Capítulo 26 (Ivre d'amour)

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Esa noche se había tornado muy nubosa, la luz intermitente de los rayos seguido del relámpago iluminaban el cielo nocturno, anunciando que pronto se vendría una fuerte tormenta

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Esa noche se había tornado muy nubosa, la luz intermitente de los rayos seguido del relámpago iluminaban el cielo nocturno, anunciando que pronto se vendría una fuerte tormenta.
El viento soplaba con más intensidad, mientras recorría las calles a esas horas de la noche no le daba la mayor importancia sobre lo que sucedía en su entorno.
El servicio de la luz comenzaba a fallar en varios punto de la ciudad, sin embargo para Degel eso no sería impedimento para ver a su belleza escarlata.

Si, sentía que ya había perdido la razón pero sentía una gran impotencia por no poder hacer nada al respecto justo cuando presenció aquella escena que fue de su total desagrado.

Con tormenta o sin tormenta él llegaría a la casa de Camus, aunque estuvieran sus padres ó hasta Milo, pero esta noche lo vería porqué su necedad era muy grande.




El servicio de la luz se había ido en la casa de
Camus, justamente en esos momentos se encontraba acostado en su cama, sus padres no se encontraban en casa debido a su trabajo, sabía que llegarían al día siguiente pero la hora era incierta.
Por más que trataba de pensar correctamente no podía, su mente y su corazón le hacía pasar una mala jugada, aún seguía muy confundido mientras abrazaba su almohada.

No tenía ni siquiera ganas de mirar su celular, desconocía el motivo por el cual Degel no se había comunicado con él en todo este tiempo que transcurrió.

Con algunas lágrimas asomándose en sus ojos recorrían lentamente sus mejillas. Si, le dolía muy en el fondo no saber de él.

Unos minutos transcurrieron, el sueño lo fue venciendo, pero el ruido de un auto llegando de imprevisto lo despertó completamente.
No le dio mucha importancia, nuevamente se acomodó en su cama y se volvió a cubrir con las sábanas para que la luz proveniente de la calle que se colaba tras sus ventanas no interrumpieran su sueño.

Pero el sonido del auto pudo escucharlo perfectamente cerca de su casa, con los ojos adormilados se levantó de la cama, tomó su bata y se acercó a la ventana para ver que pasaba.
Si alguien entraba a robar a su casa tendría que verse en la necesidad de llamarle a Milo, podría ser el único en ese momento que lo pueda ayudar su algún ladrón entra sin permiso a su hogar a esas horas.

— Mis padres no llegan hasta mañana en la tarde seguramente... ¿De quién sera el auto?— Se dijo a si mismo mirando entre las cortinas tratando de no abrirlas mucho para no ser notado entre aquellas telas.

Sin darle mucha importancia, se alejó de la ventana, solo esperaba que no fuera algo malo.
Con pasos lentos se acercó hasta su cama nuevamente, pero justamente en el momento que levantaba sus sábanas unos ruidos provenientes de la entrada de su casa lo alertaron.

— ¡Por todos los Dioses! — Se llevó una mano a su pecho tratando de calmar su corazón acelerado, se había asustado por el ruido.

Tomó una lámpara de mano que guardaba en su cajón para cualquier emergencia, pero para su mala suerte no encendía.

— Hay, no ahora por favor — Movía aquel botón para encenderlo y apagarlo, buscando que de esa forma pudiera servir pero la luz que le brindaba aquella lámpara era muy tenue, la batería era muy baja para poder ser útil en ese momento.

Asustado por aquellos ruidos que lo hacían sentirse muy nervioso, tomó su celular, lo guardó en una de las bolsas de su bata de dormir.
Tomó un poco de valor y salió de su habitación con pasos sigilosos rogando a toda la corte de los Dioses que conocía esperando que no fuera algo malo.

Entre cada paso que daba al bajar de las escaleras, parecía que alguien golpeaba su puerta.

— No... A estas horas de la noche, puede ser un ladrón.

Con pasos lentos intentaba retroceder, estaba muy asustado, no sabía si esconderse, llamar a la policía ó inclusive hasta a Milo  aunque ese último recurso era mala idea.

Aquellos golpes comenzaron a ser más demandantes, trató de calmarse y de pensar las cosas con claridad.
Incluso hasta podría tratarse de una emergencia, cualquier posibilidad podría ser en esos momentos.

Se armó de valor y se acercó a la puerta con cautela, acercó su oído para escuchar de quien se trataba.
Pero los truenos y la lluvia que comenzaba a a caer no lo dejaban escuchar con claridad.

— ¿Quien es? — Preguntó Camus, fue lo único que se le ocurrió en ese momento, pero no obtuvo respuesta alguna.

Nuevamente aquellos golpes se escuchaban en la puerta, esto comenzó a fastidiar a Camus, tomó suficiente aire y colocó su mano en la manija.
De un movimiento repentino fue abriendo la puerta y lo que observó lo dejó sin palabras, sin luz solo distinguió una silueta un poco más alto que su altura.

No sabía que hacer, comenzó a dar pasos para atrás, seguido de aquella silueta que se acercaba con pasos apresurados.

— ¿Quién eres? — Preguntó con la voz temerosa. Aquella silueta entraba a su casa con pasos muy torpes, se quedó por unos momentos recargado en el marco de la entrada de su casa.

— Camus...

Esa voz, conocía a la perfección aquella voz en acento francés.

El joven de cabellos escarlata dejó de retroceder, con pasos sigilosos se fue acercando a esa silueta que lo llamaba por su nombre. Podía ver que se tambaleaba intentando caminar hasta donde estaba él.

— ¿Maestro... Degel? — Intentó preguntarle tratando de recobrar la compostura.

— Camus...

— Pero qué... ¿Qué pasa? — Camus rápidamente se acercó a él para ayudarle a mantenerse de pie, en ese momento el cielo se iluminó por un relámpago y fue de ayuda para poder ver mejor a su profesor, tenía un mal aspecto, sus prendas húmedas por la lluvia y en su mano una botella de alcohol.

— Camus... — Lo llamó con una voz fría e intimidante.

En ese momento el joven de cabellos escarlata lo guió con mucha dificultad hasta la sala, después corrió a la entrada de su casa para mirar en que circunstancias había llegado su maestro.

El auto estaba abierto, las luces encendidas; rápidamente corrió para poder apagar el motor del auto que seguía funcionando, apagó las luces y le retiró las llaves.
Cerró la puerta del auto y le colocó el seguro.

Trató de tranquilizarse y entró a su casa, ahora necesitaba saber porqué razón había llegado su maestro de esa manera y a esas altas horas de la noche.

Cerró la puerta y se dirigió con mucha dificultad hasta la sala, aunque ahora no lo veía en el lugar donde lo había dejado.
Pero en ese momento estaba por sacar su celular de su bolsillo cuando sintió unas manos en su cintura y de manera repentina lo acorraló en la pared más cercana.

— Camus...

— Degel... ¿Te sientes mal? — Cuestionó con preocupación al darse cuenta que sus orbes violeta reflejaban algunas lágrimas.

El joven profesor  no dijo nada más, atrapó el rostro de su alumno y comenzó a besarlo de una manera muy demandante.

Camus no entendía el comportamiento de Degel, no opuso resistencia ya que jamás se negaría ante esos deseos...

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Personitas bellas no pude quedarme con las ganas de darles este capítulo 🥰🥰🥰 espero que les guste.
Ahora si a seguir en las demás 😅

Los quiero les mando un abrazo 💖💖💖


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