Capítulo 30 (Pasado)

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Camus no sabía que hacer, rápidamente se levantó de la cama y tomó sus prendas que había dejado regados en el baño después de pasar un momento con su profesor bajo el agua de la regadera

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Camus no sabía que hacer, rápidamente se levantó de la cama y tomó sus prendas que había dejado regados en el baño después de pasar un momento con su profesor bajo el agua de la regadera.
Comenzó a vestirse para evitar algún problema si de pura casualidad a sus padres se les ocurría subir a su habitación.

Degel se cubrió con la sábana para poder ver si tenía oportunidad de salir por lo menos por la ventana y  brincar. Tomó una de las cortinas y se asomó con sigilo pero ya era tarde... El papá de Camus se encontraba mirando su auto.

— ¡Este auto está estorbando la entrada de mi cochera!

Aquel grito que dio Ecarlate hizo que Degel soltara la cortina rápidamente y se alejó retrocediendo lentamente tratando de no generar tanto ruido.

— Tengo una idea — Susurró Camus tomándolo del brazo — Haré lo posible por llevarme a mis padres a otro lado, así tendrás la oportunidad de salir cuando nos vayamos.

— ¿Estás seguro? — Cuestionó nervioso — No quiero meterte en problemas mon amour.

— Claro, es lo único que se me ocurre, además... No creo que se tomen a bien la idea de que hayas venido a enseñarme como la otra ocasión — Respondió Camus en un susurro cerca de su oído.

— Si de esa manera puedo salir sin meterte en un lío lo haré lamento todo este disturbio Camus, no sé que me pasó en la noche para llegar así — Después de decirle esto depositó un beso en la comisura de sus labios.

— Ya tendremos tiempo para poder hablar, ahora deja que termine de vestirme para que me lleve a mis padres de aquí. Yo te mando un mensaje a tu celular y ...

El joven de cabellos escarlata no pudo seguir hablando, fue interrumpido por su profesor quien dejó escapar una risilla moviendo su cabeza a los lados — Camus... No traje mi celular, se quedó en mi casa.

En ese momento se llevó una mano a su rostro tratando de no perder la paciencia — Eres todo un caso Degel, ya hablaremos después. Lo mejor será que te vistas y  cuando nosotros salgamos te asomas por la ventana para ver que no hay problema y te sales con mucho sigilo ¿De acuerdo?

Degel asintió, tomó las prendas que Camus le había entregado en la noche para que usara pero unos pasos sonaban cada vez más cerca.  Camus tomó de la mano a su profesor y lo llevó hasta el baño, también recogió las prendas húmedas y sucias del suelo y las aventó al baño, cerró la puerta con seguro y rápidamente corrió a su cama para poder acostarse y disimular que seguía profundamente dormido.

A los pocos segundos la voz de Mystoria se escuchó justamente cuando la puerta se abría lentamente.

— Te dije que seguía durmiendo Ecarlate — Susurró mirando a su hijo dormir tranquilamente, ambos se habían quedado en el marco de la puerta.

— Eso no explica porqué está mal estacionado el auto de su profesor afuera de mi casa — Contestó con molestia.

— Quizá simplemente una casualidad — Respondió Mystoria alzando los hombros.

Mientras Camus los escuchaba platicar solo pedía que no se les ocurriera acercarse al baño de lo contrario ahí si estaría metido en un gran problema.
Podría explicar cualquier mentira piadosa pero...
Que vean a su profesor en su baño es algo que jamás le creerían por más que intente mentir.
En ese momento comenzó a removerse entre sus sábanas, comenzó a bostezar y se frotó los párpados para disimular que apenas despertaba.

— Buenos días hijo — Saludó Ecarlate entrando a su habitación seguido de Mystoria.

— Me alegra verlos de nuevo — Respondió Camus con una sonrisa, se levantó de la cama y corrió para abrazar a sus padres.

— Estuvimos varios días fuera, aunque... Sentimos no poder estar mucho tiempo contigo cielo — Contestó Mystoria acariciando la larga cabellera de su hijo con cariño.

— Descuiden, sé como pueden recompensarme... Quiero que vayamos a desayunar juntos ¿Que les parece? — Cuestionó esperando que aceptaran, así podría darle una oportunidad a Degel de escapar.

— Claro, si es lo que deseas te llevaremos Camus — Respondió Ecarlate rompiendo ese emotivo abrazo, Mystoria hizo lo mismo.



Degel escuchaba aquella plática amena entre su querido alumno y sus padres, trataba de no hacer el más mínimo ruido para evitar ser escuchado por ellos.

Pero muy en el fondo la nostalgia comenzaba a invadir sus pensamientos.
Cuanto hubiera dado Degel por haber tenido la dicha de contar con unos padres que fueran así de amorosos como lo eran los padres de Camus.
Unos padres que le mostraran realmente lo que era el amor.
Pero siempre fue lo contrario.

En sus recuerdos comenzaba a vivir aquellos momentos cuando quería darles algún dibujo o manualidad hecha por él pero aquellos detalles en los  cuales se esmeraba con su imaginación de niño se terminaban cuando miraba sus esfuerzos en el bote de la basura.

A su madre sobre todo le gustaba los detalles materiales y de sumo valor.
Su amiga Seraphina siempre fue su apoyo porqué era la única que le brindaba su amistad, así como Fluorite.

Cuando conoció a Kardia justamente cuando abandonó su país no se negó ante aquel supuesto amor que le profesaba, soportando sus tratos de control en su vida y sus celos excesivos.

Pensó que el amor era así, ya que jamás lo había vivido, a los pocos días comenzaron a entregarse mutuamente mientras Kardia lo manejaba a su antojo.
Pero siempre creyó que todo era parte del amor que le tenía a Kardia.

Hasta que conoció a Camus...

Como había sido posible que aquel joven de cabellos escarlata volteara su mundo de cabeza.
Y cediendo a todas las locuras que se le pudieran ocurrir, porqué él... No era como sus padres, no era como Kardia... Es muy diferente porqué ahora lo entendía.

Camus vive en una familia donde es querido por su familia.

Ahora se sentía más confundido, no sabía porqué había reaccionado de esa manera en la noche, quizá impotencia de ver a Camus en brazos de Milo.
Lo admitía se había enamorado de él pero...
Ni tiempo tuvo de hablar con él.

Dejó escapar un suspiro justo en el momento que escuchó como salían de la habitación. Al menos eso ya era un punto a favor de él, podría cambiarse sin problema y así esperar a que se fueran para salir de la casa de su amado pelirrojo.

No demoraron más que como escasos diez minutos.
Pudo ver por la ventana de la recamara de su belleza escarlata como se subían al auto.
Al menos ya era una ventaja para él.
Comenzó a tomar sus prendas en mal estado y antes de salir se dio cuenta que Camus había dejado las llaves de su auto con un papel doblado encima de su tocador.

Tomó sus llaves y el papel para poder leerlo:

Tus llaves me las quedé yo después de cerrar tu auto, cuando llegues a tu casa mándame un mensaje por favor, extraño tus mensajes...

Camus.

— Que me hiciste Camus — Susurró guardando aquella nota entre sus prendas sucias — Contigo siento que nada me falta... ¿En qué te has convertido para mi?

Con aquellos pensamientos salió de la casa de su querido alumno, le quitó el seguro a su auto y se subió para regresar a su casa.


Lejos de ahí le cuidaban los pasos dos detectives que habían sido contratados por la madre de Degel...

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