Capítulo 7 (Secreto)

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La entrega de dos seres que se amaron la noche anterior pasaba a su recuerdos como el más bello que jamás olvidarían.
La mañana llegaba, ya no seguía lloviendo pero el clima era un poco frío ya que había amanecido nublado y con corrientes de aire fríos.

Ambos seguían abrazados, sintiendo el calor corporal del contrario.

Camus fué el primero en despertar, lo primero que miró cuando abrió los ojos fué a Degel abrazado a su cintura.
Se quedó asombrado, pues se desconocía totalmente... Ayer era un Camus muy diferente pero sobre todo, ¿Cómo cedió tan rápido ante los encantos de Degel?

Aunque no negaba que su manera de tratarlo en la noche fué muy sutil, asombrosamente los dos cedieron desconociéndose totalmente.

Se removió un poco de los brazos de su profesor, esto despertó de manera repentina al joven de cabellos verdes, inmediatamente abrió los ojos.

— ¿Camus?

— ¿Degel?

Se preguntaron al unísono, por un momento repentino, de manera inconsciente Camus se cubrió apenado con las frazadas.

Degel dio un gran suspiro y tranquilamente se acercó a él, lo notaba muy nervioso.

— Anoche no sé como terminamos así pero... No quiero que lo tomes a mal — Al decir esto tomó su mano para darle confianza — No sé que me pasó.

Camus lentamente bajó la frazada con la que se cubría. Anoche simplemente llegó, lo mandó a darse una ducha y terminaron cediendo por sus más bajos impulsos.

Se acercó a Degel de manera curiosa y tomó sus manos, quería despejar sus dudas  — ¿Porqué tiene esas marcas?

Degel lo miró a los ojos, no quería entrar en esos detalles pero esas marcas fueron lo que los llevaron a una entrega total.
Dio un gran respiro y comenzó a platicar con él — Kardia tiene unos gustos peculiares cuando de sexo se trata, gusta de inmovilizarme para sus gustos, por eso me quedan esas marcas y para evitar la mirada de los curiosos uso los guantes cuando salgo.

Camus se quedó asombrado, ahora que lo recordaba, en el salón Milo le mostró una cuerda de cuero para amarrarlo... ¿Así que buscaba lo mismo que Kardia?

— Por lo visto pasas casi por lo mismo ¿No?

— He mantenido al márgen a Milo, pero... De igual manera hace las cosas él — Susurró tratando de ver para otro lado evitando la mirada de Degel.

— Solo te diré una cosa... Ambos tenemos una conexión que nos hizo perder completamente la cordura... Si te sientes culpable por lo que pasó entre tu y yo no te diré nada malo, sigamos como dos desconocidos.

— ¿Y si me niego a eso? — Preguntó Camus con curiosidad, algo muy en el fondo se lo decía.

Degel no se esperaba eso, nuevamente se perdió entre esa mirada de su alumno — ¿Estás seguro?

— Al principio lo dudaba pero... — De manera repentina Camus se levantó y se sentó sobre la cintura de Degel — Un fuerte deseo hace que quiera ceder ante usted...

Ahora era el turno de Degel, lo tomó de la cintura y de un rápido movimiento lo colocó sobre el colchón quedando completamente sobre de él, sin la oportunidad de dejarlo levantarse — Estamos jugando con fuego Camus, esto será mucho más difícil ante los demás.

— Entonces ambos disfrutaremos quemándonos con el fuego que desataremos — Susurró al notar que Degel nuevamente perdía la cordura.
Ambos eran el tipo de personas que se muestran ante los demás como tranquilos y serenos pero en el fondo guardaban sus más exóticos deseos y darle rienda al placer.

El profesor no dijo nada, nuevamente se acercó y de manera desenfrenada besó aquellos labios que se mostraban hinchados por todo lo que habían vivido la noche anterior.

Desnudos, envueltos en aquellas sábanas, sus cuerpos comenzaban a sentir la calidez del contrario.
Era evidente que ambos cayeran en lo mismo,  cuando el deseo era más grande que la razón.

