Capítulo 72 (Te dejé lo que más amo)

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Seraphina tomó su bolso de mano y se acercó a un enorme cuadro que tenía en su recámara, con cautela lo fue bajando para poder tener acceso a su caja fuerte

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Seraphina tomó su bolso de mano y se acercó a un enorme cuadro que tenía en su recámara, con cautela lo fue bajando para poder tener acceso a su caja fuerte.
Tomó un poco de dinero y lo metió dentro de su bolso de mano, nuevamente volvió a colgar aquella pintura para salir de su habitación.

Con pasos apresurados llegó al cuarto de huéspedes, al menos agradecía que eran las cuatro de la mañana, de lo contrario el tiempo estaría en su contra.

No tenía alternativa, tuvo que despertar a Milo junto con la señorita Charlotte para poder salir de ahí.

- Milo, siento interrumpir tu sueño pero tenemos un gran problema.

Aún adormilado, el griego se incorporó de la cama para encender la lámpara de noche que tenía a su lado.

- Seraphina ¿Qué ocurre?

- Son problemas Milo y si en verdad necesitas llegar a Dégel tienes que hacerlo de una vez - La joven de cabellos plateados sacó de un mueble una chaqueta de cuero para la joven quien poco a poco despertaba de su sueño - Sé de muy buena fuente que Fraille miró las cámaras de su mansión, por lo tanto anda tras tu pista y la de Charlotte.

- ¿Quien te lo dijo?

- Uno de los guardias de la mansión, mencionó que alguien lo durmió y lo encerró en una habitación.

La joven Charlotte se llevó una mano a su boca asombrada por lo que escuchaba, si no mal recordaba, aquel guardia fue el mismo que Milo encerró cuando se encontraban deambulando por los largos pasillos del lugar.

- Supongo que ya te metí en problemas Seraphina - Agregó Milo mientras se ataba los cordones de sus zapatos.

- Si este camino es el correcto, no tengo problema en ello. Hay que ir por Dégel y sacarlo lo más pronto posible de Francia - Seraphina miró la hora en su celular y volvió a guardar su móvil en la bolsa e mano - Si Fraille se da cuenta aún seguimos aquí, ten por seguro que será mucho más difícil sacar a Dégel.

- Primero vamos al hotel - Añadió Charlotte colocándose la chaqueta que Seraphina le había entregado - Ahí está todos nuestros documentos para poder viajar.

- Descuida, primero iremos por sus cosas. Por fortuna Fraille dejó los documentos de Dégel en la cabaña.

Cuando estuvieron listos los tres, bajaron rápidamente las escaleras, subieron al auto de la joven Seraphina y salieron de su casa para poder recoger sus maletas del hotel donde se quedaban.
Sin llamar demasiado la atención, emprendieron su viaje a las afueras de la ciudad para poder llegar al lugar donde Dégel descansaba por órdenes de Fraille.

En el transcurso del camino, Milo intercambiaba mensajes con Deuteros para avisarle que estuviera al pendiente de su llegada, sin mencionarle nada a Camus, esa sería una enorme sorpresa para él.

- Lo siento Charlotte - Susurró Milo tomando la mano de la joven quien miraba aquel bello paisaje de la naturaleza - Interrumpí tu estadía en Francia y ahora por tu seguridad debes irte conmigo a Grecia.

- ¿Bromeas Milo? ¡Esto es una aventura! - Exclamó entusiasmada - Cuando regrese a mi natal Italia recordaré este viaje como el mejor de mi vida.

El griego dejó escapar una sonrisa de lado al escuchar esto, aunque a pesar de tener poco tiempo conociendo a la joven, realmente no quería dejarla ir pero la situación no se prestaba para estar intentando llamar su atención.

El amanecer llegaba a ese sitio alejado de la ciudad, los primeros rayos del sol iluminaban las puntas de los frondosos árboles; a lo lejos se podía leer un letrero que señalaba a las cabañas que rentaban, seguramente Dégel estaba ahí.

