Capítulo 5 (Deseo)

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Lentamente al compás de aquellos besos, Degel pasaba sus manos sobre el cuerpo de Camus, quien respondía a esas caricias con gemidos que despertaban las ganas del contrario.

Nada importaba en esos momentos, se habían olvidado completamente de sus respectivas parejas.

Degel le dio una vuelta al joven de cabellos rojizos y se colocó detrás de él, hizo a un lado su larga cabellera escarlata y comenzó a repartir besos por todo su cuello combinado con su respiración.

Camus podía verse reflejado en el espejo de que Degel tenía en su habitación... ¿Cómo habían llegado ambos a esa situación?
Solo bastó unas palabras que su profesor le dijo para que terminara cediendo ante él.

Esa era su debilidad, porqué a pesar de no tratar mucho con él, también era uno más de los que tenían cierta atracción por Degel y ahora era él quien disfrutaba de esos besos en el cuello que lo hacían ceder y querer más.

Mon amour.

Ese susurro cerca de su oído lo hizo perder completamente la cordura, ladeó un poco su cabeza mientras sentía los labios húmedos de Degel recorrer su cuello. Con sus manos por delante deshacía el nudo de la bata de baño para quitárselo.

Estaba mal, ambos estaban haciendo mal... Lo que estaban a punto de hacer por dejarse llevar por sus más bajos instintos terminarían siendo unos amantes escondidos.

De manera repentina la bata de baño cayó completamente al suelo, dejando ver su cuerpo completamente desnudo frente a ese espejo donde podía observar varios de los hematomas que aún le quedaban en su pecho cuando él y Milo ceden a la intimidad. Pero esta ocasión era algo muy diferente, porqué Degel lo trataba de una manera muy dócil y eso le gustaba.

Ne sais pas combien je t'aime.

Que le hablara en ese tono francés le provocaba que sus piernas se sintieran débiles, nuevamente aquellos besos recorrían su cuello y bajaban por toda su espalda.
Esto hacía que Camus gritara el nombre de su amante a los cuatro vientos...

— ¡Degel! — Gritó al sentir una corriente recorrer en toda su espina dorsal, aquellas manos ahora tocaban sus glúteos de manera gentil.

Se miraba en el espejo nuevamente, sin duda ese no era él, estaba descubriendo otra faceta, una que jamás había visto que tan solo unas caricias lo provocaran de esa manera.

De manera repentina Degel se colocó rápidamente frente de él tomándolo de la cintura y pegándolo más a su cuerpo mientras intentaba controlar la respiración, su corazón latía con más fuerza queriendo salir del sitio donde estaba resguardado, solo con la diferencia que latía al mil por la sensación de estar frente aquella belleza de cabellos escarlata.

Tomó su rostro y comenzó a besarlo esta ocasión explorando más allá de sus labios, lentamente mordía los labios del contrario mientras pasaba sus manos sobre aquella piel.

— Mis latidos se alteran con solo el roce de tus manos — Susurró Camus entre aquel beso apasionado que Degel le daba.

— Disfruto tu aroma... Cuando te respiro. Cuando te beso todo es diferente — Murmuró sin romper ese momento, de manera repentina lo tomó entre sus brazos y lo llevó hasta la cama, recostándolo lentamente mientras se abalazaba sobre él.

Era una delicia tenerlo solo para él, como si el destino quisiera que aprovecharan cada segundo que estuvieran solos sin que nadie interrumpiera.

— Te llevaré hasta la cima del cielo — Susurró Degel repartiendo besos en el pecho de Camus, ganas no le faltaban de morderlo pero tampoco quería meter en problemas a su adoración.

Esos labios húmedos jugaban con sus pezones, ahora estaba  duros por las caricias mientras Degel se daba a la tarea de jugar con ellos.

Bajaba más y más llegando a los escasos vellos que Camus tenía bajo su vientre, su miembro despierto dejaba verse un líquido brilloso transparente, pedía atención.

Era lo que más anhelaba Degel, esa parte siempre la hacía Kardia y ahora tendría el placer de hacerlo. Con su mano derecha comenzó a jugarlo y también a pasar su lengua.

Su mano izquierda se posó sobre el pantalón de Degel, su miembro le dolía, ansiaba salir y de una vez por todas entrar en ese estrecho lugar.

Camus se aferraba a las sábanas, las apretaba con sus manos, su espalda se arqueaba... Claramente Degel se lo había dicho, lo llevaría hasta la cima del cielo y lo estaba haciendo. Si seguía de esa manera pronto se vendría.
De repente sintió la boca de su amante sobre su miembro, nuevamente gritó su nombre y llevó sus manos sobre la cabellera verde deseando que siguiera en la labor de felarlo hasta que se corriera
No tardó mucho, a los pocos segundos liberó toda su esencia en la boca de su amado.

— Eres una delicia...

Degel se acercó a la boca del joven y llevó dos de sus dedos para que pudieran estar completamente cubiertos de saliva, las miradas que ambos se dedicaban con mucho deseo los delataba.
Después levantó las piernas de Camus para tener libre acceso en ese estrecho lugar, con ayuda de sus dedos mojados por la saliva del contrario fué introduciendo lentamente un dedo.

— Degel... — Susurró al sentir sus dedos dentro de él, estar de esa manera se le olvidó completamente que cuando se entregaba a la pasión con Milo siempre se cuidaba ya que también había heredado aquel don como Mystoria.

No... Eso del condón se le fué rotundamente.

Solo quería una cosa y ansiaba que Degel lo tomara ya.
Sintió otro dedo más jugando con su interior.

— Degel... Por favor — Susurró perdiendo total control de su cuerpo, pasaba sus manos para tratar de calmar ese calor que pedía a gritos que su maestro no parara, se estaba volviendo adictivo a esas caricias.

Con la ayuda de su boca, Degel jugaba con los testículos del contrario, mordía levemente la entre pierna del joven, lastima que solo tuvieran esta noche para ellos dos.

Ver a Camus estremecer de placer en su cama era algo que atesoraría por siempre y claro que había logrado hacer algo que ni Milo o Kardia lograron hacer con ellos y eso era una entrega total donde ambas partes disfruten hasta el más mínimo roce entre ambos.

— ¿P... Puedo quitarte tu ropa? — Susurró el joven con un poco de timidez, también lo quería intentar, ya que Milo no lo dejaba.

Degel se levantó de la cama y tomó de la mano a Camus — Hazlo... Soy todo tuyo a partir de ahora.

Al escuchar esto Camus sonrió como niño pequeño, ahora él fué quien besó a Degel mientras le quitaba la camisa blanca que llevaba puesta.
Notó que tenía muchas marcas, incluso más que él, pero esas dudas las dejaría para más adelante, lo que ahora quería era probar también el sabor de lo prohibido...

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Esto tiene su segunda parte, mientras los dejaré con esta para que vean que los quiero mucho 🥰🥰🥰

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