Las manos de Camus recorrían la espalda del contrario, Degel poco a poco descendía a su cuello, el aroma que desprendían comenzaba a ser adictivo para los dos.

Podían seguir así, de no ser por la insistencia del teléfono de casa de Degel.

— ¿No vas a contestar? — Cuestionó el joven de cabellos escarlata sin parar de estremecerse entre los brazos de Degel.

— El mundo puede esperar... Nosotros no — Susurró descendiendo con besos húmedos por todo vientre.

Camus gemía y gritaba el nombre de su amante a los cuatro vientos, Degel lo hacía perder completamente la razón.
No pudo más, se levantó nuevamente de la cama, tomo de los hombros a su profesor y lo aventó al colchón, colocándose sobre de él.

— Así es... No podemos esperar — Susurró con una mirada pervertida — Y no no puedo esperar, te necesito dentro de mi.

Degel sonrió de lado, se incorporó un poco en la cama para poder besar a su amado, de manera apasionada entrelazando sus lenguas.
Su palpitante falo rozaba con la entrada del contrario, ambos sin romper sus besos exquisitos Degel bajo sus manos a la cadera de Camus, pasó sus manos sobre los glúteos apretándolos con fuerza, de manera repentina levantó un poco su cadera para tomar nuevamente lo que es suyo...

— ¡Degel ah...! — Un sensual gemido salió de la boca de Camus, justo cuando sintió como nuevamente su interior era tomado, al principio sentía dolor por lo sucedido en la noche pero sus deseos inundaban más su mente, pero Degel comenzó a pasar sus manos sobre el pecho de Camus calmando el dolor, pronto la sensación era agradable.

Poco a poco Camus se fué moviendo sobre su compañero, sus cuerpos reaccionaban a la par, ambos guiados por la sed de placer que experimentaban.
El sonido de ambos cuerpos era cada vez más fuerte, el joven galo incrementaba más los movimientos mientras Degel lo ayudaba a moverse colocando una mano en su cintura y la otra masajeando el falo de su amante.

— ¡Camus...!

— ¡Esto... ah... Me encanta! — Gritó Camus, sus cuerpos nuevamente se cubrían de una capa de sudor, el flequillo del joven ahora se pegaba a su frente, su cabeza la hacía para atrás cuando los movimientos subían más de nivel, una corriente eléctrica recorría su cuerpo al sentir que Degel jugaba con su miembro, una infinidad de sensaciones experimentaba.

— ¡Camus, no puedo más yo...! — Degel gritó justo en el momento cuando una deliciosa sensación lo llenó por completo al momento de llenar aquel escondido lugar.

Camus sintió ese cálido elixir, esto hizo que sus paredes se contraigan, liberó todo ese líquido blanquecino sobre el vientre de su amado.

— Lo... Siento te ensucié todo Degel — Susurró intentando controlar sus respiración.

Degel sonrió al ver la cara ruborizada de Camus, tomo su rostro para hacerlo descender al suyo para unirse nuevamente en un beso.
Ambos eran el complemento que necesitaban en sus vidas.





En la casa de Camus:

Mystoria y Ecarlate llegaban a su casa después de un largo viaje por motivos de trabajo.

Lo primero que hicieron al llegar fué gritarle a su hijo para avisarle su llegada, sin embargo nadie contestó.

— ¡Camus! — Llamó Ecarlate dejando su maleta en la sala esperando que su hijo respondiera a su llamado.

— ¿A donde se fué a meter? No suele ser así — Respondió Mystoria quitándose el abrigo que llevaba puesto.

— ¡Tiene exactamente media hora para llegar  de lo contrario, iré a la casa de su noviecito y lo traeré de regreso! — Espetó molesto Ecarlate tomando su celular para tratar de localizar a su hijo.

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Buenas tardes personitas bellas, les dejo otro capítulo más, espero que les guste. Por si lo notaron aquí habrá lemon mucho diría yo porqué pues aquí hay cosas que serán prohibidas, engaños, también una que otra parte fuerte por parte de Kardia ya que sus gustos son más fuertes.

Aviso de una vez, sin más me despido, un abrazo los quiero 🥰

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