Capítulo 80 (No lo haré)

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El sonido de las manecillas de un reloj fueron lo primero que escuchó cuando abría lentamente sus párpados cansados

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El sonido de las manecillas de un reloj fueron lo primero que escuchó cuando abría lentamente sus párpados cansados.
La brisa que entraba por alguna parte de ese lugar hizo que el cuerpo de Dégel se estremeciera.

Intentando acostumbrar su vista en la obscuridad trataba de ubicar el sitio donde se encontraba y claramente no era la casa de Camus.

- Pero qué... - Se dijo a si mismo incorporándose de ese viejo colchón, incluso podía sentir el molesto resorte que le salía de un lado.

En estos días había disminuido el molesto dolor de cabeza, pero nuevamente regresaba a él esa fuerte punzada que no lo dejaba pensar con claridad.

Estuvo así por algunos minutos intentando relajarse para que esa molestia disminuyera, después se le vino de inmediato el primer nombre que en estos últimos días se aprendió a la perfección.

- Camus... - Se levantó rápidamente para buscar con la mirada a ese joven de cabellos rojizos que tanto lo cuidaba pero al parecer estaba solo en esa habitación - ¡Camus!

- Esto no me puede estar pasando - Con pasos apresurados se acercó a lo que parecía ser una vieja puerta de madera podrida.

Entre cada paso que avanzaba no lograba ver nada más que una casa abandonada con vegetación creciendo por dentro.
Aceleró un poco más sus pasos, a escasos metros encontró una puerta grande oxidada y demasiado desgastada; colocó las palmas de sus manos sobre ese viejo pedazo de puerta y empujó levemente para darse cuenta que dentro de esa habitación obscura se encontraba su amado pelirrojo aún inconsciente sobre otro colchón en mal estado.

- ¡Camus!

Gritó con desesperación corriendo para tomarlo entre sus brazos, por más que intentaba despertarlo no lo lograba, se cercioró que tuviera pulso para descartar la peor noticia, afortunadamente sus signos vitales se escuchaban estables.

- Camus por favor responde.

Intentó acomodar a Camus para poder salir con él en sus brazos pero el ruido proveniente del exterior de aquella habitación desolada hizo que buscará desesperadamente un lugar donde resguardarse con él.

Para su fortuna se encontraba un mueble de madera en mal estado al fondo de la habitación, se llevó a Camus con él para protegerse de ese lugar desconocido.
Momento justo que tuvo para cerrar esas puertas, en ese momento dos personas ingresaron a esa misma habitación con un par de lámparas en las manos.

- Es sencillo lo que te pedí Zaphiri, no sé por qué ahora te niegas a realizar el trabajo que te estoy pidiendo.

Dégel podía mirar lo que sucedía a través de un pequeño orificio del mueble, aún con Camus inconsciente en sus brazos intentaba observar para ver de quién se trataban aquellas personas.
Cuando la poca luz que iluminaba la habitación reflejó en aquellas personas le resultó familiar el rostro de aquella mujer.

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