Capítulo 57 (Las dudas del corazón)

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Cada vez que miraba pasar a Camus lo hacía con un poco de recelo; por más que intentaba alejarse de él cada vez le resultaba imposible, el corazón no miente, aún quedaba ese pequeño amor en su corazón como una daga lastimando lo más profundo de su...

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Cada vez que miraba pasar a Camus lo hacía con un poco de recelo; por más que intentaba alejarse de él cada vez le resultaba imposible, el corazón no miente, aún quedaba ese pequeño amor en su corazón como una daga lastimando lo más profundo de su ser.

Aioria ya le había comentado aquel día al salir de clases que intentara acercarse de nuevo a Leroux, que intentara ponerse en su lugar por qué seguramente estaría devastado al no tener noticias del padre de su pequeño retoño.

Quizá Camus y tu terminaron muy mal, ambos se fallaron pero no es el momento que quieras darle la espalda... Shaka me dijo que hay veces que la pasa muy mal.

Esas palabras que su amigo de cabellos castaños le comentó nuevamente rondaban por su cabeza.
Aún recargado en la pared de la sala de espera del hospital, Milo se terminaba aquel cigarrilo para después pasar a la visita diaria que podía hacerle a su hermano.

Su padre tenía semanas que no se presentaba en la casa, lo cual era muy probable que ni siquiera se haya enterado del accidente de Kardia.
Cuando dejó la colilla del cigarro sobre la arena del bote una enfermera se acercó a Milo para entregarle su credencial de visita.

— ¿Usted es familiar del paciente Kardia?

— Soy su hermano... ¿Cómo está él? — Cuestionó desesperado.

— Primero me presento joven Milo, mi nombre es Andrea, en las tardes soy quien se encarga de cuidar a su paciente.

— Pero... ¿Y la señorita que lo atendía antes?

La joven enfermera le entregó su credencial de visita y una hoja donde le daba el reporte a detalle de la evolución de Kardia — Mi compañera Moni se encarga de su paciente en las noches, son horarios que el hospital nos ha acomodado según las necesidades que puedan surgir. Cualquier situación estamos para atenderlo.

La joven enfermera se dio la media vuelta, detrás de ella Milo le seguía los pasos para que le indicara la entrada al pasillo.

— Cambiaron a su paciente de cama, se encuentra en el segundo piso... Habitación doscientos cinco — Andrea extendió su mano para poder darle el paso a Milo quien solo movió su cabeza en agradecimiento. No podía quedar mal con Kardia, era su única familia y ahora se sentía más solo que nunca.

Mientras caminaba por ese lugar donde se encontraba con el resto del personal de salud en sus pensamientos nuevamente recordó esa plática entre Aioria y él.

La ultima ocasión Shaka y Mu tuvieron que sacar a Camus de la casa del profesor Faure, toda la noche se la pasó durmiendo en la sala y si está esperando un hijo la depresión no lo llevará a nada bueno.

— ¿Pero qué puedo hacer yo?

Susurró tomando la manija de la puerta para poder abrir.
Ahí se encontraba su hermano sobre la camilla, a simple vista parecía que solo se encontraba durmiendo; sus heridas al menos ya habían cicatrizado en su mayoría.
En todo este tiempo Kardia perdió demasiada masa muscular, no era el mismo.
Milo tomó asiento en la silla que se encontraba frente a él, aunque sentía una profunda tristeza al verlo en ese estado.

— Kardia — Lo llamó Milo en un susurro tomando su mano con suavidad, en ese brazo su hermano tenía conectado el suero.

— No sabes como me gustaría ver que despertaras... Me siento muy solo.

Hablar a solas con su hermano en ese estado por lo menos le ayudaba a liberar todo su sentir.
No sabía que más hacer, su rutina se habia vuelto una total monotonía donde solamente salía de su casa para asistir a la escuela y al salir se dedicaba a cuidar de su hermano.
Aunque el dinero ya comenzaba a ocasionar problemas, Milo ya no sabía que hacer; dejar la escuela para dedicarse a trabajar y así solventar los gastos de la casa ó esperar a que las deudas se fueran acumulando.

En ese momento cruzó los brazos frente a la camilla donde se recuperaba Kardia y acomodó su rostro entre sus brazos. El cansancio lo estaba venciendo cuando de manera repentina interrumpió un sujeto de traje color azul marino.

— Lamento entrar así, creí que el paciente estaba solo.

— ¿Y usted es...? — Preguntó Milo con desconfianza.

Aquel sujeto de traje azul marino y cabellos castaños se fue acercando poco a poco — Lamento interrumpir, soy un detective privado que le ayuda a mi querido amigo Ecarlate a buscar pistas del paradero de su futuro yerno.

Cuando mencionó aquel sujeto la palabra yerno no pudo evitar molestarse más de lo que ya estaba. Sabía que Ecarlate era el padre de Camus y este quizá haga todo lo que esté en sus manos para buscarlo hasta por debajo de las piedras si es necesario.

— Solo quiero decir que mi hermano es inocente — Respondió Milo tratando de defender a Kardia.

— Descuida jovencito no le haré daño a tu hermano, simplemente quiero unir pistas. Mi nombre es Dohko para servirle.

Dohko extendió su mano para que el contrario estrechara su mano con la suya — Mi nombre es Milo.

— Mucho gusto jovencito, sin embargo solo quería ver como sigue su hermano en su salud... Aunque sería lindo que lograra despertar para que nos pudiera platicar sobre aquel accidente; por los resultados realizados en el auto destrozado arrojaron una posibilidad de que el accidente fue ocasionado.

— Estoy seguro que mi hermano no venía solo en el auto  — Contestó Milo dando la espalda al detective.

— Es una gran probabilidad que así sea porqué encontramos algunos cabellos de color verde en el asiento del copiloto. Queremos suponer que se trata del desaparecido profesor de física.

— Dégel — Susurró Milo mirando al suelo.

En ese momento tomó sus pertenencias, se despidió de su hermano besando su frente, seguido de un apretón de manos con Dohko.

— Necesito averiguar algunos detalles, sin falta nos vemos aquí mañana.

Milo salió repentinamente de la habitación dejando muy confundido a Dohko quien ni siquiera le permitió terminar de hablar.

Sin embargo Milo solo tenía esta oportunidad...
Entrar a casa de Dégel y buscar algo que le sea de ayuda, un detalle, un regalo, un objeto de Faure para ayudarle a su hermano a despertar y en realidad para buscar a Camus, algo le decía que aquel ser bello que más amó sin duda estaría en ese sitio.

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