviera muerto. Tom había dicho que dejaran en féretro abierto, para que todos pudieran ver que efectivamente se trataba de Harry. A cierta distancia de nosotros, los Weasley lloraban copiosamente, y miraban a Tom con auténtico odio. Yo trataba de hacer caso omiso de ellos, aunque sabía que la estaban pasando muy mal. Mi tía Bella había matado a Hermione Granger y también a Ron Weasley, así que además de haber perdido a Harry, también estaban llorando la pérdida de ellos dos. No podía sentirme del todo bien, porque la tranquilidad de la que estaba gozando en esos momentos, la había logrado a costa de las vidas de personas inocentes. Pero nada había ya que hacer, y sentirme mal no haría que las cosas fueran diferentes. Fijé la vista en el féretro y sostuve con un poco más de fuerza la mano de Tom.

Largo rato después, el cuerpo de Harry Potter descansaba en el fondo de la tumba recién cavada, y muchas personas se acercaban a dejarle ramos de flores. Mientras Tom hablaba con mi padre, me acerqué, para leer lo que decía la lápida.

—Ya debes estar feliz, ¿no? —me dijo Fred, en un tono completamente agresivo. Me giré un poco para mirarlo, y me incomodó sentir el odio en su mirada. Aún así, no dejé de mirarlo.

—Pues no —le respondí—, pero esto era algo que debía pasar.

Dejó de mirarme, para mirar por un momento a Tom.

—Jamás hubiéramos pensado que se atreviera a venir aquí, como si nada —dijo, con odio, y volvió a mirarme.

—¿Por qué no vendría?

—Bueno... finalmente se pasea por todas partes como si fuera el dueño del mundo.

—Su poder es muy grande, además, ya no está Harry.

—Puede que Harry no esté, pero no era el único con intención de presentar batalla. ¿Es verdad que estás embarazada?

—Sí, es cierto.

—¿Piensas permitir que tu hijo crezca al lado de alguien como él?

—Sea lo que sea, él es su padre.

—No, Cassiopeia... piensa un poco en ese bebé...

—¿Y qué sugieres? —le interrumpí bruscamente—. No creerás que yo voy a traicionarlo —por la forma en que me miró, supe que sí era eso en lo que estaba pensando—. No, Fred, yo jamás lo traicionaría. Tú y los demás miembros de la orden, deberían entender que después de la muerte de Harry, no hay más que hacer. Tom ganó esta guerra, y no le importaría matarlos a todos para que lo dejen en paz. Seguir luchando contra él, es una causa perdida y será mejor que se rindan.

Me dirigió una última mirada cargada de rencor y de decepción, y se alejó para regresar junto a su familia. Supe que esa sería la última vez que hablaría con él, y me despedí en silencio de la amistad que en algún momento tuvimos. Yo sabía que eso pasaría, estábamos en bandos distintos y por mucho que los apreciara a él y a su familia, así como a otros miembros de la orden, mi lealtad siempre estaría con Tom, porque era la persona a la que yo amaba. Suspiré y regresé al lado de Tom.

—¿Te estaba insultando? —preguntó en voz baja mientras tomaba mi mano.

Negué rápidamente con la cabeza.

—No, para nada —le respondí y compuse una sonrisa tranquilizadora.

—Muchos te odian, Cassiopeia, porque saben que eres la única persona que me importa, también porque saben que me eres leal, y han visto todo lo que has hecho por mí, pero no les prestes atención, finalmente, tú y yo ganamos.

𝓔𝓵 𝓻𝓮𝓰𝓻𝓮𝓼𝓸 𝓭𝓮𝓵 𝓱𝓮𝓻𝓮𝓭𝓮𝓻𝓸 || 𝓣𝓸𝓶 𝓡𝓲𝓭𝓭𝓵𝓮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora