SESENTA Y TRES

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Las siguientes semanas pasaron llenas de trabajo en el ministerio. Cambiando casi todas las leyes que regulaban el uso de maldiciones imperdonables, artes oscuras y esas cosas; eliminando todos los archivos de los nacidos de muggles, de manera que nunca se enteraran de que eran magos y se quedaran en el mundo muggle; entre otras cosas. Ya había mucho menos desorden, y podía decirse que Tom tenía mucho más consolidado su poder sobre el mundo mágico. El único problema era que Harry Potter seguía desaparecido. Parecía que nadie lo había visto, ni se sabía de él. Lo habíamos buscado por todas partes, sin éxito alguno.

Esa tarde, Tom y yo salimos del ministerio un poco más temprano, porque era el día de navidad. Cuando llegamos a la mansión Malfoy, se quedó muy quieto y en silencio unos momentos, y yo ya iba a preguntarle si le sucedía algo.

—Tenemos que ir a Godric's Hollow —dijo de repente. Me quedé un poco desconcertada, pero al final asentí.

Me tomó de la mano y nos desaparecimos para aparecer en un pueblo no muy grande. Todo estaba cubierto de nieve y hacía mucho frío, pero era un lugar bonito y tranquilo. En la plaza se escuchaban los cantos que provenían de la iglesia y me quedé mirando a mi alrededor, fascinada.

—¿Habías estado aquí antes? —me preguntó Tom, mientras miraba a su alrededor.

—No, nunca —le respondí—. ¿Puedo saber a qué vinimos?

—Potter está aquí, visitando la tumba de sus padres.

Miré de nuevo a mi alrededor y encontré el cementerio del pueblo. Con una mirada, Tom me dio a entender que no debíamos perder más tiempo, así que comenzamos a caminar hacia allí. Nos quedamos observando tras unos arbustos y vimos que evidentemente era Potter quien estaba de pie en frente de una tumba. Pero no estaba solo, estaba acompañado de una chica a la que reconocí como Hermione Granger. Ella sacó su varita e hizo aparecer un ramo de flores, que luego dejó sobre la lápida que estaba cubierta de nieve. Dejé de mirarlos, para mirar a Tom, que estaba sacando su varita del bolsillo. Levanté mi mano para quitarle algunos copos de nieve que habían caído sobre su cabello y luego saqué también mi varita.  Respiré profundo y pensé en que por fin podríamos acabar con Potter, de una vez por todas. En verdad esperaba que esa vez lo lográramos. Potter ya se iba cuando salimos de nuestro escondite y nos quedamos a unos metros de distancia.

—Potter —lo llamó Tom.

El chico se quedó muy quieto unos segundos, como si se hubiera convertido en piedra. Luego, giró lentamente para mirarnos, y su acompañante hizo lo mismo.

—Sabía que finalmente vendrías a visitar las tumbas de tus padres.

—No hable de mis padres —se apresuró a decir Potter, y nos miró con mucha ira—. Ya logró apoderarse del mundo mágico y controlar todo, ¿qué más quiere?

Tom esbozó una fría sonrisa y sujetó la varita con más fuerza.

—Tu vida —le respondió—, y no voy a descansar hasta que estés muerto.

—¿Qué hace ella aquí? —preguntó dejando de mirar a Tom para mirarme a mí.

—Lo que haga ella aquí no es tu problema.

Potter me miró con una expresión de profundo desprecio y supe que lo que iba a decirme después, no iba a ser agradable de escuchar.

—¿Ya te olvidaste de Ginny Weasley, Cassiopeia? —preguntó—, ella creía que tú eras su amiga y terminaste casándote con el que la asesinó.

—¡Cállate, Potter! —exclamé—, tú no sabes nada.

—La verdad duele, ¿no? Muchos creen que eres igual a él, y yo creo que es verdad.

—¡Ya basta! —intervino Tom, y levantó la varita— ¡Avada kedavra!

Potter no alcanzó a apartarse, porque fue muy repentino y la maldición lo alcanzó, lanzándolo un par de metros más atrás. Yo también me quedé muy sorprendida, y me había olvidado de la presencia de Hermione Granger, hasta que la vi correr hacia él. Levanté la varita y traté de apuntarle.

—¡Petrificus totalus! —dije, pero no logré darle.

Ella se dejó caer en el suelo, junto a Potter. Tom y yo intercambiamos una mirada y decidimos acercarnos a comprobar que estaba realmente muerto, pero cuando íbamos llegando a su lado, ella se desapareció con él.