Solo era cuestión de minutos para estar de nuevo frente al profesor de la escuela, frente aquel que fue pareja de su hermano y el mismo francés que intentaba hacer caer mucho antes de enterarse de la verdad.

Pasaron diez minutos, Seraphina estacionó su auto frente a una de las cabañas que se encontraba alejado de las demás, la más solitaria de todas.

Milo tomó un poco de aire para intentar tranquilizarse, le pidió a Charlotte que lo esperara en el auto mientras Seraphina y él bajaban por el francés.

- No podemos perder mucho tiempo, de ser necesario lo traeremos en contra de su voluntad - Habló Seraphina mirando la hora en su celular - Charlotte, por favor revisa los viajes disponibles del aeropuerto para salir de inmediato a Grecia.

- Cuenten con ello.

La joven de cabellos plateados le hizo una señal a Milo para que siguiera sus pasos; al parecer Seraphina contaba con llaves para entrar a la cabaña sin problema, lo cual no fue muy difícil.
Al entrar se dieron cuenta que la chica que cuidaba a Dégel aún no llegaba y eso era un punto a su favor.

- Por favor Milo, sube a la habitación y si está dormido lo traes en tus brazos mientras que yo busco sus papeles... Pero no demores por qué seguramente Fraille estará siguiéndonos los pasos.

- De acuerdo Seraphina.

Milo subió por las pequeñas escaleras, no fue difícil llegar a la habitación ya que la puerta se encontraba entre abierta.
Con pasos sigilosos fue entrando y al abrir totalmente se quedó asombrado al ver de nuevo al maestro Faure.

Estaba despierto con ambas manos sobre su cabeza, en el mueble de descanso habían varias cajas y frascos de medicamentos junto con un vaso de agua, aunque no entendía por qué se veía mucho más delgado que la última vez que lo vio.

Ya habían pasado más de cinco meses y tal parecía que Dégel la había pasado demasiado mal.

- Estos dolores insoportables - Se quejó molesto sin darse cuenta de la presencia que tenía en la entrada de la habitación.

- Dégel - Susurró Milo acercándose con cautela hasta la cama donde se encontraba sentado el joven profesor.

De manera inmediata Dégel se levantó de la cama al ver a ese hombre acercarse.
Si bien no recordaba casi nada de su vida, algo le decía muy en el fondo que ese rostro le resultaba muy conocido.

- ¿Quien eres tú?

- Ya veo que estás como mi hermano, ninguno de los dos recuerda lo que sucedió.

Milo tomó una de las recetas que se encontraba en el mueble de madera y también tenía que tomar los mismos medicamentos que su hermano.

- ¿Hermano? ¿Lo que sucedió?

Dégel no entendía nada de lo que aquel joven le decía, aunque lejos de que su presencia le causará molestias e inconformidades, algo muy en el fondo le decía que no mentía.

- Maestro Degel, sé que no me recuerdas y lo entiendo... Sin embargo no hay mucho tiempo y tienes que regresar conmigo por qué hay alguien quien te espera con los abrazos abiertos desde el último día que desapareciste.

- No entiendo nada, lo siento.

- ¡Estoy aquí por qué te dejé lo que más amo!... Tu vida corre peligro y debes huir con nosotros antes de que sea demasiado tarde.

Exclamó Milo llevándose una mano a su pecho, en verdad había llegado a su promesa.
Solo faltaba la prueba de fuego, había dado con Dégel gracias a la ayuda de Seraphina y de Charlotte, lo difícil sería quitarse de encima a Fraille quien seguramente debe estar tras sus pasos con tal de lograr su cometido.

- Vámonos Milo - Entró Seraphina con unos documentos en mano, miró a Milo y a Dégel quienes seguían sin decirse palabra alguna - El vuelo previsto sale en menos de una hora, es tiempo de irnos... Todos juntos.

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