—¡Maldita sea! —exclamó Tom, visiblemente molesto—, ¿Ahora cómo voy a saber si logré matarlo o no?

Guardé mi varita en el bolsillo y tomé su mano.

—Lo sabremos —dije—, y si no lo lograste, lo intentaremos de nuevo.

Resopló y comenzamos a caminar fuera del cementerio.

—No quiero regresar a casa —dijo, cuando estuvimos frente a la iglesia.

—Entonces podemos quedarnos aquí.

Aunque sabía que estaba de muy mal humor, pareció entusiasmarle un poco la idea, así que caminamos hasta que encontramos un pequeño hotel. Por suerte, no era de muggles, lo que fue un alivio. Era un edificio bastante antiguo, de piedra y madera. Atendido por una bruja un poco mayor, que nos miró con curiosidad. Nos dio las llaves de una habitación y subimos por unas escaleras angostas de madera que crujían a cada paso que dábamos sobre ellas. La habitación no era muy grande ni muy elegante, pero era acogedora. Tenía una cama no muy ancha, dos mesas de noche, un par de sillas, una alfombra y una chimenea con varios troncos. Al entrar cerramos la puerta y yo saqué mi varita para encender la chimenea mientras Tom se quitaba la capa y después el abrigo. En un rincón había una pequeña puerta que conducía a un baño que de solo verlo, me dio claustrofobia, parecía ser del tamaño de mi armario en la mansión Malfoy. Pensé en que estaba demasiado acostumbrada a las comodidades de las que había gozado durante toda mi vida, pero aún así, no me molestaba pasar la noche en un lugar como ese. La razón de eso era que estaba con Tom, y cuando estaba con él, cualquier lugar me parecía mucho mejor. Había dejado la capa y el abrigo sobre una de las sillas, así que yo también me quité mi capa y los dos suéteres que tenía puestos, para dejarlos sobre la otra silla. Me quedé mirándolo en silencio, parecía muy perdido en sus pensamientos y supe que pensaba en Potter y en que era probable que siguiera vivo. Ya sabía que tenía la costumbre de darle muchas vueltas a un asunto cuando le preocupaba, así que me acerqué, puse mis manos sobre sus hombros y lo besé. Al principio parecía muy sorprendido, pero después me tomó de la cintura para acercarme mucho más a él y aumentó la intensidad del beso. Perdí la noción del tiempo y prácticamente no me di cuenta de en qué momento toda la ropa que teníamos, desapareció y terminó sobre el suelo de piedra de la habitación. Hacía frío, pero no me incomodaba, porque yo solo pensaba en los besos que nos estábamos dando y en las caricias que repartía por mi cuerpo. Se sentó en la cama y yo me acomodé a horcajadas sobre su regazo. Me tomó con mucha fuerza de las caderas, tanto que pensé que dejaría marcas, y de una sola embestida, me penetró. Mis manos fueron a su espalda y comencé a rasguñarlo. Recostó la cabeza en mi hombro y comenzamos a movernos cada vez más bruscamente. Me mordí el labio inferior porque no quería que todo el mundo me escuchara, pero me parecía que estábamos haciendo mucho ruido igual. Cerré los ojos y me olvidé de todo, solo me importaba disfrutar del indescriptible placer de tenerlo dentro de mí.

Cuando acabó, se recostó en la cama y yo me acosté junto a él. Me rodeó con el brazo para que acomodara mi cabeza sobre su pecho. Aunque eso hubiera pasado muchas veces entre nosotros, yo sentía que no podía cansarme nunca.

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Holaaaaa :)

Primero que todo, quería darles las gracias por haber leído hasta aquí. Sus votos y sus comentarios me hacen muy feliz, y espero que esten disfrutando mucho las historia, porque a mí me ha encantado escribirla.

Quería decirles que quedan pocos capítulos para el gran final, y eso me da un poco de nostalgia, pero tengo planeadas cosas muy interesantes para los próximos capítulos y el epílogo. Cuídense mucho y les mando un abrazo 🤗💕

𝓔𝓵 𝓻𝓮𝓰𝓻𝓮𝓼𝓸 𝓭𝓮𝓵 𝓱𝓮𝓻𝓮𝓭𝓮𝓻𝓸 || 𝓣𝓸𝓶 𝓡𝓲𝓭𝓭𝓵𝓮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora